Tras la exposición en una entrada anterior de los aspectos más relevantes de la Socialdemocracia en general y en Suecia en particular, expongo unas cuantas reflexiones.
Gasto social como porcentaje del PIB en 2013
La Socialdemocracia ha sido hasta ahora una de las alternativas al modelo capitalista más partidario de la menor intervención del Estado. Se basa en un visión liberal del socialismo, sin nacionalizaciones absurdas, con mucha libertad en el sector privado de la economía y con mucho control y uso responsable en la parte pública. Sobre este modelo se han dicho muchas cosas. En su día, Hayek pensó que llevaría a una restricción inadmisible de las libertades y se equivocó. Los partidos de izquierda en la órbita de las ideologías comunista o socialista más radical siempre han acusado a la Socialdemocracia de ser una simple gestora del Capitalismo. Su acusación ha ido perdiendo simpatizantes a medida que transcurría el siglo 20 y se mostraba la prosperidad e igualdad de los países nórdicos y a medida que pasaba el tiempo y esas ideologías eran incapaces de mostrar la más mínima evidencia teórica o empírica de que tenían una alternativa mejor. Todas las veces que se intentaron esas alternativas se llegó a un fracaso estrepitoso. Incluso si se aceptan sus excusas ad hoc para explicar los fracasos siguen sin tener evidencias favorables a sus alternativas.
Con la crisis reciente creció el debate ideológico: que si el fin del capitalismo, que si el sector financiero se ha comido al sector productivo, que si hacen falta nuevas alternativas o que si la izquierda moderada se ha vendido al neoliberalismo. Alberto Garzón, de Izquierda Unida, por ejemplo, ha incidido en esta idea (aquí dice que a la Socialdemocracia le quedan diez años), lo que no deja de ser curioso, puesto que en su libro Hay Alternativas, con Torres y Navarro, las alternativas realistas (las que muestran evidencias de ser posibles) son aquellas en las que quieren imitar el modelo nórdico.
Al lado de esta crítica está la idea de añorar la Socialdemocracia de los años 80 (Palme en Suecia y Mitterrand en Francia, p.e.) y decir que esa era la buena y que la actual es lo mismo que el neoliberalismo. A esto se apuntan el propio Garzón (aquí, por ejemplo), que parece que se apunta a todas y, para sorpresa de muchos visto el programa que presentó en las europeas, Podemos. No hay, sin embargo, en las políticas económicas que funcionaron bien en los gobiernos socialdemócratas de esa época nada radicalmente distinto de lo que hay hoy en día. Sí había, tal vez, unas creencias en algunas propuestas que, o bien no se llevaron a la práctica y, por tanto, no puede decirse que funcionaran o sí se llevaron, pero no funcionaron.
Por ejemplo, una de las medidas más alejadas de la Socialdemocracia actual y una que está en el debate actual de alguna izquierda fue la nacionalización de la banca llevada a cabo por Mitterrand. Esa medida fracasó en una Francia que, recordemos, es seguramente el país con mayor y mejor experiencia en todo el mundo en la gestión de empresas públicas. Por su parte, en Suecia, las intervenciones en los mercados que se produjeron en esos años limitaron su crecimiento. La renta per cápita, que era la cuarta del mundo, cayó muchos puestos. Los salarios apenas crecieron un 1% hasta la crisis monetaria de los 90 que, cuando llegó, pilló a Suecia en muy mala situación para afrontarla. Tras eliminar esas medidas los salarios crecieron un 35% en una década y Suecia ha campeado la crisis actual como ya quisieran muchos. Y sigue siendo una Socialdemocracia.
Esto es lo que tenemos en las sociedades prósperas más igualitarias que ha visto la humanidad. Políticos, sindicatos, empresas y economistas se pusieron de acuerdo para diseñar y llevar a cabo un sistema realista, sin ignorar las leyes de la economía. No sé si es lo que queremos imitar, cada uno decidirá. Hay otros países prósperos donde se consigue una mayor igualdad antes de impuestos y transferencias, como algunos asiáticos, y hay países prósperos en los que la mayoría de la población parece no tener preferencias tan intensas sobre la igualdad, como EE.UU. Independientemente de las preferencias personales de cada uno, la Socialdemocracia es un sistema que funciona en el sentido de mejorar la situación previa a la adopción de las medidas y en comparación con otros países prósperos. Es posible que otras políticas económicas den todavía más prosperidad y debemos seguir con la investigación y el debate. El futuro puede (y yo diría, debe) traer mecanismos, instituciones y modelos económicos muy distintos y mejores de los que tenemos ahora, pero algunas ideas que se oyen, como la nacionalización de la banca o la privatización de la sanidad no tienen demasiado sustento teórico ni empírico para ser aceptadas. Lo mismo pasa con otros sistemas económicos: ni el comunismo ni el anarco-capitalismo ofrecen evidencia alguna de que puedan mejorar las sociedades modernas.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------Hace cinco años en el blog: El perfil impreciso.
Y también: Al monte se va con botas: We all live in a yellow submarine.
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