Revista Cultura y Ocio
Gelsomina, la inocencia, la ausencia de maldad, el asombro, la capacidad de fascinación ante lo nuevo y desconocido, cuando para ella todo es nuevo y desconocido....
Zampanò, el egoísmo, la crueldad, la brutalidad de una vida que enseña a golpes, no sólo físicos, sino del alma, tal vez los que a ella más le duelen....
Y Gelsomina anda buscando aquello a lo que tantos genios intentaron encontrar respuesta, el sentido de la vida.... el sentido de su vida, su lugar en el mundo....
Tal vez sea amor.... O tal vez sea porque si ella no se queda a su lado, ¿quién lo hará? O tal vez sea porque descubrió el sentido de la vida en una piedra, esa piedra que está ahí por algún motivo, y posiblemente será descubierta por alguien al darle un puntapié....
Gelsomina, Gelsomina….. Monostatos, Papageno..... Papagena.... Una flauta mágica.... La trompeta mágica….
Porque cuando Gelsomina toca, la trompeta llora, llora notas que son lágrimas, como lágrimas dibuja en su rostro, para hacer reír a los demás.... Y esa melodía mágica envuelve, conmueve, sobrecoge, y a él lo arrastra, lo empuja a averiguar, cuando lo único que pretendía era olvidar....
Gelsomina, Gelsomina, ya no está Gelsomina.... Frente al mar, ese mar que vio contigo por última vez, te das cuenta, estás solo.... solo, solo....
La Strada, Opera Buffa sobre pentagrama de tragedia.