Revista Psicología

La tranquilización

Por Lizardo

La tranquilización

¿Sabemos tranquilizar a nuestros pacientes?


"Diethelm sostiene que la tranquilización es un procedimiento terapéutico corriente. "Se entiende por tranquilización", dice, "el restablecimiento de la confianza, la comodidad y la serenidad del paciente". Muchos entendían por tranquilización invitar al paciente a que mirara sus malestares con anteojos rosados. La afirmación de que todo andaba bien en el cuerpo del enfermo debía sustituir al jarabe calmante; se suponía que el paciente, informado de la excelencia de su estado físico, comprendería que sus males eran "imaginarios" y no valía la pena que se ocupara en ellos. Le decían que tenía que "despreocuparse" de sus males, "ignorarlos", "olvidarlos".Esta clase de tranquilización no tranquiliza. Pero hay otra clase que tiene mayor valor terapéutico. Es la tranquilización que el paciente extrae de la actitud del médico, con preferencia a cualquier cosa que se le diga verbalmente. Es la tranquilización contenida en la sensación del enfermo de que lo toman en serio, lo acogen serenamente, lo escuchan con atención, le dan la oportunidad de resolver sus problemas en presencia de alguien que lo comprende y sabe guiar sus esfuerzos para librarse de sus conflictos."
Kanner L. Psiquiatría infantil. 3ª ed. Bs. A.: Paidós; 1963.Consterna la frecuencia con que actualmente nuestros pacientes salen del médico más asustados que como llegaron: la facilidad con que los confundimos, los proveemos de incertidumbre y no de consuelo y calma. ¿Nos enseñan a los médicos a tranquilizar en las escuelas de medicina? A no ser con el uso de "tranquilizantes" pareciera -discúlpennos la mala broma- y nuestra actitud consiste, muchas veces en el mejor de los casos, en el bienintencionado "Usted no tiene nada", aunque es más frecuente el soslayar la emoción de nuestro paciente, escribir velozmente la prescripción y escabullirnos dejando al paciente con su desasosiego y su frustración.
No es solamente un asunto de actitudes personales, sin embargo, pues la Medicina hoy en día ha medicalizado la vida y así los riesgos estadísticos han devenido en supuestas enfermedades por sí mismas. Y les damos consistencia de problemas decisivos y severísimos, nuevos ejes gravitatorios de la existencia personal: así como en una época era la conciencia del pecado lo que invadía toda la vida humana, es ahora la conciencia del riesgo la que acentúa des proporcionadamente la presencia y amenaza del Mal -esto lo leía hace poco en un libro de nombre inmejorable: "La Salud que hace mal"-. Así, la vida abjura de su espontaneidad y el objetivo central viene a ser cuidar compulsivamente el propio cuerpo.
Entonces, poseídos por nuestra propia angustia somos más susceptibles al contagio con la angustia de nuestros pacientes. ¿Y quién tranquiliza al médico intranquilizador?


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