Hacerse un taco no tiene el gran mérito cultural. Es más bien situacional. El otro día comía con unos paquis (Pakistán): calabazas con hongos en chilito bien picoso, pollo en una especie de adobo condimentado, todo muy paqui y con mucho sabor. Ellos ocupan pitas o pan de trigo casi tan delgadito como una tortilla. La parten, agarran un pedacito, prescinden de la cuchara y tortillean, tal cual, igual que uno. Nosotros hacemos taco; me parece que si su pita fuera un poco más delgada, armarían tacos, igualmente.
Creo que se sobrevaloran las costumbres y hacen proferir barbaridades que rayan en lo escabrosamente nacionalista como decir “como México no hay dos “. O “el ingenio mexicano”. Si hubiera tal, deberían emplearlo en resolver de la deuda externa o en dejar de depender de Estados Unidos hasta para ir al baño.