Esta historia nos sitúa en la cotidianidad de tres jóvenes amigos universitarios (desconocidos Brenton Thwaites, Olivia Cooke y Beau Knapp) que se preparan para la mudanza a la otra punta del país durante un año de la chica, novia de uno de los dos muchachos para más señas. Poco antes de ponerse en carretera un hacker contacta con ellos, les muestra sus molestas habilidades informáticas y coloca así un anzuelo que raro es el pez que no muerde. Así las cosas, deciden localizar al cerebrín sobradete y desviarse un poco en su camino para darle una lección. De lo que viene a continuación solamente podemos añadir por el bien de no desvelar más de la cuenta que tenemos un enorme fundido en negro, literal y figurado, y la aparición del personaje de Lawrence Fisburne, cuya presencia en la pantalla va de menos a más conforme nos vamos acercando a la solución de tanto enigma.
El debutante en estos menesteres William Eubank nos presenta una película con un prometedor principio que juega con el desconcierto del espectador, que lo único que va teniendo claro es que no está viendo una road movie, justo lo que en apariencia teníamos ante nuestros ojos. Luego el quid del asunto va poco a poco residiendo en saber cuándo y de qué manera se nos desvela la incógnita.
Y no es el principio misterioso lo único bueno de este trabajo de estética e iluminación hospitalaria y galardonado en el último festival de Sitges con el premio a los mejores efectos especiales; sin embargo, ahora viene la parte menos recomendable, el entramado tiene unos cimientos basados en la confusión excesiva y la inconsistencia que transmite la idea de que el guión no posee mayor trasfondo que el que se nos muestra, y aquello que no se nos enseña para que el respetable saque sus propias conclusiones de igual forma está sin concretar previamente. Todo ello nos hace pensar en que si le das más vueltas de lo imprescindible, te toparás con una bonita aunque delicada torre de naipes ante la que no puedes estornudar debido a la certeza de que se vendrá abajo por su propia precariedad y la carencia de profundidad en todos y cada uno de los personajes que aparecen.
A pesar de lo que se antoja torpeza de novato por parte del realizador tapando los agujeros argumentales con “luces de distracción”, queremos aclarar que la ausencia de pretensiones y el espíritu de entretenimiento del receptor son el bálsamo ideal para visionar unos primeros pasos en el cine por parte de un cineasta que no está tocado por la varita de la genialidad precoz, pero que sin duda tiene cualidades que explotar en futuras empresas. Osadía no le falta, e imaginación y fundamentos técnicos, desde luego tampoco…
La cuestión reside en si La señal logrará sorprendernos al final con este batiburrillo con potencial, de lo que depende de manera capital nuestra impresión global y la sensación con la que salgamos de verla. Les deseo suerte.
Dirección: William Eubank. Título original: The Signal. País: USA. Duración: 96 min. Año: 2014. Género: Ciencia-ficción, thriller. Intérpretes: Brenton Thwaites (Nic), Olivia Cooke (Haley), Beau Knapp (Jonah), Laurence Fishburne (Dr. Wallace Damon). Guión: William Eubank, Carlyle Eubank y David Frigerio. Producción: Tyler Davidson y Brian Kavanaugh-Jones. Estreno en España: 13 Febrero 2015.