Cuando Domenico Fontana (1543-1607) descubrió accidentalmente los frescos de Pompeya y Herculano dice la leyenda que volvió a cubrirlos por temor a que no le creyesen, o por todo lo contrario...; la moral de aquellos años no lo hubiese soportado. No fue, sin embargo, hasta principios del siglo XVIII cuando oficialmente se descubrieron las ruinas de lo que fueron dos de las aglomeraciones urbanas romanas más conservadas gracias, no obstante, a la catástrofe que las sepultó: la lava consecuencia de la erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79, d.C.
El militar e ingeniero aragonés Roque de Alcubierre (1702-1780), al servicio del Rey Carlos de Nápoles (Carlos III de España después), fue el primer hombre que descubrió y se preocupó de salvar y dar a conocer los restos sepultados. En 1819 un conservador napolitano consiguió reunir unos restos hallados en las excavaciones, que ya se llevaban a cabo en Pompeya desde el siglo anterior, y los guardó en un lugar especialmente creado para ellos. Lo llamó el Gabinete de los objetos obscenos.
Poco después, en 1823, este recinto especial pasó a llamarse Gabinete de los objetos reservados. En 1860 Alejandro Dumas (1802-1870), nombrado por el libertador italiano Garibaldi (1807-1882) jefe de excavaciones y museos de Nápoles, le cambió el nombre por el de Colección Pornográfica, palabra que de todos modos ya había inventado 2300 años antes el pintor griego de Éfeso Parrasio.
(Fresco procedente de la casa del Centenario, Pompeya, Museo Arqueológico Nacional de Nápoles; fresco de las Termas de Pompeya; fresco de Pompeya también en el Museo Arqueológico de Nápoles; imagen de una sala o comedor íntimo (triclinium), donde se aprecian los lechos en donde los pompeyanos comían y bebían recostados, Pompeya.)
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