Por Horacio Portela
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- ¿Por qué no nos dijeron que esto podía pasar?
- Porque Japón es demasiado pequeño para escapar de la radiación.
El diálogo parece haber existido en algún sueño de Akira Kurosawa y fue recreado en su película de 1990. Se oye claro en un relato casi exento de parlamentos y donde priman las imágenes, lo cual hace que -para nosotros “los occidentales”- el ejercicio onírico del realizador nipón sea por momentos muy denso.
Peeeero (término extendido que se ha puesto mediáticamente de moda) lo que realmente me impactó del film fue encontrarme nuevamente con “El Monte Fuji en rojo”. Veamos lo que Wikipedia nos cuenta sobre este segmento del largometraje: “ésta es la segunda secuencia que trata de una pesadilla… Una central nuclear cerca de Monte Fuji ha empezado a fundirse, tiñendo el cielo de un horrendo color rojo y que hace que millones de ciudadanos japoneses huyan desesperadamente a través del océano cual aves migratorias. Tres adultos y dos niños son abandonados en la región, pero se dan cuenta de que la radiación los matará de todos modos en corto tiempo”.
A ver… Japón, una central nuclear que explota… Me suena… Me suena…
En 1990 Akira nos muestra lo que los medios de comunicación han tapado luego del incendio desatado en la central de Fukushima en 2011: que más de veinte mil personas han sido desarraigadas y que la planta atómica seguirá caliente entre por lo menos veinte y cuarenta años más.
“Japón es demasiado pequeño para escapar de la radiación”. Sin dudas la frase es no sólo apocalíptica en sí misma, sino lamentablemente cien por cien exacta y real. Las nubes radioactivas de estroncio, cesio o cobalto tienen en la película una coloración que según uno de los personajes “les fue dada para que podamos ver su peligrosidad”.
Rojo para una, amarillo para otra… Las nubes cubren a la gente y la gente escapa hacia el único lugar donde puede. Terminan todos ahogados en el mar.
En su visión apocalíptica de Japón, Akira profetiza sobre las enfermedades y el horrible destino que afectará a la población entera. Porque Fukushima es una realidad que los nipones no podrán eliminar por casi medio siglo.
“Al menos los delfines pueden huir nadando”. En boca de una madre que escapa del terror, esta otra frase cinematográfica me recuerda que los japoneses cazan delfines a palazos en las caletas y que el mar se tiñe de rojo cuando esto ocurre. Los bichos no pueden escapar de esta matanza, pero serán los sobrevivientes del holocausto que Kurosawa soñó en una mala noche.
Pesadilla o ironía… Es cierto que soñar no cuesta nada. En cambio, lo que sí costó y costará mucho es ocultar el desastre nuclear que cumplió un año semanas atrás y que aún no termina de encausarse. Aunque fue contenida, la crisis no fue “encerrada en forma definitiva”: de hecho, el nivel de contaminación no ha bajado en muchos kilómetros a la redonda.
Aprovechen… El canal Max (MAXP- 538 y MAX-E 541 en DirecTV) está reponiendo Los sueños de Akira Kurosawa. Vale la pena mirarlos, en especial la pesadilla (anti)atómica con su verdad premonitoria a cuestas: Japón es demasiado pequeño para escapar de la radiación.