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La tarde (y la feria) de las exageraciones

Por Antoniodiaz
La tarde (y la feria) de las exageracionesFoto: El trapío y la seriedad de Cayetano. Juan Pelegrín, Las Ventas.com

Por fin se ha acabado esta Feria de Invierno, más parecida a una feria ambulante, por la cantidad de traperos, quincalleros y comerciantes que venían santificando la excelencia de los carteles con ganaderías y toreros de postín. El resultado final ha sido el esperado: para los taurinos un éxito apoteósico y para los otros, los defenestrados en la Fiesta actual, una burla y un insulto al aficionado y a la inteligencia humana. La tarde de ayer, una prueba más de lo que digo.
Morante de la Puebla es el ejemplo más claro de como se puede ser un figurón del toreo, uno de los mejores matadores de toros de finales del siglo XX y principios del XXI sin saber matar y sin haber visto un toro en su vida. Es impresionante la bula de la que goza gracias a todos esos morantistas que han salido de debajo de las piedras en el último año y al club de hooligans del Plus, con Chenel de presidente. Ayer, en su segundo (en el primero no se le vio) hasta cortó orejas que no le habían concedido. Después de una faena llena de medios pases, enganchones y recortes culminada por una estocada caída. Hasta ahí llega la morantemanía.
Talavante, en plena catarsis taurina, lucha por dejar atrás ese toreo estático e inexpresivo que lo catapultó a la fama y que, poco tiempo más tarde, le pesa en su carrera como una losa. Gusta más, aunque debe seguir puliendo su nuevo estilo, ayer a ratos parecía que había cambiado su postura erguida como el palo de una escoba por la retorcida como una arcallata. Pero hombre, Alejandro, ni Juan ni Juanillo. También sigue perdiendose en los finales de faena, donde mezcla bernardinas, manoletinas, trapazos, trincherillas y lía un batiburrillo más propio de las ratonerías de El Fandi o El Cordobés. Sigue siendo un pinchauvas, como siempre.
Todos los toros tienen su lidia, menos el lote de Cayetano, que al parecer según los eruditos del Plus, eran autenticos barrabases. Cuando en realidad eran dos mansitos a los que se les había suministrado una mala lidia y que se habían encontrado con un torero que demostró ante toda España, por fin, lo que es: un mal novillero con caché de figura. Además, intuyo que en las plazas importantes, Las Ventas, por ejemplo, le van a estar esperando con el cuchillo entre los dientes. Y es que el que siembra vientos recoge tempestades.
Enlazo aquí con la crítica de Picornell en Malaka Taurina, mucho mejor y más detallada que esta, y con la que estoy totalmente de acuerdo.

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