Desde el mes de enero entrerà en vigor la nueva reforma laboral de Matteo Renzi, la que el jefe del gobierno, que se siente mucho "Obama italiano", ha llamado "Jobs Act": facilitaciones fiscales por las empresas y un nuevo contrato único a tiempo indeterminado por todos los empleados pero con libertad de despido.
La nueva reforma laboral crea un nuevo contrato único "con tutelas progresivas crecientes" en base a los años de servicio y con la posibilidad de despedir por causas económicas, subjetivas y objetivas sin obligación de reinserción en caso de contestación del trabajador depues de la desmovilización individual o colectiva. En cambio el trabajador puede recibir una indemnización entre 4 y 24 meses.
Esta reforma elimina de facto el noto articulo 18 dello Statuto dei Lavoratori", la principal ley italiana sobre el trabajo privado, con exclusión de los trabajadores despedidos por causas disciplinales no verdaderas, por motivos de discriminación y para los empleados públicos (diferencia que ha creado conflictos entre los aliados del gobierno), pero equipara las pequeñas y las grandes empresas con misma solución de fin de la relacion del trabajo.
Ademas el "Jobs Act" corta el empuesto sobre la actividad productiva y la contribución que carga sobre el empresario que asume recursos humanos con este nuevo contracto en lugar de los tradicionales contractos con duración determinada o colaboración ocasionales o por proyecto y permite la reducción del trabajador a una tarea inferior sin justificaciones y alarga el período de asistencia social por paro también ampliándolo a los colaboradores y a trabajadores de pequeñas empresas.
Esta reforma, contestada por sindicatos y partidos de la oposición (Movimiento 5 Estrellas, Liga Norte y parte de Fuerza Italia de Silvio Berlusconi) es el comienzo ofical de la tercera via del socialismo de Matteo Renzi y tiene una logica muy similar a la de los "Chicago Boys" de la era Pinochet, aunque en Chile todavia hay ley muy estrictas por los despidos: mercado mas libre y facil para las empresas, especialmente aquellas extranjeras y mas advantaje para los libres trabajadores.
Este acto puede ser muy peligroso en un período donde las empresas ya han adoptado todos los medios por los despidos colectivos y con un desempleo cercano al 15% (aquel juvenil al 40%) pero Renzi ha vencido su batalla personal contra los sindicados acusados ser "antiguos" y de parar el progreso del país excluyéndolos de hecho por cada decisión y negociaciones sobre las nuevas leyes sobre el trabajo.
Italia se prepara a una larga estación de huelgas, protestas e incertidumbre sobre la verdadera posibilidad de crear ocupación y Renzi sabe bien de jugarse todo en esta apuesta azarosa, pero una pregunta que todos se ponen es si las escasas inversiones sean realmente culpa de la dificultad de despedir. En los últimos años han cerrado centenares de empresas (por ejemplo muchas plantas Fiat o las refinerías de Gela y Porto Marghera y las acererías de Terni), pero nadie ha lamentado problemas de despido...