Revista Opinión

La trilogía de Apocalipsis Z

Publicado el 06 abril 2016 por Vigilis @vigilis
No puedo decir si el infierno será un lugar agradable por no existir copias de esta basura de libros o si por el contrario precisamente el infierno significará leer una y otra vez esta basura, como aquel Sísifo con su piedra. Lo que sí tengo claro es que nuestras prioridades como especie me provocan serias dudas sobre nuestra supervivencia a largo plazo. ¿Cómo es posible que estos libros hayan sido reeditados varias veces en varios idiomas? ¿Por qué hay gente que los compra? Algo está mal en nosotros y de un modo u otro lo acabaremos pagando, posiblemente con nuestro exterminio.
La trilogía de Apocalipsis Z
Por dejar las cosas claras: tras muchos años se acaba desarrollando un gusto por la lectura pero también un sentido de la calidad. No mezclar gusto y sentido es lo que me lleva a decir de una obra que es mala pero a mí me gusta o que es buena pero a mí no me gusta. En este caso la obra que os traigo ni es buena ni me gusta.
De qué va
Primer libro
El autor —un Mary Sue de manual— vive —convenientemente solo— en su casa de Pontevedra mientras se escapa un virus zombi de una base rusa. Al cabo de unos días la sociedad empieza a desmoronarse y se levantan las Zonas Seguras o Puntos Seguros —tienen estos dos nombres en mayúsculas según en qué página estés, como si el autor se olvidara de cómo los llama— a donde es evacuada la población para que el ejército pueda protegerla.

La trilogía de Apocalipsis Z

Pontevedra.

El protagonista/autor es abogado y carece de habilidades especiales (como saber escribir historias de zombis) —aunque luego resulta que es un maestro de las artes marciales, tiene una agilidad, fuerza y resistencia sobrehumanas, sabe pilotar barcos y motos y conoce el manejo de todo tipo de armas automáticas con la destreza de un profesional. Aparte de ser irresistiblemente atractivo para las hembras, poseer una enorme capacidad de convencer a los demás para que hagan su voluntad y hablar seis o siete idiomas— pero aún así decide que está más seguro quedándose en su casa que yendo al lugar que protege el ejército.
Pasan los días y empìeza a ver zombis por la calle de su urbanización. Su vecino de tapia —que convenientemente tampoco se fue— muere y entonces el abogado decide ir al Punto Seguro. Al llegar a Pontevedra se da cuenta de que los zombis han arrasado el Punto y entonces se va al puerto —su vecino le habia comentado que tenía un barco— y allí se sube a un barco de vela y pone rumbo a la isla de Tambo aunque al llegar comprueba que está infestada de No Muertos.  Entonces se dirige a Bueu y luego a Vigo no me acuerdo muy bien por qué. Vigo está arrasada por los zombis pero en la rada del puerto hay un mercante con gente a bordo y el tío sube.
En el barco hay unos rusos y unos "pakis" (lo del autor y su jerarquía racial lo comentaré más tarde. Dios santo). El capitán —estereotipo ruso de película— le vomita páginas de información muy detallada sobre cómo cayó Vigo y a continuación le dice que no se puede mover del puerto hasta saber cuáles son las órdenes de su compañía porque si no le despiden (¡jajaja!). A continuación le pide al abogado que vaya con unos hombres a la oficina de correos de la ciudad a recoger un paquete con sus instrucciones (sí, la historia es así de imbécil y encima está mal escrita, con errores de concordancia).
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El autor va con unos marinos del barco y con un misterioso ucraniano que habla español —que también rescataron unos días antes— para que haga de traductor. Tras pasarlas canutas por la ciudad al final llega a la oficina donde está el McGuffin, perdón, el paquete y sólo sobreviven el autor y el ucraniano, que se llama Viktor. Vuelve al barco pero su sexto sentido le dice que no puede fiarse del estúpido estereotipo ruso con forma de capitán así que deja el paquete en tierra con Viktor y les pide que llenen su barquito de vituallas y les dejen marchar o si no el ucraniano (que está en el muelle) desaparecerá con el paquete. El capitán accede y resulta que los malos (¿por qué son malos?) tienen un lanzacohetes (lo normal). Ocultos tras las velas del barquito consiguen escaparse en una furgoneta sin que les vean mientras los malos disparan al barquito. Ellos dejan un paquete falso al capitán y se llevan el verdadero (¿por qué?).
Escapando de los zombis hacen noche en un concesionario de coches donde el ucraniano trata de abrir el paquete misterioso, que tiene un seguro pirotécnico que le vuela media mano (y el contenido de la valija, que nunca sabremos qué contenía, supongo que un papel que ponía "McGuffin, madafaka"). El autor, que es la persona más egoísta del mundo, decide ir a un hospital para curarle las quemaduras —sí, es un experto en curar quemaduras— porque resulta que Viktor es piloto de helicópteros, sabe dónde hay un helicóptero intacto y se ha enterado de que las Canarias son una zona segura.

La trilogía de Apocalipsis Z

Lugar al que van los aficionados del Celta a por astringentes cada vez que juegan contra el Dépor :D

Van al Meixoeiro y después de trastabillar con varios zombis encuentran en el sótano a una joven de "senos turgentes" y "mirada felina" que inmediatamente se siente atraída por el autor. Resulta que en las cocinas del sótano del hospital hay generadores y comida y allí la chica y una monja han estado viviendo meses (ya se sabe, el lugar de la mujer está en la cocina... y este es el constante tono misógino de la obra).
Tras pasar allí mucho tiempo huelen un incendio cercano y deciden irse al helicóptero del ucraniano. Llegan al helicóptero —uno antiincendios de la Xunta— le atan bidones extra de combustible y emprenden rumbo a Canarias.
Aquí acaba el primer libro que publicó el autor en forma de entradas de blog hasta que una editorial sin escrúpulos lo descubrió y le encargó dos más (ya se sabe lo que gustan a las editoriales las trilogías) y empieza el segundo.


Segundo libro
La última escala del helicóptero (van parando para rellenar el depósito aunque siguen llevando los bidones vacíos) es en la costa marroquí donde tienen problemas con unos zombis hasta que llega un helicóptero argentino y los rescata. Al autor le sorprende más ver a un helicóptero argentino que ver a miles de muertos andando (como si estuviera dirigiendo artificialmente la sensación de sorpresa al lector. Lo digo en serio, está mal escrito).

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Puerto de Santa Cruz de Tenerife

Llegan a Tenerife y son puestos en cuarentena porque hay en el mundo un virus zombi que tarda en manifestarse pero eso al autor/protagonista le da igual y se queja mucho. Finalmente salen de la cuarentena y una militar le vomita páginas de información al autor/protagonista (así no se escribe, está mal hecho). Sueltan a los protagonistas y un militar borracho golpea a la monja y le toca los senos turgentes a la erómena del protagonista. Oh, resulta que Tenerife está atestada de refugiados del continente y escasean las medicinas así que el protagonista y Viktor tienen que guiar a un grupo de soldados a Madrid a buscar medicinas.
A partir de aquí se intercala el punto de vista en primera persona del autor con el de su adolescente juguete sexual. La chica, que no acabó el bachillerato, pasa a trabajar de enfermera y se entera de que lo que queda de España está en una especie de guerra civil fría entre la Tercera República en Tenerife y los "froilos", seguidores de Froilán, rey de España, en Gran Canaria. El tipo que la intentó violar va al hospital a rematar a la monja para que no testifique en su contra. La mata —¡un aplauso para la monja a la que podemos llamar "plot device"!— pero lo reconoce la chica a la que se intenta cargar a tiros en medio del hospital, lo que causa una alarma y el caos (por temor a quintacolumnistas froilos, esto es muy ridículo).
Mientras la chica huye se para en un despacho en el que abre un cajón y encuentra un código de seguridad que se mete en el bolsillo porque es lo que hacen las chicas mientras las persiguen a tiros. Total, que al final se cuela en un laboratorio de bioseguridad (gracias al código que había cogido) donde hay zombis y se apoya sin querer sobre una consola de mandos que abre las jaulas de los zombis (quiero llorar muy fuerte). (Por cierto, en este momento la chica se queja de "no llevar puesto un traje de protección bacteriológica", una queja normal en una niña).

trilogía Apocalipsis

Hospital La Paz, Madrid.

Mientras tanto el avión del protagonista aterriza en Madrid con su grupo y van al Hospital La Paz donde recogen dos mochilas de medicinas (¿really? ¿1.756 km de desperdicio de combustible para dos mochilas de aspirinas?), tras vérselas con varios zombis y sufrir bajas resulta que unos soldados del grupo eran unos froilos encubiertos (aquí el lector tiene que hacer una pausa para inyectarse heroína) que se largan en una tanqueta con las mochilas y dejan al protagonista y a su sherpa ucraniano... con otra tanqueta y un militar malherido que les explica cómo arrancarla (cada tres páginas de relleno siempre están a punto de morir y siempre aparece un conveniente Deus ex machina, con lo que desaparece la sensación de peligro. Sí amigos, el autor se carga la sensación de peligro en una novela de zombis ¿no es maravilloso? No).
Total, que van en la tanqueta por medio de un Madrid lleno de zombis hasta que ven en el Museo del Prado un helicóptero al que se suben, van al aeropuerto, llegando antes que los malos y vuelven a Tenerife.
En Tenerife se había desatado el caos (por culpa de la chica, las chicas siempre meten a los demás en líos ¿no es así?) pero en su casa encuentran pistas que les llevan hasta un barquito del puerto donde encuentran a la chica sana y salva. Al día siguiente se van en el barco, ocultos entre el resto de barcos de pesca que sale cada día para alimentar a la población.
Tercer libro
Tras una tormenta son rescatados por un petrolero dirigido por racistas blancos que usan a un grupo de gente de otros tonos de piel para hacer el trabajo sucio. Llegan hasta Guinea Ecuatorial donde cargan al petrolero de producto y regresan a su base en Mississippi. Resulta que meses después de la caída de la civilización (una caída parcial, por lo que vislumbramos en Canarias) un grupo de racistas fortificó un pueblo de Mississippi y viven allí muy bien gracias al trabajo esclavo de los mexicanos y negros, a los que tienen controlados con un medicamento que detiene la infección del virus.
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Mientras tanto, otro personaje con punto de vista es un militar norcoreano. Resulta que —con cero originalidad— Corea del Norte sobrevivió al apocalipsis por cerrar las fronteras y no tener remilgos morales (o tenerlos distintos). Pero Corea necesita petróleo e interceptan la señal del petrolero, así que envían en varios aviones de transporte bien pertrechados a dos compañías de soldados con vehículos blindados y bulldozers hasta Estados Unidos. Aterrizan en California y emprenden la marcha hasta el pueblecito que acoge a nuestros protagonistas (trescientas páginas antes ya sabes que van a llegar justo en el momento del caos porque esto es un contínuo Deus ex machina que parece escrito por un niño de doce años borracho).
El régimen racista del pueblo no le gusta nada al juguete de confort sexual del protagonista que se queja mucho —cómo son las mujeres ¿eh? guiño-guiño— y escapa al gueto de los chicanos por la noche porque en el barco le saludó uno de los chicanos-esclavos. En el gueto le rompen la camiseta y le dejan los pechos al aire y la encierran en un almacén. Al día siguiente va a rescatarla el ucraniano y hay una pelea a la que pone fin una mexicana con un arma porque cómo son las mujeres mexicanas.
Mientras tanto el protagonista obtiene un empleo de alto rango en la administración (¡jajaja!). Repasando documentos se da cuenta de cómo controlan a los "inferiores" y de que el régimen del pueblo es una locura sádica por el control de la población esclava. Como el único sádico, racista y misógino que debe existir es él, decide que tienen que irse de allí. Cuando se está escapando con unos documentos que le permitan coger un barquito una secretaria ve que está sudando, cree que tiene gripe y lo lleva al búnker súpersecreto a que lo vea un médico "así no tiene que ir hasta el hospital en la otra punta del pueblo" (de un pueblo como Corcubión). Oh, genial, llevemos al recién llegado a ese Búnker Súpersecreto.
En el búnker el autor/protagonista encuentra a expertos virólogos del CDC rescatados por los locos nazis del pueblo. Allí habían desarrollado el medicamento que aplaca la infección del virus y que dan a cuentagotas a los chicanos para tenerlos a raya. Oh, pero resulta que al tío lo descubrieron robando los documentos del barco y lo encierran en el calabozo no sin antes infectarle con el virus.
Al día siguiente lo llevan con otros expulsados —por el control de población— y lo deportan en un tren de carga ("como los de la película La lista de Schindler", dice) hasta a cientos de kilómetros del pueblo, donde los sueltan con un poco de agua y comida porque sí.
Entretanto la pelea que provocó Confort Sexual y que acabó con un tiro al aire de la mexicana causa una limpieza del gueto ("como en aquella película en blanco y negro de Spielberg", dice uno de los chicanos).
El tío, infectado y a trescientos kilómetros de distancia se las arregla para conseguir una moto, tener un accidente, encontrar una mula y llegar al borde de la muerte hasta el muro exterior del pueblo donde está un chicano con diálogo y su sherpa ucraniano. A los cinco minutos de beber el medicamento que le dan se recupera completamente. A continuación pretenden matar a los malos y unirse al gueto que empieza a resistir a la "limpieza".
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Al mismo tiempo llegan los norcoreanos que atacan el pueblo para conseguir el petróleo del barco (y el medicamento que descubrió el militar por el camino. Os recuerdo que La Voz de Galicia llamó a este fulano "el Stephen King gallego" y que lo tradujeron a varios idiomas).
Durante la "limpieza" del gueto violan varias veces a la mexicana y creo recordar que vuelven a dejar sin camiseta a Confort Sexual (aunque no le quitan los short beige ceñidos. Describir la ropa de la chica es el 30% de algunos capítulos). Se desata el caos total porque los coreanos volaron parte del muro del pueblo y empiezan a entrar no muertos (ah, ¿esto iba de zombis?). Algunos soldados asaltan el petrolero y para cargarse una valla de la cubierta ponen una bomba (puedo aceptar que soldados analfabetos norcoreanos supieran manejar un petrolero, pero no que usaran explosivos sobre miles de toneledas de combustible y gases).
Hacia el final, Viktor, el esclavo ucraniano del protagonista, mata al nazi número uno pero el líder nazi lo mata a él. El protagonista persigue por el ayuntamiento al líder nazi hasta que lo acorrala en el Búnker Súpersecreto, donde lo mata y le corta la cabeza porque es lo que hacen los abogados de Pontevedra.
Encima hay una especie de epílogo. Seis años después ya no deben quedar zombis (en el libro explican que el virus detiene la putrefacción pero no puede combatir los hongos que en unos años degradan a los zombis) y el autor/protagonista llega con Confort Sexual hasta su casa de Pontevedra con su hijo, al que pusieron Viktor.
Ah, a todo esto, el protagonista desde el principio del primer libro tiene un gato que lo acompaña a todas partes y sobrevive.
**Pausa para cilicio y ducha**.

Grandes errores

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MAL

Los grandes errores sobrevuelan toda la obra. Básicamente son los típicos errores que puede tener un niño de doce años al escribir un cuento. Los niños escriben en función de lo poco que leen o ven y su estilo por lo tanto es tosco e infantil, como sucede en esta obra. El problema no es que ocurran conversaciones para informar al lector de sucesos que desconoce por emplear un punto de vista en primera persona, sino que lo hace demasiadas veces. La forma correcta de hacer esto es transmitir la información de forma plausible en medio de los sucesos que se narran, no cortando la historia y sentándose dos personajes a tomar café para que uno de ellos vomite datos en una conversación forzada e irreal. Supongo que el autor o no sabe cómo informar al lector o no le quedó más remedio que hacerlo así porque de partida sus personajes están mal hechos.
Otro gran error tiene que ver precisamente con los personajes. No puede ser que todos hablen igual. (Oh, sí, el ucraniano dice "dabai", uuuh, y un argentino dice "che", oooh). Tampoco puede ser que todos tengan la misma formación y actitud (la niña preguntando por un traje bacteriológico y todo el mundo usando varias armas automáticas con gran destreza).

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¡Así no!

Mayor error me parece algo de lo que no sé si se dio cuenta el autor: su autoengaño. Se pinta a sí mismo (recordad que tratamos con un Mary Sue) como alguien poseedor de una excelente brújula moral. Cuando se topa con los Nazis Toscos los identifica inmediatamente como racistas y dice que lo que hacen está mal. Sin embargo él mismo no tiene reparos en referirse a la "mentalidad de campesino eslavo" de su compañero (repito en mayúsculas: MENTALIDAD DE CAMPESINO ESLAVO), por no mencionar los más sutiles pero no por ello menos insistentes "esmirriados amarillos" o su deleite en describir las cualidades físicas de los negros.
Lo mismo pasa al tratar con personajes femeninos. Da la sensación de que cada mujer con la que se topa no solo es una supermodelo (excepto las señoras mayores, que todas están gordas) sino que además desean secretamente abalanzarse sobre su pene. Esto es evidente con su compañera que tiene la única función de ser una esclava sexual a parte de ser la que los mete siempre en problemas. La insistente descripción física sobre lo atractiva que es su novia-niña revela ciertas fantasías del autor que podía guardarse para sí mismo y su carpeta de "Varios" de su ordenador. Extrañamente el Señor Brújula Moral al principio no quiere tener una relación con la adolescente por la diferencia de edad, pero esos remilgos desaparecen de pronto sin mayor explicación de un día para otro.

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La sensación que te queda al leer el libro.

Otros errores se advierten en el resumen que os hice: el abuso del Deus ex machina, las evidentes referencias del tercer libro a la Lista de Schindler que no sólo son evidentes sino que los propios personajes nos lo recuerdan.
El primer libro escrito en forma epistolar implica que el personaje cada poco tiempo se pare a escribir en una libreta. Al autor no se le ocurrió que el protagonista pudiera escribir estas notas después de los sucesos que narra, no durante.
Sobre la extensión de los libros se puede comentar que hay capítulos de relleno muy forzado. Escenas de acción que se eternizan aunque el lector no tenga la mínima sensación de peligro. Hay capítulos en los que basta con leer el primer y último párrafo para enterarte de todo. Ni siquiera merece la pena leer lo del medio porque sencillamente no está bien escrito.
Pequeños errores
Los pequeños errores son los que tienen que ver con fallos de concordancia. Al final del primer libro el helicóptero es rojo y blanco, al inicio del segundo es amarillo y blanco. Otro tipo de fallos tienen que ver con escenas o conversaciones que no vienen a cuento. En un momento en el que huyen de un hospital perseguidos por los zombis, el autor señala una tanqueta y pregunta qué vehículo es ese, con los zombis tocándoles los talones un soldado responde que es un Centauro, que es un vehículo viejo pero fiable y que él lo usó en la guerra de Bosnia. Esta conversación (que os resumo) tiene lugar mientras corren de la puerta del hospital hasta la tanqueta que está aparcada en la puerta del hospital.
Algo que me dio un asco especial son las coletillas anglosajonas que emplea el autor: "¿de veras?", "no me entiendas mal pero". Es como si su inspiración para el diálogo la sacara de malas traducciones de comics de superhéroes. Esto revela pocas lecturas (o malas) y conecta con lo que decía antes del estilo tosco e infantil.
Y luego está lo del neopreno ¿de verdad puedes llevar puesto un neopreno durante horas de ejercicio físico? Lo dudo.
Dos cosas buenas
Hay dos cosas que considero positivas (pero que ni de lejos justifican perder el tiempo con esta bazofia).
En un momento se hace referencia a los gases de los cadáveres en descomposición y cómo afectan al fuego o a las explosiones. Lástima que esto no haya sido explotado por el autor. Un pequeño destello de originalidad que pronto es olvidado.
La ambientación de los dos primeros libros en España aporta el toque de frescura de cuando una historia así no tiene lugar en pueblecitos americanos. Esta es la misma razón que explica el éxito de la ciencia ficción británica. Cuando en las historias de apocalipsis zombi todo está inventado, la nota de originalidad la aporta el escenario.
Fin
Entre cero y diez mi nota es "puta mierda". Quemad estos libros. Si los veís en una librería poneos guantes y mascarilla, cogedlos con cuidado, gritad muy fuerte "¡atrás todo el mundo!" y preguntad al librero dónde está el contenedor.

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