Revista Cine
Todos conocemos a Leonardo DiCaprio. Todos hemos visto incontables memes sobre sus “casi pero no” en las galas de los Oscars. Todos hemos dicho alguna vez que es increíble que no le hayan galardonado ya. Si, TODOS. Este artículo se lo dedicamos a toda esa gente que se muere de pena al verlo año tras año hacer actuaciones estelares para luego ser pisoteado. Señoras y señores, hoy en La Taquilla Dorada, les presentamos uno de los casos más notorios de la academia, el caso DiCaprio.
Todo empezó el año 1993. Un joven consigue un papel como un chico con una discapacidad mental en un drama familiar dirigido por Lasse Hallström. “¿A quién ama Gilbert Grape? A Leonardo DiCaprio, sin duda, alguien tenía que quererle al pobre. Ese jovencísimo actor que hasta en ese momento apenas lo conocían cuatro fans de pelis de una pésima comedia de terror, aquellos que le vieron en una peli mala con Drew Barrymore y de un par de malas series de televisión. Ese joven es nominado a mejor actor de reparto por los Oscars. Ahí empezaría la tortura más larga y cruel que se ha perpetrado nunca en Hollywood. No se lo dieron. Se quedó con las ganas viendo como Tommy Lee Jones recogía su galardón por el thriller de acción “El fugitivo”.
Le costaron 11 años reponerse para volver a las andadas. Después de haberlo descubierto el que se convertiría en su padrino cinematográfico Martin Scorsese el año 2002 con “Gangs of New York”, éste le dio un papel que le conseguiría una nominación a mejor actor principal de la academia, el papel de Howard Hughes en “El Aviador”. Se quedó con las ganas otra vez mientras Jamie Foxx se llevaba el Oscar por hacer del mítico y ciego músico Ray Charles. Ahí DiCaprio declaró la guerra a la academia.
Apenas dos años más tarde, volvería a ir de caza de galardones sin resultado paseándose por África buscando joyas en “Diamante de sangre”, otra nominación a mejor actor principal que le dejaría con las ganas de Oscar, pues se lo dieron merecidamente a un Forest Whitaker en estado de gracia haciendo de dictador hijodelagranputa (sé que que eso queda implícito en el término “dictador”, pero mira, ya sabéis cuanto me gusta decir tacos) en “El último rey de Escocia”. Ese año, una parte del alma de DiCaprio murió.
Finalmente, 8 años más tarde volvía con toda la fuerza acumulada en un papel que llevaba el Oscar grabado en él, pero apareció un renovado y ultravenerado Matthew McConaughey y le arrebató el galardón de las manos, rompiéndole así definitivamente el corazón para no volver a ser el mismo. Quién sabe qué tocara ahora, igual irá por todas, igual se deprimirá y lo perderemos… puede que en 10 años le den un Oscar por hacer de vendedor de hamburguesas, para ir a pares con el Oscar de Scorsese, o igual sencillamente le odian y el pobre no verá un Oscar en toda su vida. Esperemos que no sea así. Curioso que siempre que escribo esta sección termine teniendo ganas de matar a alguien. Nos vemos miércoles que viene con más odio para la academia. Al final terminaré por odiarles de verdad, pobrecitos.