Tuve la ocasión de leer esta novela tras escuchar una recomendación en la radio, mucho antes de que al autor le otorgasen el Premio Príncipe de Asturias (hay pruebas en twitter que lo corroboran…). Como aficionado a la novela negra, a los Marlowe, Holmes, Poirot, Spade, Wolf y demás, se me ofreció la posibilidad de volver a disfrutar de un nuevo título al descubrir que los herederos de Raymond Chandler le habían encargado proseguir con las aventuras de Marlowe.
Comienza con un homenaje al estilo de Chandler: una mirada al exterior de su despacho, (como en tantas novelas suyas), la afición de Marlowe por las piernas de las mujeres y la acidez de sus pensamientos.Presenta a Bernie Ohls, de la oficina del Sheriff, como un aliado presente en las novelas anteriores. Se puede decir que es una declaración de intenciones y un guiño a los lectores, en el que se dice: aquí lo tenéis de vuelta, amigos, nada ha cambiado. Marlowe se aburre en su oficina y una mujer impresionante acude a él para contratarle. De nuevo la conversación repleta de medias verdades, provocaciones con las miradas y los silencios, la pipa de Marlowe jugueteando entre sus manos… Sale a la calle y el calor sofocante, su mirada crítica y ácida de la sociedad y sus idas y venidas por las calles de Hollywood nos llevan de nuevo al mundo olvidado, en el que Philip Marlowe se pasea con su sombrero calado hasta las cejas. .
No me extenderé más. Para el lector de las novelas de Chandler, “La rubia de ojos negros” no le defraudará. Y, por supuesto, para aquellos que les guste la novela negra, tienen un título que tampoco les defraudará. Posee todos los ingredientes para que nos sintamos cómodos con una novela bien escrita.