Revista Arte
Como condenados a muerte a los que se les concede una gran última cena, los pasajeros del Titanic murieron con el estómago bien satisfecho. Al menos los de primera clase que, poco antes de que el barco chocara contra un iceberg el 14 de abril de 1912, habían dado cuenta de un orgiástico menú de 10 platos. Exquisiteces como ostras, paté de foie-gras, solomillo de buey o melocotones en confitura de Chartreuse fueron consumidas en la feliz ignorancia de lo que iba a pasar después.
Noventa y ocho años después, el restaurante norirlandés Rayanne House ha recreado aquella cena para el festival Made in Belfast, en recuerdo de la construcción del Titanic en los astilleros de la capital de Irlanda del Norte. El chef Connor McClelland ha reducido el menú a nueve platos y cambiado el orden de alguno: sirve el paté al principio, al contrario de lo que se estilaba en aquellos tiempos, que era tomarlo justo antes del postre. No es la primera vez que esta cena se revive.
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