La Sanguchería, más allá del tiradito y el nikkei
La Sanguchería nos da a conocer una parte de la gastronomía peruana que, hasta ahora, permanece más en la sombra. De la cocina peruana tenemos claro que el ceviche, el tiradito y la fusión con la japonesa, la Nikkei, forman parte de su identidad. Pero también hay que decir que hay otro tipo de oferta gastronómica quizá no tan "sofisticada". Porque muchos de los peruanos no toman cada día esos platos, igual que nosotros no tomamos paella ...aunque lo parezca y lo hagamos con cierta asiduidad. Hay otras opciones que son habituales y que integran todos los ingredientes y elaboraciones típicos del país: los sanguches. Mucho más informal pero igual de válida si nos apetece una comida rápida buena y mucho más económica.
No hace mucho tiempo que en Barcelona hay un local que ofrece sanguches. Y no digo un nuevo local que ha abierto puertas, ya que curiosamente comparte espacio con un restaurante que ya existía. Como si fuera un "Abierto hasta el amanecer" pero sin sangre ni zombies, el restaurante familar cambia su oferta dependiendo de la hora del día en que se visite. Para tomar los sanguches hay que ir de martes a viernes a partir de las 19 h o los sábados en horario de mediodía de 13 a 15:30 y también por la tarde de 19:30 hasta la medianoche.
Marina es la encargada de dar a conocer esta oferta gastronómica en La Sanguchería. Su pretensión es ofrecer los sabrosos bocadillos a un precio justo. Y lo consigue teniendo en cuenta que los sanguches rondan de media los 5 euros y son bien completos. En su carta podemos ver algunos nombres que ya nos resultan familiares como chicharrón, lomo saltado o anticuchero. Podríamos decir que son los platos tradicionales adaptados a formato bocadillo.
Las carnes que utilizan para poner entre panes son maridadas durante horas. Con una buena cocción a la temperatura adecuada para que no se pierda nada por el camino, el resultado es jugoso y lo acaban redondeando con salsas preparadas y pensadas para cada sanguche. Buscando el equilibrio de sabores, vemos unas interesantes combinaciones como la de su Sanguche de Chicharrón en el que la panceta de cerdo se mezcla con la cebolla morada y el camote (boniato para nosotros) y que me obliga a recomendar efusivamente esta opción.
El de lomo saltado, acabado con pimientos en salsa de ostras y soja, recuerda a los sabores asiáticos tan integrados en la cocina de este país. Tampoco es merecedor de descarte. Y, además, los vegetarianos están de suerte, y no por encontrar una opción para ellos, que ya debería ser algo habitual que no debería celebrarse, sino porque su hamburguesa hecha con tres tipos de quinoa es de las mejores que puede elegir cualquier público. Sabrosa y con una textura crujiente cómo pocas.
Si vas con un poco de tiempo, es buena idea pedirse un par raciones como entrantes para compartir mientras que se hacen los sanguches. Sus empanadas de ají de gallina o sus alitas de pollo chiferas son buenas para ir ambientándose, aunque no faltan elaboraciones más típicas de barcelona como sus patatas bravas o unas croquetas de la casa. Esta posibilidad para aquellos que prefieran algo más clásico también está en sus sanguches, ya que vemos que no falta un pepito de ternera o uno de pollo a la brasa.
En la Sangucheria se come bien, muy bien. Una comida auténtica, sabrosa y sin que la hayan bautizado con el apellido gourmet tan prostituido en muchos casos, que solo sirve para justificar precios algo desorbitados. No es el caso. Marina empieza con los pies en el suelo y sin aires de grandeza, con toda la humildad posible. De esta forma, conmigo, ya tiene mucho ganado. Ahora seguir trabajando para crecer poco a poco y así tener su propio local independente. Ojalá no tardemos mucho en conocer esa buena noticia.
Mientras, no esperéis a daros un gusto. Porque ir a comer uno de sus Sanguches es algo que te sorprenderá.
Y recordad, no os paséis de largo. Los encontraréis en Travessera de Gràcia, 45, aunque su toldo diga otra cosa.