La nueva era de la Selección Española, con Julen Lopetegui al mando, se acerca con paso firme al primer objetivo planteado: la clasificación para el Mundial de Rusia del próximo año. Para ello, ha derrotado esta semana a Italia en Madrid y a Liechtenstein a domicilio en dos duelos de una dificultad muy diferente, pero que en todo caso había que ganar para seguir al frente del grupo. Pero no solo ha sido importante vencer, La Roja también convenció y alcanzó un punto de ebullición, de interés e ilusión entre los aficionados, parecido al de los tiempos victoriosos.
He de reconocer (y puede encontrarse en artículos anteriores) que el nombramiento de Lopetegui me dejó dudas. Hoy día he de decir que me gusta mucho la Selección que ha montado. Si fue muy bueno para el equipo nacional encontrar un estilo con Luis Aragonés al mando que nos identificara ante el mundo, la última época de Vicente del Bosque seguramente pecó de inmovilismo en cuanto a esquemas y formas de jugar. Lopetegui, manteniendo los cánones de identidad, la preferencia por el balón, el gusto por la posesión y el juego ofensivo, ha sabido darle un toque más vertical, tanto por la idea, como por los jugadores escogidos. Además, realiza pequeñas modificaciones en función del rival que tienen enfrente. Por ejemplo, en esta doble jornada ha lucido "falso nueve" ante Italia y defensa de tres con Pedro de falso carrilero en Liechtenstein, por hablar de las dos modificaciones más visibles.
Aunque me gusta que haya una cierta euforia alrededor de la Selección, que genera una especie de alegría común en todos los futboleros patrios, tal vez ante el partido contra Italia se hayan generado reacciones excesivas. Verdaderamente, se jugó bien, sobre todo si se compara con el baño que los transalpinos nos regalaron en la última Eurocopa, pero probablemente hubo mejor resultado que juego. Como el propio Lopetegui reconoció, la clave fue acertar en momentos clave. De un acierto individual vinieron los goles de Isco, pero también las paradas de De Gea (que las hubo, y alguna de mérito). También es buena noticia que exista ese nivel de acierto, sobre todo ante el gol, ya que en épocas anteriores, a pesar de mostrar un juego más brillante y, sobre todo, de mayor dominio, nos costaba mucho sudor conseguir goles. Ahora, tenemos medios con mayor perfil anotador.
También hemos recuperado una característica que, personalmente, me parece fundamental para un equipo grande: la presión. Además, un equipo que presione sufre una retroalimentación, al presionar arriba demuestras que eres un equipo vivo, despierto, enchufado, y al mismo tiempo esa presión te hace ser un equipo más vivo, despierto y enchufado. España lució presión alta, no solo ante Italia, espoleados por el público y la importancia del partido, también en Liechtenstein, para impedir que el rival saliera de su campo.
Y es que el partido de Liechtenstein, que de antemano puede parecer un paseo, lo fue (un 0-8 espectacular) porque España estuvo metido en el encuentro desde el minuto uno. Demostró que se había preparado el encuentro y salió concentrado para evitar problemas. Estos partidos habitualmente se ganan casi sin querer por la diferencia de calidad, pero ante un rival encerrado a veces son una tortura para el espectador y un incordio para el jugador. El de esta semana fue una exhibición casi de salida, atractivo para quien lo vio y a buen seguro para quien lo jugó. Y si no que le digan a Francia, tras empatar contra Luxemburgo en casa, los problemas que pueden traerte estos encuentros.
Otro tema que Lopetegui está gestionando de muy buena forma es el uso de jugadores. Casi ninguno puede darse por titular con seguridad, pero siempre acaban jugando un gran número de convocados sin que parezca un circo o un amistoso de cuarta. Nadie juega solo por tener minutos, si no que todos cumplen con su papel y se sienten importantes. Dentro de esa buena gestión, también cabe destacar que sepa ser flexible para dar papel a quienes llegan en mejor forma, como es el caso de Asensio, aprovechar dinámicas positivas, como es el caso de todos los jugadores del Real Madrid, o maximizar el desempeño de algunos jugadores respecto a sus clubes, como Iniesta.
Pero si hablamos de jugadores individuales, esta semana el nombre ha sido el de Villa. La gran sorpresa de la lista de Lopetegui, es todo un veterano y máximo goleador de la historia de la Selección Española pero ha disfrutado como un juvenil. Un jugador que parecía abocado al retiro cuando se marchó a la MLS estadounidense, pero que allí ha conseguido ser nombrado mejor jugador. Al contrario que otros grandes nombres como Pirlo, Lampard, Gerrard o Drogba, el asturiano ha llegado con la intención de seguir siendo competitivo. No me atrevo a decir si había mejores delanteros que Villa para completar la convocatoria, pero no seré yo quien critique a Lopetegui por ello. Si no estaba seguro de tener alguna opción mejor, me parece estupendo haber llamado a un histórico preparado para cumplir. Menos mal que al menos disputó unos minutos ante Italia, ya que se lesionó antes de viajar a Liechtenstein, donde seguramente hubiera jugado más. Un final agrio para unos días bonitos.
El otro nombre de la convocatoria, como indicaba antes, era el de Marco Asensio, sobre todo al jugarse el primer partido en el Bernabéu, solo una semana después de su gran partido ante el Valencia. Es un futbolista con unas posibilidades descomunales, pero que probablemente no tenía en el planteamiento del partido ante Italia su hábitat ideal. No brilló como viene haciéndolo, pero hizo su función, cogió experiencia en La Roja, que le va a venir bien para el futuro (se espera de él que luche grandes batallas con esa camiseta), Lopetegui fue justo con su buen momento y el público disfrutó viendo a su nuevo ídolo.
Pero también quisiera hablar de Iniesta. Un jugador histórico, irrepetible, un genio tocado por la divinidad, que en el Barça parece ir disolviéndose. En estos dos partidos con España ha lucido un muy buen nivel, más arropado en el centro del campo que en su club, combinó como solo él sabe, dio lustre y sentido a la circulación de balón, mejoró el fútbol de la Selección... y se llevó una ovación del Santiago Bernabéu.
Aunque si alguien merece llevarse los mejores elogios de estos dos partidos, ese ha sido Isco. Un jugador de una maduración progresiva y casi sin techo aparente. Con 25 años tiene un carácter, una experiencia y, sobre todo, una calidad, que le coloca en la élite del fútbol mundial. Ha marcado de diferentes formas, ha dejado a Verratti posterizado con un caño y un sombrero en dos acciones para guardar en vídeo, ha templado, mandado, regateado, combinado... ha jugado al fútbol como los ángeles. Hace solo un año generaba alguna duda, ahora su nivel es incontestable.
Pues así ha sido esta semana de selecciones para España, una de las más esperanzadoras de los últimos tiempos, que nos deja enfilados y felices ante el Mundial de Rusia.
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