En la historia de la mártir cristiana Santa Bárbara se mezcla realidad y ficción como en muchas de las historias de otras mujeres y hombres que murieron por su fe en los primeros siglos del cristianismo. Santa Bárbara vivió en una época oscura para los seguidores de Jesús; años antes de que el Emperador Constantino autorizara la fe cristiana en el Imperio Romano, otros emperadores como Diocleciano sembraron el terror entre aquellos que no creían en los dioses oficiales. Santa Bárbara se distingue de otros mártires por el hecho de haber sido ejecutada por su propio padre.
La princesa sátrapa
La tradición cristiana sitúa a Santa Bárbara en Nicomedia como una princesa hija del rey sátrapa Dióscoro. Este rey habría encerrado a su hija en una torre alejándola de la vista de todos. Las razones no están claras. Podría haber sido encerrada para evitar cualquier tentación por parte de algún hombre o para alejarla de la fe cristiana.
La historia de la Santa confirma que los intentos de su padre no surtieron efecto pues la muchacha terminó convirtiéndose al cristianismo y para demostrarlo hizo construir tres ventanas en la torre en la que estaba recluida como símbolo de la Santísima Trinidad.
Condenada por su propio padre
Santa Bárbara fue perseguida y acusada por el propio rey, su padre. Tras someterla a horribles martirios fue el mismo Dióscoro el que decapitó a su hijo. La leyenda de Santa Bárbara cuenta que un rayo mató al rey tras haber dado muerte a su hija.
Santa Bárbara, cuya festividad es el 4 de diciembre, es representada con múltiples atributos. Un rayo, una corona o una torre son algunos de ellos.
Es patrona, entre otros, de los artilleros y los mineros.
Si quieres leer sobre ella
Santa Bárbara, mártir y protectora, Carlos Ros