POR FERNANDO GALLEGO, HISTORIADOR, COLABORADOR DEL ÁREA DE HISTORIA DEL SEVILLA FC.
Cuenta la leyenda bereber que en una zona montañosa al noroeste de sus dominios, muy cerca del mar Mediterráneo, se había avistado una manada de leones. Era tal el temor de los habitantes de esta insigne tribu hacia los felinos que enviaron a sus mejores guerreros para que hicieran frente a los dos últimos leones que quedaban. A partir de entonces llamarían a la montaña donde se produjo la batalla contra las fieras con el nombre de Uharu, <<Montaña de los leones>>. Los pobladores musulmanes que decidieron instalarse a los pies del promontorio en el s. X d.C. denominaron a su ciudad Wahrán -Orán-, manteniendo el significado etimológico bereber.
Para el año 1923, y gracias a lo acontecido el año anterior, los leones a los que los oraneses temían eran los once que componían la alineación del Sevilla Foot-Ball Club, a saber: Avilés, Herminio, Ismael, Barragán, Ocaña, Gabriel, Escobar, León, Kinké, Spencer y Brand.
L’Echo d’Alger, 11 de mayo de 1923.
Orán, 10 de mayo (de nuestro corresponsal particular). – Los gallos oraneses han conseguido vencer a los leones de España por 1 a 0.
Aquel mayo de 1922, a la vez que se inauguraba en Barcelona el campo de Les Corts -escenario privilegiado de nuestro primer título liguero-, los componentes del Sevilla Foot-Ball Club se aventuraban a emprender la que sería la prístina gira fuera del continente europeo. Ya con las botas puestas, haciendo gala de un modo de juego preciosista, de toque corto, y de la casta y el coraje de los cuales cincuenta años después nos hablaría el maestro Osquigilea, el Sevilla llevó a cabo una remontada épica que nos convertiría en vencedores de una majestuosa copa de plata.
Pero este galardón donado por la colonia hispana en Argelia, y que fue entregado por el presidente de la Cámara de Comercio española a Kinké, no quedaría huérfano en su regreso, sino que vendría acompañado de un regalo realizado por el club que fue nuestro rival en tierras extranjeras. Obsérvese el peculiar estilo de ambas piezas de orfebrería, bastante atípico en comparación con las creaciones de platería española:
Pero volvamos a nuestra segunda salida a Orán; partiendo de Sevilla hacia Algeciras, y de allí a Ceuta, la caravana sevillista emprendió posteriormente un periplo por la costa septentrional africana. Tras un fatigado viaje a bordo del navío Gibel-Zerjon, los componentes de la expedición, con el Dr. José Manuel Puelles a la cabeza, fueron recibidos por una comitiva de la Association Sportive Marine Oranaise (A.S.M.O. en adelante) y una marabunta de seguidores de los componentes de la ``línea del miedo´´ que ansiaban ver a sus ídolos.
L’Echo d’Alger, 10 de mayo de 1923.
Calurosamente acogidos al desembarcar por el comité del A.S.M.O., y una masa de admiradores de los Kinké, Spencer, Bram (sic) y compañía, nuestros huéspedes han sido conducidos al hote Continental dónde se alojarán durante la semana que deben pasar con nosotros.
Al finalizar tan efusivo recibimiento, al cual se mostraron muy agradecidos los sevillanos, se trasladaron directamente del puerto viejo al corazón de Orán, concretamente a la Plaza de Armas, donde se encontraba el afamado hotel Continental, que pasaba a convertirse en el habitual hogar sevillista durante sus estancias en tierras argelinas.
Para esta gira se habían programado dos partidos, pero en esta ocasión el oponente no sería solo el A.S.M.O., donde jugaba un viejo conocido del sevillismo: Vicente Alcocer; sino también el Gallia Club D’Oran, que deseaba medir sus fuerzas con los sevillanos. Ambos clubs, hoy día desaparecidos, llegarían a conquistar el Championnat d’Afrique du Nord de Football, el máximo trofeo al que un club magrebí puede aspirar, convirtiéndose así en leyendas del deporte rey en Argelia.
Los partidos, que se disputaron los días 10 y 13 de mayo, causaron gran expectación entre los oraneses, que acudieron en masa al Estadio de la Marina, engalanado especialmente para la ocasión; e incluso grandes personalidades como Georges Vallat, árbitro internacional francés durante las Olimpiadas de París en 1924, el sr. Jules Molles, alcalde de la ciudad y diputado en París, y Teodomiro de Aguilar y Salas, cónsul de España en la ciudad, presenciaron los encuentros entre argelinos y sevillanos.
Los marcadores fueron el aspecto más negativo del viaje, pues depararon sendas derrotas, contra el Gallia por un goal a cero, y contra el A.S.M.O., que efectuó su revancha por lo sucedido en 1922 endosando al Sevilla F.C. un 3 a 1. Además, la prensa destacaba una polémica surgida por unas declaraciones –suponemos que fuera de tono- del capitán sevillano Ocaña, que fueron durante unos días tema de conversación en los corrillos de la ciudad, y que tuvo que ser enmendada por el doctor Puelles mediante una carta en la que presentaba sus disculpas. No obstante, y más allá del desenlace de estos <<matchs>> donde los futbolistas no dieron el rendimiento esperado en cuanto a resultados, la impresión causada fue muy positiva, pues las alabanzas a los sevillistas abundaban en las páginas deportivas de los diarios de la época:
L’Echo d’Alger, 14 de mayo de 1923.
¿Han ganado los mejores? No. El equipo de Sevilla es de gran clase y es un honor para el Gallia y la Marina haber podido enfrentarse a sus ataques rápidos y batirlos. Los visitantes practican un juego a ras de suelo a la perfección, que sirve a sus miembros para un buen desarrollo [del control del balón] y juegan con la cabeza con maestría. Ellos dejan entre nosotros un muy buen recuerdo y es con este placer con el que los volveremos a ver, ya que es a través del contacto con ellos como nuestros hombres se han perfeccionado hasta el punto de que, con el apoyo de este factor, han podido evitar ser batidos por sus maestros.
En reconocimiento al buen juego desplegado, a los aplausos arrancados a los aficionados oraneses y al cariño que los argelinos profesaron hacia sus invitados, la expedición trajo consigo un bonito recuerdo que hace que la historia del Sevilla F.C. viva imperecedera al paso del tiempo en las entrañas del Ramón Sánchez-Pizjuán.
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