Por: Mónica Tello 2 Octubre, 2017
Una llamada inesperada que llega en el momento apropiado, la lectura de un libro que ilumina nuestra oscuridad justo cuando más lo necesitamos, un encuentro casual con alguien que hacía tiempo que no veíamos y que marca un antes y un después... Estoy segura de que todos nosotros, en un momento u otro de nuestra vida, hemos pasado por experiencias de este tipo aunque no hayamos sido conscientes de ello o no le hayamos dado la importancia que se merece. Cuando alguna de estas experiencias acontecen, la tendencia más común, es la de pensar que su aparición se debe al azar, pero como bien dice el Kybalion "Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; sin embargo existen muchos planos de causación". Lo que coloquialmente llamamos coincidencias, no lo son, nada ocurre por casualidad, son sincronicidades.
Todos esos sucesos inesperados tienen algo en común, por un lado no son planeados y por otro son tremendamente reveladores, son decisivos a la hora de solucionar un problema que llevamos tiempo sin resolver. Mediante la sincronicidad se plasma en el plano físico una idea o solución que nuestro yo interior ya conoce pero que nosotros mediante nuestra mente racional somos incapaces de ver.
"Asombrosos hilos invisibles nos tejen, nos hilvanan, nos enhebran; coincidencias desde lo intangible nos envuelven, nos señalan, nos impregnan. Y tú y yo y todos, en humana madeja, jugando el juego sincrónicamente, como una danza que acerca y aleja a los danzantes, misteriosamente. Significados ocultos que conectan hechos, lugares, fechas y apellidos, abrumadoramente interpenetran a los que mueren y a los recién nacidos. Es no casual, insólito, curioso: entrecruzándose las realidades unen lo absurdo con lo milagroso, apareándose en sus intimidades. No estamos solos. ¿Quién diseñó este juego? ¿Qué Inteligencia pergeña el argumento? Hay algo más que late tras los velos. Lo palpo. Lo intuyo. Lo presiento". Virginia Gawel
Carl Gustav Jung y el premio Nobel de física Wolfgang Pauli estudiaron ampliamente este fenómeno, definiendo la sincronicidad como "una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicada algo más que la probabilidad aleatoria".
Hay personas a las que este tipo de sucesos les suceden mucho más a menudo que a otras. ¿Qué hace que determinadas personas sean más propensas a experimentar con más frecuencia ese tipo de situaciones?
Esas personas son más propensas a las sincronicidades porque están más receptivas, mantienen su mente en el momento presente y están atentas a los mensajes que su ser superior constantemente les envía.
Entretanto Einstein define la sincronicidad de manera extraordinaria, diciendo que es la manera que tiene Dios de permanecer en el anonimato.