Emilio Cárdenas Ecobosa. Agenda MX. 22 11 12
Las imágenes de los niños palestinos muertos son desgarradoras. El mundo entero observa en vilo el infierno en que se ha convertido la ofensiva de Israel en contra de las comunidades que habitan la Franja de Gaza, un corredor de 10 kilómetros de ancho y 40 de largo que congrega a más de un millón y medio de personas que han quedado atrapados entre la violencia irracional de una guerra absolutamente desigual.
Asistimos a la nueva, enésima, confrontación entre Israel y Palestina que desde hace más de 60 años no han logrado vivir en paz. La población civil de esa convulsionada región no para de sufrir. Vive atrapada entre los fundamentalismos de sus dirigentes políticos y la disparatada creencia del sionismo en su Destino Manifiesto, bajo el cual Medio Oriente les está predestinado. Es rehén de los apetitos imperiales del Estado de Israel que busca expandirse a lo que considera sus territorios prometidos y la inexistencia de un Estado Palestino. Lucha por la sobrevivencia y su autodeterminación en medio del constante hostigamiento israelí. Las familias y sobre todo los niños son víctimas inocentes de esta locura bélica y de la indiferencia de la comunidad mundial, más preocupada en cuidar sus intereses en la región y en alinearse con la lógica de la política exterior norteamericana en esta zona del mundo de importancia geopolítica fundamental por ser el puente entre el Oriente y Occidente, entre África y Europa, centro de las tres grandes religiones monoteístas y donde se encuentran las grandes reservas mundiales de petróleo.
El movimiento islámico Hamas que gobierna la Franja de Gaza ganó las elecciones palestinas de enero de 2006 y, tras una serie de fallidos gobiernos de coalición con el partido moderado Al Fatah, hubo un brote de guerra civil y se quebró el ámbito palestino. Desde junio de 2007, Hamas controla Gaza e Israel redobló el bloqueo, a contrapelo de los acuerdos internacionales para una paz duradera en la región y el reconocimiento a la existencia de los territorios palestinos tanto en Gaza como en Cisjordania. A finales del año 2009 terminó una tregua bilateral y Hamas volvió a disparar cohetes hacia poblaciones del sur de Israel lo que desencadenó la ofensiva “Plomo Endurecido” que dejó un saldo de 917 personas muertas, 277 de las cuales eran niños, así como unos cuatro mil cien heridos.
Ahora el nuevo episodio de violencia en Gaza comenzó el pasado 14 de noviembre, con el asesinato del jefe militar de Hamas, Ahmed Jabari, muerto en un bombardeo israelí sobre la franja. El Ejército hebreo le consideraba responsable de «todas las actividades terroristas contra Israel desde Gaza» en la última década. Ese mismo día, el mando militar israelí anunció el comienzo de la operación «Pilar Defensivo», con el objetivo de proteger a la población en el sur del país del lanzamiento de cohetes palestinos y destruir las infraestructuras de Hamás como medida preventiva.
La cercanía de las elecciones parlamentarias en Israel, el próximo enero, ha levantado sospechas entre algunos analistas, que consideran que Tel Aviv podría tener algún interés en poner en marcha la operación a falta de solo nueve semanas para los comicios. Otros han apuntado a que el verdadero objetivo de la acción militar es desbaratar el plan palestino de pedir el reconocimiento de la ONU como «Estado no miembro» a finales de este mes. El Gobierno israelí ha negado que tenga interés alguno en iniciar una guerra. De hecho, aún antes del inicio del a operación, las encuestas daban una amplia ventaja al Likud, el partido de Netanyahu, de cara a la cita con las urnas.
Israel está cometiendo una espeluznante serie de atrocidades, utilizando armamentos modernos contra una población indefensa, atacando a una población que ha estado sufriendo un severo bloqueo durante muchos meses. Este bombardeo no se puede ni siquiera describir como desproporcionado: es un acto de agresión incondicional contra una población indefensa hacia la cual Israel tiene especiales responsabilidades internacionales bajo la Convención de Ginebra y en relación con la Carta de Naciones Unidas.
Como resultado de los ataques la crisis humanitaria que se vive no tiene precedentes. Sin luz, agua ni comunicaciones, con los hospitales abarrotados y sin ingreso de alimentos o medicinas, los palestinos viven una pesadilla. Unos 30 mil residentes de la franja han logrado refugiarse en centros provisionales de la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero otros 60 mil sólo han podido acomodarse en viviendas de familiares dentro de la ciudad, ante la imposibilidad de huir de los bombardeos y los combates en este territorio de la costa mediterránea, cercado militarmente por Israel desde hace varios años. Mientras, Israel justifica el bombardeo indiscriminado contra Gaza afirmando que en cualquier lugar podrían encontrarse armamento o seguidores de Hamas, lo cual implica que pueden atacar –como lo han hecho- lo mismo escuelas, que hospitales, mezquitas o cualquier zona residencial.
De acuerdo al Comité de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los Derechos de los Niños, las ofensivas militares de Israel contra la franja de Gaza violan gravemente los derechos de los menores, pues cientos han muerto o han resultado heridos en los ataques. El organismo internacional ha dicho que está profundamente preocupado por los efectos devastadores que la actual ofensiva está teniendo en los menores. "Los niños están teniendo, además, graves dificultades para acceder a la ayuda humanitaria. Y los efectos emocionales y psicológicos de estos acontecimientos en una generación completa serán muy graves", señalaron.
¿Por qué Israel ataca con tanta violencia? ¿Por qué se privilegia la lógica de “la solución final”, la misma que sufrieron los judíos en la Segunda Guerra Mundial, solo que ahora las víctimas son los palestinos?
De siempre Israel rechaza los planes de paz propuestos por la ONU y los mediadores internacionales. Sin embargo, sus adversarios de Hamas también rechazan el alto al fuego, porque ha logrado llevar a Israel a donde quería ponerlo: al terreno de la confrontación directa. Sólo así Hamas puede realizar sus fanáticas aspiraciones de martirio, al mismo tiempo que logra poner a Israel, ante los ojos de la opinión pública mundial, en el papel de brutal e injustificado agresor, presentándose ellos como inocentes víctimas. Aunque todo esto suponga el terrible sufrimiento que se está infligiendo a su propio pueblo.
Tras dos décadas de negociaciones intermitentes, Israel y la Autoridad Nacional Palestina han fracasado en su objetivo de lograr una solución definitiva al conflicto. La última ronda de negociaciones directas se produjo en el año 2010. Hamás no ha participado en ningún diálogo con representantes hebreos: la organización islamista niega a Israel el derecho a existir y rechaza abiertamente los Acuerdos de Oslo de 1993, que establecen de manera provisional a la ANP como órgano de gobierno en Cisjordania y en Gaza
Distintos actores internacionales han presionado para que las dos partes en conflicto alcancen pronto un alto el fuego, y evitar así una nueva intervención terrestre de las tropas israelíes, una posibilidad para la que Tel Aviv ya ha movilizado a miles de reservistas
Los países de la región han condenado con rotundidad la intervención israelí, especialmente Egipto, Turquía, Túnez y Qatar. El presidente egipcio, Mohamed Mursi, afirmó que no dejaría a Gaza «a su suerte» y condenó lo que calificó de «flagrante agresión contra la humanidad» por parte de Israel. La Liga Árabe condenó la «agresión» del Gobierno hebreo y manifestó su «descontento» con la falta de acción del Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero el uso de tanta fuerza por parte del Estado Judío y la muerte de tantos palestinos a la larga serán contraproducentes, e Israel lo sabe. Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza está siendo transmitido en directo a millones de hogares en todo el mundo y en Oriente Medio las imágenes de la brutalidad judía y la desesperación e impotencia de las víctimas civiles derrumba cualquier posibilidad de una solución negociada con Israel. El mundo ve cómo el proceso de paz se esfuma y en las calles del mundo islámico se clama por la venganza en contra del Estado de Israel y los intereses norteamericanos. El Terrorismo de Estado como alimento del fundamentalismo y del radicalismo terrorista.
El pueblo palestino seguirá poniendo su cuota de sufrimiento para que el pueblo elegido cumpla su destino.
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