Llevo casi un año sin escribir en este mar que durante tanto tiempo fue el lugar en el que nadaba entre música y palabras. Y las últimas veces ya lo hice muy esporádicamente, casi como un chapotear con los pies en la orilla en un día de frío. Creo que dejó de gustarme hablar de música cuando la música se volvió trabajo y compromisos, cuando fue un más allá del simple amor por ella, de mi amistad con tantos músicos o del mero disfrutar de un disco o de un concierto. Ahora vuelve a apetecerme, no sé el motivo, pero es así. En todo este tiempo han ocurrido muchas cosas, algunas de las que más me hayan gustado os las contaré poco a poco si mi inquietud me permite volver con regularidad a este espacio, porque casi nada me importa el orden cronológico en estos temas, con el resto ya veremos qué hacer, puede que se queden para siempre en la memoria o en el olvido o en un paréntesis espacio temporal situado en mi cabeza, el tiempo dirá. Lo que si tengo claro es que a partir de ahora este mar será de música y de cultura, las palabras ahora las escondo en mi mundo del otro lado del espejo, aunque creo que no borraré nada de lo que ya está aquí.
Iván Ferreiro y Martiño Toro en la Sala Galileo, me faltó sacar a Amaro Ferreiro
Para la vuelta a mi mar he elegido a Iván Ferreiro porque desde que salió su último disco “Val Miñor - Madrid. Historia y cronología del mundo” (no puedo amar más ese título) se me han enredado las canciones en la cabeza y no se van, a veces dejan espacio a otras, pero quedan en segundo plano, esperando un momento apropiado que siempre llega. Ya me gustaba de antes, pero casi más desde los últimos trabajos. Confieso que nunca seguí con mucha pasión a Los Piratas, no es que no me pareciesen buenos, supongo que simplemente en esa época presté más atención a otros grupos que ocupaban en ese momento mi corazón musical y me quedé en sus grandes éxitos, que reconozco magníficos. Y es curioso, estaba tan cerca la posibilidad de obsesión por tantos factores, que es raro que no se produjera. Después, en solitario, ya me fui acercando pasito a pasito hasta llegar a un punto en el que no podría prescindir de sus canciones.No voy a hacer un análisis de ningún disco ni voy a hablar de cada uno de los temas ni nada de eso, lo que me tiene feliz últimamente y quiero contaros es que he tenido la oportunidad de verle en directo dos veces en relativamente poco tiempo, en la presentación de “Val Miñor - Madrid. Historia y cronología del mundo” en la Sala Galileo el 29 de septiembre de 2013 y el 21 de mayo en la misma sala. Para mí, con un miedo a las multitudes que me impide ir a conciertos grandes, festivales y demás salvo que sean conciertos de trabajo o de amigos, con las ventajas que eso conlleva, que Iván toque en una sala de tamaño mediano y que además esa sala sea precisamente “mi casa”, es para llorar de alegría. Y si añadimos que él y su banda tienen un directo fetén y que una no es de piedra, el resultado es un orgasmo musical en toda regla.
Recuerdo el día de la presentación, estaba sentada muy cerca del escenario, como tantas veces, y pensaba muchas cosas, ya sabéis, “mi cerebro es una jungla salvaje”, así que además de disfrutar de sus canciones, pensaba en que Iván tiene un magnetismo que yo no imaginaba en la distancia, ya me resultaba interesante como “personaje”, por su forma de cantar y por las letras y, no os voy a engañar, porque le suponía un tanto peculiar y yo tengo una extraña conexión con los tipos curiosos siempre, será porque yo soy también un poco rara o porque la “normalidad” me aburre intensamente, pero en directo es aún mejor, me hipnotiza su forma de moverse y de expresar y me gusta como sonríe, ale, ya lo he dicho, un tipo con esa sonrisa revoltosa no puede ser el tipo triste que algunos presuponen por sus canciones. Y es que os aseguro que no os podéis fiar de la trayectoria musical para juzgar la verdadera personalidad de un músico. A Iván no tengo la suerte de conocerle por el momento y puede que me equivoque, aunque suelo tener buena intuición, pero en otros muchos casos de los que sí puedo hablar (y mucho, pero no daré detalles), el que parece más triste por sus canciones tiene un sentido del humor exquisito, el más chistoso puede ser un aburrido, el que más habla de amor, un canalla rompecorazones, el que va de más ligón, un fiel enamorado, el más revolucionario un farsante, y así podría seguir. También pensaba en ese primer concierto en que me gusta la relación que tienen los Ferreiro, me recuerda a la que tengo yo con mi hermana, que además de hermana siempre ha sido amiga y socia en todas las locuras que hemos emprendido juntas. Quizás ahí radique parte del secreto de los Ferreiro a la hora de crear, en ser dos cabezas tan unidas, supongo que con sus diferencias pero complementarias, como sólo pueden serlo las mentes de dos personas con una trayectoria vital y unos gustos que se han desarrollado a la par. Quién sabe, a lo mejor es todo lo contrario y yo estoy, una vez más, dejando volar mi imaginación, tenéis que entenderlo, esto no es un blog de música serio y riguroso, es un mar donde nadan ideas y notas musicales y las sirenas se dejan seducir por marineros que cantan.
De ninguno de los dos días tengo vídeos, así que recurro al videoclip de El Dormilón, sencillo pero perfecto, prometo que la próxima vez que se repita la maravilla de un concierto suyo en una sala a la que pueda ir traeré documentos sonoros
"....Él sueña con dormir cuando ella duerme y sueña con soñar lo que ella sueña..."
....“Que las noches con sus lunas y las lunas con sus huesos nos secuestren a los dos. Que las lluvias y los soles y las hojas en el suelo nos encuentren a los dos. Que los años y el presente nos sorprendan a los dos……”
* Yo sueño con que alguien me escriba algo así... sin desmerecer lo ya escrito, pero...