Captura del vídeo que una mujer saudí subió a Internet conduciendo / Youtube
Maysaa Al-Amodi está en la cárcel por conducir. La detuvieron sin darle una explicación el pasado diciembre en la frontera, cuando intentaba entrar en Arabia Saudí desde los Emiratos Árabes Unidos. Desde entonces, se encuentra en la prisión central de Al Ahsa. Lujain Al-Hathol, la joven a la que le llevaba material escolar, está en una especie de centro de menores para mujeres en esa misma ciudad. Lo irónico, que tiene carné de conducir de Arabia Saudí. Lo injusto, que a pesar de ello muchas autoridades no reconocen su validez.
Tal vez la ironía es europea. Cuando las protestas de las mujeres saudíes sobre su derecho a conducir se popularizaron, en octubre de 2013, la Unión Europea quiso, como marcan sus valores, debatir sobre sus relaciones con el país. En marzo de 2014, aprobó una resolución en la que adopta diversas recomendaciones.
A la hora de dictarlas, la UE tiene en cuenta varias consideraciones, entre ellas: que Arabia Saudí es un “un influyente actor a nivel político, económico y religioso en Oriente Próximo y el mundo islámico” y que “las importaciones de bienes de Arabia Saudí a la UE y las exportaciones de bienes de la UE a este país han aumentado considerablemente entre 2010 y 2012″. Lo que sigue a lo que la UE tiene en cuenta, es una lista con un lenguaje muy cuidado de lo que a la UE le haría feliz que Arabia Saudí cambiara, si lo tiene a bien, le apetece, no le molesta demasiado o no le supone un brutal esfuerzo.
El desasosiego más importante y atrevido de la UE, a mi juicio, es este, el 42: “Le preocupa que parte de la ayuda financiera y política prestada por ciudadanos y organizaciones de Arabia Saudí a algunos grupos religiosos y políticos del Norte de África, Oriente Próximo, Asia, y en particular Asia Meridional (en concreto Pakistán y Afganistán), Chechenia y Daguestán pueda dar lugar al fortalecimiento de los sectores fundamentalistas y oscurantistas que socaven los esfuerzos destinados a fomentar la gobernanza democrática y se opongan a la participación de las mujeres en la vida pública”. Todo el documento es una crítica con muchas miras a la situación. No hay ninguna línea en la que el Parlamento Europeo pida directamente a Arabia Saudí que se convierta en una democracia. En todo caso, “apela a Arabia Saudí a que redoble sus esfuerzos de reforma” y pide al Servicio Europeo de Acción Exterior -una suerte de Ministerio de Exteriores- que “apoye activamente a los grupos de la sociedad civil que trabajan a favor del refuerzo de los derechos humanos y la democracia en Arabia Saudí”.
Este es el punto en el que todo se justifica con el argumento de que la UE no tiene competencias de política exterior y no puede influir en otros países. Sin embargo, el comercio sí es una competencia exclusiva de la UE. Ningún país puede firmar tratados de comercio individuales con ningún otro país del resto del mundo. Todos los tratados comerciales son europeos. Aunque con la región del Golfo no hay un Tratado de Libre Comercio -las negociaciones las suspendió el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en 2008-, sí hay comercio entre las dos regiones, regulado por la UE.
Los países del Golfo suponen el 4,2% del comercio europeo. La UE es el primer socio comercial de estos países y cubre el 11% de su comercio. Es decir, 145 mil millones en 2012, según la Dirección General de Comercio de la Comisión Europea. La UE exporta al CCG sobre todo productos manufacturados (el 83,2%) como locomotoras o aviones, o productos químicos. El viejo continente importa, lógicamente, combustibles y productos mineros (el 82,4% del total en 2012). En suma, la UE exporta el doble de lo que importa. Le vende por 24,3 mil millones de euros y paga por valor de 12,4 mil millones por sus importaciones.
Ahora yo pregunto. ¿Por qué la UE se comporta como una ONG que constata hechos y recomienda acciones? ¿No puede actuar? ¿Por qué no condiciona el comercio, que sí es competencia europea, al respeto a los derechos humanos si tanto le preocupan? ¿O la UE no es un influyente actor político? ¿Para qué sirve el informe de la Eurocámara? Porque mi sensación es que si en 2014 las mujeres no pueden conducir en Arabia Saudí y eso nos preocupa como europeos, las recomendaciones han caído en saco roto. ¿O repostaríais en la gasolinera de un maltratador y a la hora de recibir el cambio, le manifestaríais vuestra preocupación por la violencia que ejerce sobre su esposa? ¿No lo denunciaríais o, al menos, cambiaríais de gasolinera? ¿O es que no hay más estaciones de servicio? Tal vez, efectivamente, la ironía, además de macabra, es europea.
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