Cada uno de los embalses de la Sierra Norte tiene su historia y/o leyenda negra. Del pantano de Alcorlo y del pueblo que yace bajo sus aguas, ya se ha contado casi todo y el réquiem se ha entonado varias veces. La nueva ermita de San Bartolomé (1.978), donde se conservan algunos de los ornamentos del antiguo templo, es todo lo que queda del pueblo.
Los hijos y amigos de Alcorlo mantienen vivo (y bien documentado) su recuerdo, así como la tristeza por la forma en que fueron tratados. Porque debe saberse (según recoge la revista La Pizarra Negra) que las expropiaciones se hicieron muchos años antes del comienzo de las obras. Los habitantes permanecieron en el pueblo mientras escuchaban rumores sobre retrasos y viabilidad del proyecto. Cuando llego la hora de marcharse, los vecinos se sintieron engañados y se negaron a abandonar sus casas. El dinero ya no daba para comenzar una vida en otro lugar.
Tras múltiples avisos, la Guardia Civil expulsó con fuerza a los últimos habitantes sin darles tiempo a recoger sus cosas y les prohibió el acceso. Algunos, jugándose el tipo, pudieron recoger algunos enseres. Los vecinos fueron alojados en el hostal de Humanes, mientras las excavadoras destruyeron el pueblo y el frontón fue dinamitado por el ejército. La gente se ubicó en pueblos vecinos: Veguillas, San Andrés del Congosto, Congostrina, La Toba, Jadraque, … como un primer paso para marchar a Madrid.Lar-ami
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