Revista Opinión

La risa como antídoto contra la realidad

Publicado el 04 febrero 2013 por Carmentxu

La risa es imprescindible, una condición ineludible para pasar el día y también alargar la vida: descongestiona, relaja, diluye los rencores, suaviza las aristas de los desencuentros, asienta las relaciones sobre la base de la complicidad y ahuyenta las inseguridades personales y las sospechas colectivas. Es una terapia contra el desánimo y, con la risa, se liberan endorfinas, que actúan como analgésicos disminuyendo el dolor y potencia el sistema inmunológico. “Reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos”. Lo decía Erasmo de Rotterdam. Últimamente, no abundan los motivos para la risa. Más bien, el hazmerreír con que amenazaba convertirse en Gobierno y las carcajadas que prometía se ha convertido en una mueca amarga, de asco, de vergüenza ajena, de sarcasmo hiriente. Hace tiempo que no me río con el Gobierno. Ni siquiera de él. Y así no hay relación que aguante, ni confianza en sus actos pasados, presentes y futuros, ni fe en sus palabras, en sus negaciones a la desesperada cuando ha sido pillado en falta, en su enroque en posición de jaque, con un último movimiento posible, hoy a Berlín.

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Las redes sociales, con Twitter a la cabeza, demuestran que el ingenio se crece en las situaciones complicadas, que con él aparece el humor, un humor comprometido, de denuncia, antídoto contra una realidad aciaga y asfixiante. Y que al contacto con ella, cambia su estructura molecular y se hace amargo. Y entonces ocurre que deja de ser parodia para convertirse en la propia realidad amplificada. Le Monde se hacía eco ayer, pero no da risa.


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