La Ruta de los Pueblos Blancos es el itinerario cultural y turístico más antiguo de Andalucía y uno de los primeros en ser pregonado por España.
Une Cádiz y Málaga por tierras del interior, en un lugar donde los valles y las alamedas quedan al resguardo de los vientos marinos y donde aún están lejos los caminos del norte.
Las dinastías almorávide y almohade que llegaron a la Península para frenar el avance cristiano mediado el siglo X reforzaron estos pueblos, trazando su fisonomía urbana y marcando las pautas de su arquitectura humana.
Luego fue tierra de frontera cuando los ejércitos de los Reyes Católicos, a finales del XV, presionaban Granada por todos sus costados.
La Ruta de los Pueblos Blancos tiene un principio y un fin.
El principio lo establece la ciudad gaditana de Arcos de la Frontera, que es blanca y hechicera, y está recostada sobre una muela rocosa, ceñida al meandro que dibujan las aguas del río Guadalete. El final de la ruta está en Ronda, que es el paradigma de las ciudades románticas españolas. (El Mundo)