En la Ponferrada de finales de los 60 seguía habiendo mucho dinero, la ciudad del dólar no languidecía, la estabilidad laboral en la comarca y los altos sueldos de la minería soportaban teatro, cabaret, cines y hasta un incipiente ocio nocturno, el germen de las discotecas tuvo lugar en la calle Marcelo Macías de Ponferrada, La Strada Club, fue el origen de la época de las discotecas ponferradinas. Después llegaron Tavares, Temple, Richomnd etc, pero de ellas hablaremos en próximos capitulos de esta serie.
«Yo tenía un salón de baile en Lillo del Bierzo, el Taití, y no había mucha gente, mucha había emigrado para el extranjero y entonces pensé: Pues en Ponferrada, ahí hay gente y puede que la cosa tenga éxito, en Ponferrada no había entonces baile. Había de sociedad, estaba La Obrera, El Casino…pero al público no había ningún baile» Relata Daniel «Belenda».
«El 14 de julio de 1968, para el primer día contraté una orquesta de Astorga, pero ese día no funcionó bien…pero por fin la discoteca Strada estaba abierta al público y el día 20 se corrió la voz y ya estaba a tope», Recuerda Daniel que está a punto de cumplir 90 años y que nos relata como tuvo que pedir permiso a todos los vecinos de la casa, uno a uno y firmado, para que Gobierno Civil les diera la licencia de discoteca y el ayuntamiento de Ponferrada autorizara su apertura. Tuvo que explicarles que sólo iban a abrir de tarde, después de haber gastado el dinero…,posteriormente también abrió de noche».
«¡El éxito fue total, A tope! Bueno, por que de aquella no se controlaba el aforo, si no… -relata Daniel con una sonrisa – «Algunos sacaban la entrada con la consumición y no llegaban a la barra a pedir su copa por la cantidad de gente que había. Le pedí a Mariano Arias que me montará un equipo con tocadiscos y que sonara bastante. Entonces, otros hosteleros de la época se dieron cuenta del negocio y crearon sus propias discotecas, algunos tenían un almacén bajo su cafetería o el Temple que transformó su concesionario de coches Simca y Barreiros en una Discoteca.
«Empezaron a salir… hasta 17 aparecieron en ese tiempo. Al poner tantas, el aforo se resintió y la gente se repartió, aunque nosotros al haber sido los primeros, teníamos una clientela fija que no fallaba» relata. «Luego lo modernizamos, trajimos a una empresa de León que reformó la sala, montamos una pista metálica, de acero inoxidable que era muy bonita y permitía a los más bailarines deslizarse por ella».
La Discoteca tenía un carácter familiar, en ella trabajaron sus dos hermanos y también las mujeres.«Llegamos a ser siete personas y el local apenas tenía 100 metros cuadrados, yo no sé ni la gente que entraba… en los primeros años, se vendían hasta 400 ó 500 entradas»
««¿Cómo es posible que venga uno de un pueblo, a decirnos aquí lo que funciona o no funciona?, a los hosteleros de la época les parecía extraño el éxito de la Discoteca Strada. Comentarios malintencionados sobre el local hicieron que cayera sobre la Strada una denuncia
«Después llego «lo de los porros»» recuerda Daniel- «Y aquí venía la Policía de Redada, como se decía de aquella, teníamos a la policía dentro cada dos por tres… armaban cada una… y después mandaban los informes a Gobierno Civil…. y te multaban. Llegó un momento además que nosotros éramos incómodos por que teníamos mucha gente y hubo discotecas que abrieron posteriormente y que estaban constantemente encima de los Policías para ver si nos cerraban. – Un día nos encontraron un menor en el interior y mandaron un informe «engordado» diciendo que había en el interior gente de «dudosa reputación», era un informe nefasto y mentiroso, pero cumplió su objetivo: Nos clausuraron la sala».
La discoteca Strada se cerró durante tres meses por aquel informe y ahí comenzó la decadencia, en esos meses perdieron su clientela, que ganaron el resto, y ya nada fue igual, a pesar que la explotación era familiar y la renta no era alta, los ochenta se hicieron cuesta arriba, la llegada de los pubs a la noche, hicieron que la Discoteca Strada cerrara sus puertas en 1983.
Daniel siguió con su afición que además le ha dado de comer durante muchos años: El acordeón, con el que tiene una relación muy especial. «Toco tres horas al día» Además abrió la tienda que hoy gestionan sus hijos Daniel y Raúl, Musical Belenda.
La puerta que da acceso a lo que fue la discoteca sigue estando en su sitio