Su origen data de la repoblación posterior a la Reconquista, como indica su nombre, integrándose en el Común de las Tierras de Atienza hasta el siglo XVI cuando alcanzó el privilegio de villazgo como indica la picota de la calle Mayor (previo pago, como todos; Felipe II vendia privilegios para sufragar sus guerras).
Asentado en la pendiente de un arroyo (con una coqueta vega donde florecen los huertos) que vierte al río Cañamares, el pueblo está a medio camino entre Hiendelaencina y Jadraque, aunque la carretera que la une a estos vecinos no es digna de tal nombre por su lamentable estado. Una reivindicación histórica (> 17 años) del ayuntamiento que de vez en cuando salta a los medios de comunicación.
En su casco urbano se mezclan casas tradicionales de caliza y sillarejo, con casonas de fachada revocada (siglo XIX) y nuevas construcciones. Destaca la iglesia, con pórtico y un gran retablo barroco; en su interior una cruz procesional del siglo XVI de la escuela de Sigüenza.
Con la construcción del pantano de Alcorlo (permitido el baño y la navegación), las tierras del pueblo de Alcorlo (hoy cubierto por las aguas y derruido en enero de 1.982) pasaron a La Toba; una pequeña ermita junto al embalse recuerda a su patrón. Sus 100 habitantes celebran sus fiesta el tercer fin de semana de agosto. Hay bar y alojamientos. Otro bello ejemplo de los pueblos de la Sierra Norte de Guadalajara
Lar-ami, gerente de CR La Vereda de Puebla, entre cárcavas y olivos milenarios. Todo sobre Actualidad, Costumbres, Fiestas, Mundo Rural y Paisajes y Lugares de la Sierra Norte de Guadalajara