Pablo de Tarso, es uno de los personajes más controversiales, amado por algunos, odiado por otros, como consecuencia de lo que hizo de las enseñanzas de Jesús, porque Pablo de Tarso, el creador del cristianismo, traicionó algunos de los mensajes de Jesús.
Hemos de recordar que Jesús fue hasta su muerte un hombre judío, quien nunca manifestó ni promulgó ninguna religión más allá que la forma de vida fundamentada en el amor, ese amor que tiene su raíz en el hebreo y que designa a todo que hace fructificar, así, cuando Jesús dice Ama al otro como si fueses tú mismo, lo que en el fondo manifiesta, es haz fructificar, crecer, evolucionar al otro, como debes hacerlo contigo mismo, porque sólo quien hace crecer a otra persona en todo sus niveles, puede decir que ama.
Este Hub, este amor fructificador, no tiene su significado en el Eros, pero sí se entrelaza, porque lleva a sentir al cuerpo, primer lenguaje que nos traslada a D/os. El Eros fortalece el lenguaje corporal y crea un sendero hacia el HBA, el séptimo lenguaje, el amor espiritual, que crece y se expande, siendo este recorrido entre el Eros y el HBA a lo que se le designa Sexualidad religiosa.
La poeta Carmen Berenguer dice en uno de sus poemas Mi carne para su goce, mi orgullo para su látigo, mi protesta para su cárcel, mi infierno para su edén. Y tomo estos versos para comenzar un estudio breve sobre la visión de la sexualidad en san Pablo, porque en cada uno de ellos, quizá inconscientemente, se manifiesta de manera concisa el mensaje paulino.
Es claro que entender por completo el pensamiento paulino es imposible, sin embargo, bajo la hermenéutica, explicaré desde un lenguaje sencillo, el significado del respeto al cuerpo, desde la visión ética más nunca moral.
Actualmente se vive en un ambiente de nuevas propuestas en donde la apertura a la sexualidad cada vez se manifiesta con mayor plenitud y seguridad, sin embargo, alrededor de esta bella libertad, se tienen pensamientos equívocos sobre las enseñanzas de las religiones, siendo el cristianismo la más juzgada, a causa del mal entendimiento de sus enseñanzas, causada por la carente explicación que en ocasiones se tiene, y porque se antepone la moral propia a las enseñanzas éticas de las cartas paulinas. Aunado a ello, se une la concepción de D/os, la cual tristemente se ha manejado a conveniencia de intereses personales y/o jerárquicos.
Es por ello, que como punto central resaltaré como el pensamiento paulino sobre la sexualidad, no se separa de pensamientos como los de Simone de Beauvoir.
Es de resaltar lo importante que es tener claro el contexto histórico en el cual se desarrolló este pensamiento, sólo así se podrá crear una hermenéutica pura que nos conduzca a comprender el origen del mensaje y su objetivo, de esta manera, aunque no estemos de acuerdo, podremos ampliar nuestro horizonte a partir de un sentido crítico que nos lleve a evolucionar como seres humanos.
En la Primera Carta a los Tesalonicenses 4,1-8, se habla de dos conceptos que no se entienden con claridad, la Santidad y la Castidad, ¿de qué nos hablan? Castidad, originalmente significa tener pureza ritual, sin embargo, conforme se dogmatizaron estas palabras se entendieron bajo una connotación moral y física; y Santidad, tiene su origen en todo lo que lleva a ser virtuoso, puro en cada pensamiento y hecho, todo lo que se separa del egoísmo, y tiene su nacimiento en D/os, por ello, cuando se dice Ser Santo como D/os es santo, lo que se trata de decir, es, ofrece, haz crecer al otro sin pretender sacar ventaja, se puro, y casto, ama desde la inocencia y la virginidad espiritual que te hace ver al otro como alguien nuevo y como reflejo de ti mismo. Esta enseñanza no está pidiendo una castidad y santidad del cuerpo, sino espiritual, lo cual nos hará entender que no debemos tratar al otro como un instrumento de satisfacción genital, sino como un ser humano, quien se está ofreciendo a sí mismo.
Para Pablo, Jesús es la base de sus exhortaciones, enseñanzas y enfoca la ética cristiana desde la voluntad de D/os y no desde la Ley, mostrando que la ética de un amante de D/os debe ir hacia la Santidad partiendo del cuerpo, por lo tanto, debe alejarse de la fornicación y de los deseos de la carne.
Pero detengamos unos minutos en esta frase que es controversial. En sentido religioso la fornicación implica utilizar al otro dañando a un tercero para satisfacer tus necesidades, esto es lo que se trata de impedir, no se habla de no ejercer una vida sexual, sino de llevarla a cabo sin causar daño. Esta instrucción tiene su origen en la manera en la cual se trataba a la mujer en Imperios como el romano y el griego, en donde se le exhibía, intercambiaba y desechaba conforme la edad o las necesidades del varón, este tipo de fornicación, o de tráfico, por decirlo así, es lo que se condena en la voz de san Pablo.
Si nos dirigimos ahora a la Carta a los Gálatas, Pablo toma otro tema importante, la libertad, de la cual menciona que no debe de utilizarse para bienes propios, especialmente el de la carne, pero al decir de la carne, no está hablando de la cuestión sexual únicamente, sino de todo lo que sólo sea para satisfacer un capricho, de esta manera, al suprimir la Ley, Pablo resalta que un amante de D/os no debe abandonarse a situaciones de felicidad, sino a experiencias que lo lleven a existir con alegría.
En este punto es bueno recordar, que la felicidad no es un lugar teológico, particularmente porque llega por cosas materiales, y por eso, así como viene se aleja, en cambio, la alegría llena el corazón, la mente, los siete lenguajes, y hace al hombre fructificar, por eso, la alegría es inseparable del Amor o HBA.
Para san Pablo, la libertad, es el mayor don que D/os otorga a la humanidad, porque lo conduce a hacerse responsable no sólo de sí mismo, sino del otro, es decir, lo lleva a conocerse a sí mismo a través del otro y viceversa.
La libertad debe tener su origen en el amor y en la alegría, sólo así podrá ser liberadora y al mismo tiempo sanadora, siendo este momento donde el hombre muere para resucitar en la libertad dada por D/os, esa libertad ofrecida para conocer al otro desde el interior, conduciéndolo a una transformación.
En la Primera Carta a los Corintios 5, 1-13, Pablo habla sobre el incesto y sobre la amonestación contra los pecados sexuales, en donde se explica, que el incesto tiene su problemática en la mentira, en la traición y en el egoísmo, provocado por un deseo genital, así Pablo no condena la sexualidad, sino los sentimientos y acciones negativas, que llevan a la persona a perderse a sí misma, porque quien actúa de esta manera, dejará de vivir en Libertad, es decir, de responsabilizarse del otro, perdiéndose únicamente en sus deseos sin importar las consecuencias, dañándose no sólo a sí mismo, sino creando estrías sociales.
Estas enseñanzas nos llevan a comprender que no es el cuerpo ni la sexualidad lo condenable, sino la manera en como se llevan a cabo. Así san Pablo, al tomar la levadura como símbolo, índica la corrupción que trae consigo el mal, porque el mal en sí mismo no tiene sentido, lo tiene cuando se deja de actuar con libertad responsable. El egoísmo es como la levadura, con un poco de calor se expande y crece, en cambio el pan ázimo crece por si mismo sin necesidad del calor, porque crecerá al ritmo de D/os, custodiado por la razón, la contemplación y el Silencio, bajo el manto de la trasparencia mental y de la pureza de intención, donde no cabe el egoísmo.
Es verdad que Pablo, habla de los vicios sexuales, incluso los enumera, muestra y denuncia, describiéndolos como Paganos, es decir, fuera de D/os, de la ciudad de D/os. Es de aclarar, que, bajo la lectura bíblica, la voz Pagano se refiere a quien no ha hecho de sí mismo una ciudad de D/os, como menciona san Agustín, así, cuando se menciona el Pueblo elegido, no se está hablando de un pueblo físico particular, sino del interior de cada persona que se ha aceptado ser en sí mismo un pueblo para D/os, un ser que caminará su vida bajo sus mandamientos.
Es así como san Pablo, contrapone la Libertad pagana, de la Libertad divina, la primera la llama libertinaje, porque tiene su raíz en el egoísmo y en el yo, en cambio la segunda, germina de la responsabilidad.
Pablo no condena la sexualidad, incluso menciona que el amante de D/os está unido al Señor por una relación personal-corporal, sólo condena y llama fornicación, al acto egoísta que separa el cuerpo de lo divino, que conduce al ser humano a olvidarse de D/os y del semejante, para extraviarse en sí mismo. Sin embargo, se resalta que, en este tipo de actos, el fornicador, se encuentra con su contraparte, es decir, quien realmente se entrega con amor y verdad, cumpliéndose el Tikum Olam, es decir, está destrucción - construcción del universo.
San Pablo retoma las enseñanzas de Jesús, quien ha dejado dicho que el cuerpo de cada hombre y mujer, pertenece a D/os, de ahí que san Agustín mencione que el Hombre es la ciudad de D/os y que Santa Teresa de Ávila designe a cada uno de los lenguajes como las moradas de D/os. Por ello, cada cristiano es parte de la Iglesia, o cada judío de la Sinagoga, el musulmán de la Mezquita, y el hinduista y el budista del Templo, porque no se habla de lugares físicos sino de ese lugar donde habita D/os, y cuando esta ciudad es invadida por el poder y el egoísmo se habla de fornicar.
Por esta razón san Pablo, explica que el fornicario se degrada a sí mismo al entrar en contacto con la carne manchada de su cómplice, al contrario de quien vive en, por y para D/os, el cual no pertenece a la Carne del individualismo sino a la Carne de la Humanidad, es decir, a la del Espíritu.
El fornicador peca contra su propio cuerpo y su interior al separarse de D/os a través del daño ejercido a su semejante, despojándose del llamado destino glorioso, es decir, de la plenitud de su día a día.
En la teología paulina el amante de D/os es considerado el sacerdote de su propio cuerpo, el cual se devela el santuario desde donde sirve a D/os y desde el cual protege a su prójimo, para no profanarlo, de ahí que exhorte a los romanos a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo, grato a D/os como parte de su servicio espiritual (Cf. Rom. 12,1).
En la Carta a los Corintios 7,1-40, al hablar del celibato, expone como punto principal la virginidad como algo bueno, porque los que se casan tendrán tribulaciones a causa de la carne (Cor. 7,26-28). Aclaro, que no se está hablando de una virginidad física, sino espiritual, una virginidad del corazón que lleve a ver a la pareja cada día, como sí fuese el primer encuentro, de está manera, no se pretenderá buscar satisfacción en otros dañando la experiencia de vida, y sobre todo se evitará traicionar la alianza. Por esta razón se remarca la virginidad como parte fundamental del estado de vida superior del matrimonio, la virginidad espiritual hace que la rutina no provoque la resequedad del amor, el cual puede perderse dentro de un mundo material y mortal. En contraparte quien es virgen, abandona las preocupaciones del día y al estar en su hogar, con su pareja revive cada día el primer encuentro, ve, ama, toca y se entrelaza con la o el amado como el mismo amor, deseo, misterio y excitación de la primera vez, escucha y dialoga con su pareja con el mismo anhelo de conocerla y forjar una historia de vida. Por esto el matrimonio en el pensamiento paulino es considerado un don de D/os, porque hace a la pareja vírgenes de cuerpo, de emociones -sentimientos, instintos, sensaciones, razones, de sexualidad y de espíritu.
Es así como este celibato y virginidad espiritual hacen que un matrimonio viva en igualdad, porque está lleva al crecimiento individual evitando la frustración y con ella la tristeza que provoca la monotonía. De ahí que la sexualidad para las grandes religiones se considere una Caridad, pero una caridad entendida como dar limosna, sino como Caritas, la cual tiene como fundamento hacer crecer, ofrecer algo para que la persona se llene de vida.
En este punto Pablo se enfoca en el significado semítico de Virgen, cuya voz hebrea es almá, como lo menciona el libro de Isaías, es decir, desde la pureza e inocencia espiritual, y no desde el partageno s, griego, el cual si se relaciona con el himen.
Otro punto, es el adulterio, cuyo significado en sentido bíblico se relaciona con el amante de D/os que traiciona sus mandamientos para beneficiarse a sí mismo olvidándose de D/os; así al hablar del adultero o la adultera se refiere a quien olvida su alianza con D/os para bastarse a sí mismo, dañando no sólo la relación sexual, sino toda relación.
La sexualidad en los Libros Sagrados se consagra y es considerada divina, porque a través de ella lo femenino y lo masculino se unen retornando al Uno, a través del orgasmo. La sexualidad en conjunto es el proceso entre la corporalidad y la espiritualidad, la sexualidad es el entrelazamiento cuántico que tienen los siete lenguajes del ser humano al actuar a través de la Palabra, la Escucha y el Silencio®, por medio del Nefesh, el Ruaj y el Neshama.
La sexualidad tiene su hogar en el Ruaj (aliento del alma-mente), y marca el sendero del cuerpo cuyo hogar es el Nefesh (aliento del cuerpo) hacia el Silencio cuyo santuario es el Neshama (aliento espiritual).
La Sexualidad se consagra porque sagrada es la vida, y la existencia es Erótica porque la espiritualidad tiene sus raíces en los siete lenguajes del ser humano, por ello, fue otorgada e impuesta en el interior del ser humano, para que así, dentro de la mortalidad de su tiempo, sienta al entrar en otro cuerpo el misterio y la belleza de la Eternidad.
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