Imagen de un pequeño caimán. Credit: Mike Todd, Vanderbilt University
Si uno se fija en los cocodrilos y caimanes lo primero que se aprecia es su sorprendente piel, en cierto sentido, parece como si llevarán una armadura puesta, después, probablemente nuestra atención se dirija a sus increíbles fauces, estos animales son unos depredadores increíbles.Si nos preguntáramos que parte de los cocodrilos y caimanes es la más sensible, difícilmente pensaríamos que esa parte sea su piel, y es que, los prejuicios, siempre están ahí para hacernos malas jugadas. En la piel de estos animales se encuentran unos pequeños puntos cuya sensibilidad iguala, e incluso supera, la sensibilidad que tenemos nosotros en la punta de los dedos. En el caso de los cocodrilos estos puntos están distribuidos por su cuerpo, en el caso de los caimanes se concentran en su cara y alrededor de sus fauces.
Desde que se conoce la existencia de estos puntos extrasensibles en la piel de los cocodrilos y caimanes, no han parado de proponerse hipótesis sobre cual puede ser su posible función, por ejemplo, se ha propuesto que dichos puntos pueden detectar campos eléctricos y magnéticos, o que sirven para detectar la salinidad del agua, o que son poros por donde se segrega aceite que permite que la piel permanezca limpia. Ya en 2002 Ken Catania encontró que estos puntos son increíblemente sensibles a las vibraciones. Realizó el siguiente experimento, situó caimanes en un acuario a oscuras y donde se entorpecía su capacidad auditiva emitiendo un ruido blanco. Pues bien, en esas condiciones, estos puntos sensoriales de la piel les permitían girar la cabeza en la dirección en la cual se habían dejado caer gotas de agua.
Hoy aparece en Journal of Experimental Biology el trabajo de Leitch y Catania titulado Structure, innervation and response properties of integumentary sensory organs in crocodilians. En este trabajo han seguido estudiando estos sorprendentes sensores. El estudio se ha realizado con caimanes americanos y cocodrilos del Nilo. Se ha conseguido llegar a algunas conclusiones, por ejemplo, de las hipótesis antes mencionadas, ha quedado descartado que estos sensores sirvan para detectar campos eléctricos, que sirvan para medir la salinidad del agua, o que sirvan para segregar aceite, en cuanto a la sensibilidad a los campos magnéticos directamente no se ha comprobado. Por otra parte, se ha encontrado que algunos de esos puntos son sensibles a vibraciones de 20 a 35 Hertzios, lo que les permite detectar pequeñas oscilaciones en el agua, otros de esos sensores son más sensibles a la presión de lo que lo pueden ser nuestras huellas dactilares.
Este descubrimiento potencia, más aun si cabe, la imagen de temible depredadores que tenemos de estos animales, y no es para menos, ahora sabemos que tienen unos sensores que les permiten detectar pequeñas vibraciones en el agua. Aunque no vean, aunque no oigan, aun así son capaces de saber que hay algo ahí afuera, la oscuridad y el silencio no son suficientes para esquivar a estos magníficos y sorprendentes depredadores.