Título: La sonata del silencio
Autora: Paloma Sánchez-Garnica
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2014
Páginas: 892
ISBN: 9788408127055
Conocí en persona a la escritora Paloma Sánchez-Garnica hace ya dos años, en marzo de 2012, en Móstoles en la
presentación de su
anterior novela, Las tres heridas.
En mayo de ese mismo año la autora me concedió una entrevista
y tuve la suerte de compartir con ella una agradable tarde en el Café Gijón de Madrid, lugar
literario por excelencia. Y en noviembre de 2012 me hizo sentir parte
de su círculo más cercano cuando me invitó a la entrega del Premio Ciudad de Móstoles, donde pude
conocer a su marido, sus hijos y sus nueras.
A lo largo de estos dos
años hemos seguido en contacto gracias a Facebook, WhatsApp y el
correo electrónico. En todo este tiempo Paloma me ha demostrado que
no solo es una gran escritora si no, por encima de todo, una
grandísima persona. Es cercana, amable, educada, simpática, atenta
y, sobre todo, cariñosa. Ha seguido muy de cerca mi embarazo, que
coincidió con el de Luisa, su nuera, y Amets, mi primer hijo y Manuel, su primer
nieto, se llevan tan solo dos meses.
Aunque
en mayo me invitó a la presentación de su última novela, La
sonata del silencio,
ese día yo no estaba en Madrid, sino en Pamplona, liada con todo el
papeleo de la muerte de mi padre, y con mucha pena no pude asistir.
Pero tenía clarísimo que, después de lo mucho que me gustó Las
tres heridas, antes o
después iba a leer su última obra. Y por fin el 17 de octubre cogí
el libro en la biblioteca y esa misma noche empecé a leerlo. Sus
casi 900 páginas me han durado once días porque, por desgracia, no
me ha gustado tanto como Las
tres heridas
Quizá
el problema ha sido que tenía las expectativas muy altas. Pero el
caso es que la historia, aunque me ha gustado y me ha enganchado, a
ratos me ha resultado demasiado lenta, repetitiva, me sobraban
páginas y la lectura me costaba y se me hacía un poco pesada.
Según
la sinopsis la protagonista de esta historia es Marta Ribas, una
mujer que proviene de una buena familia de músicos y diplomáticos.
Está acostumbrada a viajar por media Europa, a los hoteles de lujo,
a la ropa elegante, a hablar francés, italiano y alemán. Pero eso
era antes, en su anterior vida. La de ahora está junto a Antonio
Montejano, su marido, médico y anticuario que no ejerce de ninguna
de las dos cosas y Elena, su hija de 18 años. Los tres intentan
sobrevivir en el Madrid de la posguerra, en un cuchitril, sin apenas
dinero para comer o vestirse, haciendo frente cada día a la
humillación, el orgullo, la nostalgia, la rabia y, por qué no
decirlo, el odio.
Porque
Antonio, injustamente, ha estado en la cárcel y eso ha afectado a
toda la familia, condenándolos a la miseria, a pedir favores, a
tragarse su orgullo para intentar sobrevivir en el Madrid de 1946.
Pero
para mí esta es una novela coral en la que todos los inquilinos del
número 10 de la madrileña Plaza del Ángel son los protagonistas.
Junto con la familia Montejano-Ribas nos encontramos a los
Figueroa-Molina. Rafael es un reputado notario que tiene la notaría
en el antiguo piso de Marta y Antonio y el mejor amigo de Antonio. Su
mujer Virtudes y su hija Virtuditas son dos meapilas obsesionadas con
juzgar y criticar a todo bicho viviente mientras se creen ejemplo de
santidad. Basilio es un joven alocado, vividor, demasiado aficionado
a la juerga y a los cócteles de Chicote, despreocupado, un niño de
papá sin oficio ni beneficio. Julita es la pequeña de la familia,
la mejor y única amiga de Elena. Su cómplice y confidente.
Otros
de los vecinos de este bloque son Mauricio Canales, juez y viudo a
pesar de su juventud, un hombre autoritario, solitario, estricto.
Doña Fermina es una anciana entrañable y cariñosa que vive con
Juana, su criada, y Camilo, su hijo, mientras día a día espera
ansiosa noticias de su otro hijo a pesar del paso del tiempo.
Y
aunque no vive en la misma casa, otro de los personajes principales
es Don Próculo, un sacerdote acostumbrado a meter las narices donde
no le llaman y a criticar, juzgar y dirigir las vidas de los demás.
Es amigo de Antonio y de Rafael desde que los tres eran unos niños.
Juntos forman un triángulo en el que los secretos, los engaños, las
mentiras, las confidencias, las confesiones juegan un importante
papel que les afecta a ellos y a sus familias. Todos tienen un pasado
oculto cuyas consecuencias llegan hasta el presente.
Conforme
pasamos las páginas vamos conociendo más a fondo a todos los
personajes, cómo es su día a día, su historia, su pasado y las
relaciones que hay entre ellos. Entenderemos por qué actúan como
actúan, aunque muchas veces no compartamos sus actos, sus
motivaciones.
Es
una historia ambiciosa, amplia, compleja, un puzzle con muchas
piezas, un collage
que nos muestra el Madrid del franquismo. La España del machismo,
los malos tratos consentidos, aceptados y normales. Una España en la
que la Iglesia regía totalmente la vida de los ciudadanos,
obligados, sobre todo las mujeres, a la decencia, la castidad, el
buen ejemplo. Una España de doble moral, en la que en función de
las clases los errores, los pecados y hasta los delitos se olvidan,
se borran de un plumazo si se tienen los contactos necesarios.
La
sonata del silencio es
una historia de triunfadores y fracasados, de vencedores y vencidos.
Una historia en la que pasado y presente se entrelazan continuamente,
cubriendo a los personajes de odio, venganza, celos, pasión.
La
misma pasión que siente Marta por la música, por el piano y por ser
una mujer libre, independiente. Pero ni las leyes, ni la sociedad ni
mucho menos su marido se lo permiten. Está atrapada en una vida que
odia, que la anula, que la desespera. Una pesadilla que día a día
la aleja de sus sueños. Y lo mismo le pasa a su hija Elena. Pero
cuando Antonio enferma Marta aprovecha para trabajar con Roberta
Moretti, una moderna y adinerada mujer de negocios que le animará a
no dejar pasar más trenes.
Tengo
que confesar que he estado totalmente de acuerdo con Roberta, y en
más de una ocasión me han dado ganas de zarandear a Marta, hacerla
reaccionar, darle una bofetada para obligarla a coger las riendas de
su vida, pero al mismo tiempo entendía a Marta. La dictadura fue una
época muy difícil que los que hemos nacido en democracia no somos
capaces de imaginar.
Precisamente
fue la aparición de Roberta lo que le dio ritmo a la novela, ya que
hasta la página 200 me costó muchísimo entrar en la historia y
reconozco que seguí leyendo porque Las
tres heridas me había
gustado mucho y, sobre todo, por tratarse de Paloma.
Hasta
entonces la lectura se me hizo muy densa, lenta, pesada. Me resultaba
incómodo la constante repetición de los apellidos de los
personajes, la excesiva y detallada descripción de sus vidas, sin
que la trama avanzase.
Pero
menos mal que le di una oportunidad a la novela y seguí leyendo
porque si bien me ha decepcionado un poco y no ha sido al cien por
cien lo que yo esperaba, he disfrutado con unos personajes a los que
les he cogido muchísimo cariño, como Marta, Roberta, Elena,
Basilio, Julita, Juana, Camilo, Hanno o Flavio y otros a los que he
odiado con todas mis fuerzas, como Rafael, Próculo, Antonio,
Virtudes, Virtuditas, Mauricio, Eutimio...
Como
he dicho antes es una novela coral en la que todos los personajes
aportan algo a la historia, todos tienen algo que contarnos, porque a
todos les ocurren cosas, buenas o malas, toman decisiones o son
víctimas, ganan o pierden. Aunque demasiado lenta para mi gusto, con
poco ritmo, hay trama, mucha trama, amor, celos, muertes, drogas,
infidelidades, pasión, porque casi 900 páginas dan para mucho.
Sin
duda para mí lo mejor de la novela es la ambientación, recorrer el
centro de Madrid junto a los personajes y acompañarlos en esos años
de dictadura y posguerra duros, difíciles, injustos, crueles. Una
época en la que cada uno intentaba sacar tajada para ayudar a su
familia, para sobrevivir. El estraperlo, las colas y las cartillas de
racionamiento, la anulación total de la mujer, relegada al hogar y
al cuidado de los hijos, sin poder trabajar, firmar un contrato o
tener una cuenta corriente sin la autorización de su padre o marido,
la omnipresencia de la religión, las murmuraciones de los vecinos,
la doble moral...
Como
me ha ocurrido con el resto de la novela, el final me ha gustado y en
parte no. Me ha dejado satisfecha la parte de Elena, pero no la de
Marta. No es el final que me hubiese gustado leer, el que le hubiese
deseado a Marta. Además, me ha parecido precipitado y he echado en
falta saber con más detalle cómo les trata la vida a Camilo,
Basilio, Mauricio o Elena.
Pero
en general es una novela que recomiendo. Si os gusta Madrid, la
música clásica, las historias de amor, las ambientadas en el
franquismo, las tramas que se entrelazan y que entrecruzan el pasado
y el presente, los personajes carismáticos, las familias que tienen
muchos secretos que ocultar, sin duda os gustará cómo suena La
sonata del silencio.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.