No subestimar al enemigo sería el primer consejo del más gris de los seres humanos; por lo que respetaremos la recomendación. Es elemental que los hermanos Castro, que han sabido mantenerse en el poder por un espacio mayor al medio siglo, tengan la astucia y previsión necesaria para evitar acontecimientos que vayan en detrimento de sí mismos. Faltar a eso sería un craso error de lógica. Sin embargo, su proceder a veces nos hace dudar.
En sus decisiones con respecto a la política nacional, ocurren hechos que a veces nos son inexplicables y caemos en lo decepcionante que nos resultan el dictador y sus asesores. ¿Cómo es posible que no exista alguien que le haya dicho al general Raúl Castro que encarcelar a Danilo Maldonado (El Sexto) sería contraproducente para su imagen y satisfactorio para el artista en cuestión? ¿Nadie le advirtió que si aquel 25 de diciembre de 2014, lo hubieran devuelto a su casa hubiesen evitado el cuño de los dos cerdos con el que hoy, como símbolo, se identifica a los hermanos Castro, y por el contrario, toda la promoción mediática que se ha suscitado para Danilo a partir de su encarcelamiento?
¡Es tan difícil tener un poco de cordura! ¡Tan arduo controlar la soberbia! ¿Qué satisfacción puede producirle a la familia Castro mantener en prisión a un artista? Diez meses después de su detención arbitraria, la dictadura ha sumado en su contra una serie de denuncias de organismos internacionales, mientras que Danilo agregó prestigio a su curriculum de artista comprometido y a su activismo político.
Si el precio a pagar por el régimen totalitario es el descrédito, a cambio de contener las expresiones artísticas en su contra con el terror de su maquinaria de poder, la práctica demuestra que es totalmente fallida. Cada vez se suman más intelectuales y artistas a la crítica gubernamental, por una necesidad lógica de justicia y honestidad consigo mismos. Así lo demuestran los intelectuales de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que hoy escriben para periódicos de noticias digitales, como Diario de Cuba, Cubanet, Cubaencuentro, blogs independientes, entre otros, en los que expresan sus puntos de vistas, solo comprometidos con la verdad y la necesidad de recoger su tiempo, y la de ser parte del logro de justicias sociales.
El escritor Amir Valle, precursor de nuestra generación en oponerse al gobierno, luego de ser censurada su literatura, y marginado de la cultura nacional, aprovecharon su presentación de una novela en Madrid, para prohibirle la entrada a territorio nacional. A Antonio José Ponte lo expulsaron de ese gremio de escritores (UNEAC), donde se supone que debemos ser defendidos, a partir de que formara parte del Comité de Redactores de una revista confeccionada en el exilio. Quien les escribe fue encarcelado sin prueba alguna, mientras se abría una campaña de descredito en la propia sede de la (UNEAC). Ahora las instancias judiciales no saben cómo arreglar el asunto de mi Revisión, sustentada mi inocencia con pruebas fehacientes, y parecen ceder ante una incriminación imposible de sostener. En días recientes, el dramaturgo y director de cine Juan Carlos Cremata, ha sido prescindido de su contrato, entiéndase anulación en el contexto nacional cultural. Todo por una obra de teatro “El rey desnudo”, donde caben alusiones al poder actual, y que accediera a ser entrevistado por un periódico digital de carácter independiente.
Vale señalar que el padre de Cremata fue una de las víctimas en aquel cruel sabotaje al avión de Cubana, que cayera en las cercanías de Barbados, allá por el año 1976. Y que hoy, esa supuesta “revolución” que debía proteger a sus hijos, independientemente de su pensar, aun cuando no coincidiera con el dogma del poder, ha violado el sagrado pacto. Lo que hace que se vuelva a reafirmar que los Castro, por su prepotencia y arrogancia característica, no están dispuesto a pasar por alto las actitudes de sus súbditos; pero sí las indisciplinas y traiciones de sus hijos y sobrinos.
El gobierno apuesta por prostituir a sus artistas. Que se mantengan en el circuito de espacios que les conceden, y de esa manera, repriman sus ideas críticas. Contener la libre expresión ha sido una línea primordial para su estructura de represión, en aras de su permanencia en el poder. Fidel Castro le enseñó a su hermano Raúl el recelo con que hay que vigilar y cohibir a los intelectuales. Le temen al poder de la palabra y sus niveles de convocatoria.
El embudo de pensamiento impuesto por la dinastía Castro, comienza a ser estrecho para todos los que desean pasar y llegar al lado del compromiso con la libertad de pensar, y la honestidad de acción.
Y a como dé lugar.
Ángel Santiesteban-Prats
Habana, 15 de octubre, “libertad” condicional.