Revista Medio Ambiente

La seta de la guerra que huele a muerto

Por Davidalvarez
La seta de la guerra que huele a muerto
La seta de la foto no tiene una historia muy común, se trata de una especie originaria de Australia y Nueva Zelanda que actualmente se distribuye por varios países de Europa e incluso en Estados Unidos. En Asturies se la conoce como Calamardo o Calabrez (Clathrus archeri) y la primera cita de esta especie en Europa se produjo en Francia en 1914, justo al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Este hecho hizo que se pensara que sus esporas llegaran en el forraje de los caballos que traían los soldados australianos, aunque también se dice que esas esporas pudieron llegar adheridas a la lana de las ovejas importadas de Australia.
Aunque su origen no está del todo claro, lo cierto es que actualmente es una seta otoñal relativamente frecuente en la cornisa cantábrica, sobre todo en suelos de bosques caducifolios en la orilla de los ríos.
La seta de la guerra que huele a muerto
El aspecto de esta seta no es el típico al que todos estamos acostumbrados, no tiene pie ni sombrero, sino que tienen entre cuatro y ocho tentáculos de color rojizo que emergen de una capsula blanca (la gleba) que es el tejido fértil.
Pero aparte del aspecto, una de las características mas llamativas de esta seta es el olor nauseabundo que desprende, que se parece al olor de un cadáver en descomposición. Este olor, unido al aspecto carnoso de los "tentáculos" atraen a las moscas y otros insectos descomponedores que al posarse se quedan impregnados con las esporas, que de esta forma son dispersadas.
El recurso del olor a muerto para atraer a los insectos no es exclusivo de los hongos, sino que también es utilizado por algunas flores, como la flor gigante Amorphophalus titanum, para atraer a los insectos, en este caso para que la polinicen. Cómo dos seres vivos han llegado a una solución similar para un problema parecido es un caso mas de convergencia evolutiva.

Time lapse de la floración de una Amorpholphalus titanum en los Selby Botanical Gardens, Sarasota, EEUU.
Habiendo olido el intenso aroma de una seta de poco mas de 4 cm, no me quiero ni imaginar cómo olerá una flor de casi 3 metros de altura.

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