- 200 gr de mantequilla a temperatura ambiente
- 200 gr de azúcar
- 200 gr de harina
- 4 huevos
- 2 cucharaditas de levadura en polvo
- Colorante rojo en pasta
- Una pizca de sal
- 1 cucharadita de vainilla o ralladura de naranja o limón (según el sabor que queramos darle)
Al echar la masa en el molde debemos tener en cuenta que este bizcocho no sube mucho, así que se puede llenar bastante y no hace falta dejarlo mediado como en otras recetas. Lo metemos al horno medio-bajo (lo siento, no sé cual es la temperatura exacta, porque mi horno es de gas). En cuanto pinches con un cuchillo y salga limpio, estará listo (este truco es infalible).
Dejamos enfriar, preferiblemente de un dia para otro, y lo cortamos en discos. Intentaremos que sean todos del mismo grosor, ya que quedará más presentable al corte. Para que no quede seco, podemos mojar cada disco en almibar. Después, procedemos a rellenarlo con el típico icing de queso y azúcar. Esto le da un punto buenísimo, porque contrasta el sabor un pelín ácido del queso con el dulce del bizcocho.
Para el icing mezclamos:
- 150 gr de queso tipo Philadelphia
- 25 gr de mantequilla
- 75 gr azúcar glas
Por último, volvemos a montar los discos de bizcocho, echando una capita de icing entre uno y otro.
Ahora sólo queda decorarla. Antes de cubrir la tarta con fondant conviene echar una finísima capa de icing para que el fondant se pegue bien. Procuramos echar muy poco icing, porque si no el fondant se humedece y se ablanda. Y para que los adornos salgan perfectos... bueno, pues a armarnos de paciencia.
Como podéis ver, sin ser profesionales, ni tener ningun curso, ni nada de nada, se pueden hacer cosas bastante aparentes. A que sí?