Comparte y disfrutaDesde Soto en Cameros, la semana roja vuelve a Chamberí, de donde nunca debió salir, pues todo el mundo sabe que es el centro neurálgico de la izquierda mundial.
Para muestra un botón: Fausto Fernández preguntó a Ignacio González (el vicepresidente de la Comunidad de Madrid que según los espías de Granados se pasea por Colombia con bolsas de contenido desconocido) por el campo de golf de Chamberí, con el que benefició a los socios de su hermano y de su cuñado y que la justicia declaró ilegal. “Eso no me lo dices en la calle”, respondió el dirigente del partido de los hijoputas y las peinetas universitarias. Salió Fausto a la calle, cogió un ordenador, y se lo dijo en la calle.
El 16 de febrero de 1936 el Frente Popular venció en las últimas elecciones democráticas en muchos años: la derecha le dijo a la ciudadanía que eso no se lo decía en la calle. En Acero Blochevique hemos leído un recuerdo de aquella victoria de la izquierda y, por tanto, de la democracia. Mientras, Rafa nos contaba desde Kabila unas intensas jornadas sobre memoria histórica.
La semana política ha girado sobre el nuevo mantra de moda: un pacto de Estado que nos permita renunciar a unos pocos derechos adquiridos y a cualquiera que pretendamos conquistar. Inés situaba el debate frente a las palabras huecas. En el Congreso de los Diputados se discutía, presuntamente, sobre la crisis. En los medios no se podía encontrar el discurso de Gaspar Llamazares, diputado de la tercera fuerza política: había que buscarlo en el blog de Àngels. A veces los diputados se ganan el sueldo, por mucha demagogia que haya al respecto: viul reflexionaba sobre las remuneraciones y privilegios de nuestros políticos.
Sin necesidad de pactos, casi todos los partidos se ponen de acuerdo en algunas cosas: mientras en Holanda se rompen los gobiernos para salir de Afganistán, en España la Comisión de Defensa autorizó el envío de más tropas a la guerra con el voto a favor del PSOE, PP, CiU, PNV y UPyD mientras IU mantenía la bandera del No a la guerra. Ceronegativo nos lo contaba preguntándose por la famosa pinza. Mientras, en Diseccionando El País veíamos las manipulaciones que hay sobre esta guerra de ocupación: podemos ver en fotos a marines estadounidense defendiendo a un padre y su hija de los talibanes malos… Lo malo es que el mismo padre y la misma niña son defendidos por distintos marines y en distintas poses en distintas ediciones de los diarios lo que hará que algún malpensado sospeche que la foto no es más que teatro para convencernos de las bondades de la guerra.
Para pinza la que hay que ponerse en la nariz al ver cómo el ayuntamiento en el que más voto al PSOE hay de España, Parla (Madrid), se regala suelo público para escuela concertada. En Moscas en la Sopa se señala con acierto que lo que nos debería diferenciar a la izquierda es la defensa de lo público.
En la RASD se celebraba una carrera ciclista solidaria con el pueblo saharaui de la que se deba cuenta en Gotes d’aigua. En Euskadi era Mikel Arana quien reflexionaba sobre la posibilidad de conseguir la paz a raiz de la reciente declaración de la Izquierda Abertzale. Y Luis Ángel Aguilar nos contaba la curiosa iniciativa de los Pazyasos. Y mientras tanta gente hace cosas por conseguir un mundo más justo y pacífico, otros siguen empeñados en la censura, la amenaza y la inquisición: en El Espeto Victoriano se denunciaba la victoria del integrismo cristiano que ha conseguido cerrar una exposición porque a los nuevos torquemadas no les gustaba que otras personas pudieran verla libremente.
Por último, quiero señalar un texto que me gustó mucho: somos un país en el que hay muy poca militancia política y en el que la escasa cultura democrática estigmatiza la militancia política. Por eso hace ilusión ver cómo la utilidad de la militancia es reconocida cuando la aprovechamos para dar voz a colectivos que no tendrían voz sin IU. Manolo Lay cuenta su caso, que es representativo de algunas de las gratificaciones que permite la militancia en Izquierda Unida.
La semana que viene La Semana Roja será elaborada por Lidia. Como no está muy lejos de Chamberí, es posible que no le salga mal. Confiemos en ello.