Autor/a: Rodrigo Muñoz Avia
Editorial: Alfaguara
Año de edición: 2021
Número de páginas: 304
ISBN: 9788420435923
Cuando leí que el personaje de La tienda de la felicidad, Carmelo Durán, recuerda al personaje de Ignatius de La conjura de los necios –personaje maravilloso donde los haya- no me lo pensé mucho y me animé a leer esta novela epistolar, moderna, donde los e-mails serán el medio por el que conoceremos a Carmelo y a otros personajes.
Desde el primer momento te sientes como esa vecina que cotillea por la mirilla ya que lees todos los e-mails que envía Carmelo así como los que recibe. E-mails de todo tipo, tanto personales, como comerciales e incluso spam.
A lo largo de dos meses vamos a ir conociendo a Carmelo, un hombre solitario que apenas sale de casa pero que, gracias a Internet, tampoco necesita hacerlo ya que a golpe de click tiene todo cuanto necesita. No usa el teléfono, ni fijo ni móvil, cosa que le recrimina su familia –especialmente su madre- y la forma de comunicarse con ellos es el e-mail. De este modo también conoceremos a la madre de Carmelo, a su hermano y su sobrino.
Incluso la comunidad de vecinos en la que vive Carmelo también está representada en el libro a través de los correos que intercambia con la presidenta de la comunidad y que no tienen desperdicio.
Otro personaje que cobra relevancia es el de Mari Carmen, de atención al cliente de Carrefour. Como decía, Carmelo compra todo lo que necesita a través de Internet y hacer la compra no iba a ser menos. Cierto día, recibe un e-mail de Mari Carmen para comunicarle que ciertos productos de su compra no están disponibles. A partir de aquí se entabla una correspondencia que da paso a correos más personales y lo que pasa entre ellos os dejo que lo descubráis por vosotros mismos.
Aunque a priori pueda parecer una novela un tanto frívola La tienda de la felicidad tiene un trasfondo más humano donde nos muestra la realidad de aquellas personas que apenas salen de casa y que se relacionan con los demás a través de Internet, Whatsapp o redes sociales.
Pese a que los personajes no se describen de forma al uso sí nos hacemos una idea de cómo son psicológicamente gracias a la manera en que se expresan en los e-mails pero, sinceramente, en un libro de este tipo creo que tampoco es necesario una descripción física de los mismos.
Escrito con un lenguaje muy coloquial la lectura se hace muy amena y las páginas se pasan volando ya que algunos correos son de apenas unas líneas. De hecho me lo leí de una sentada pese a que tiene más de trescientas páginas pero el formato e-mail le da muchísimo dinamismo a la lectura.
También contribuye a su fácil lectura la ironía que derrocha el personaje de Carmelo y cuyas respuestas a ciertas situaciones nos harán reír en más de una ocasión y aquí es donde me había esperado más. Supongo que mis expectativas estaban un poco altas desde que leí que lo comparaban con Ignatius J. Reilly y, aunque sí hay pasajes con los que me he reído y Carmelo también es irónico y mordaz, me esperaba algo más rocambolesco y disparatado.
Como lectura ligera no está mal, cierto es, pero desde mi punto de vista le sobra la parte más personal entre los personajes de Carmelo y Mari Carmen y le faltan más situaciones alocadas.
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