Revista Arte

La última nevula de Javier Marías

Por Peterpank @castguer

La última nevula de Javier Marías

“Hay que ver los esfuerzos que hace Javier Marías por no escribir una novela y, al final, no le sale ni siquiera otra cosa”

Alfredesen Rubalcabasen, director de la Academia Sueca

En su entrevista exclusiva con Mary Luz Bodineau, directora en funciones permanentes de La Fiera Literaria, el prohombre nórdico añadió: “Nosotros, que estamos deseando concederle el premio Nobel, le hemos mandado recado con ese chico, Marcelo Armas, que es un buen lameculodsen, aconsejándole que aprenda a escribir si quiere que se cumplan los fervientes deseos del mencionado lame y de García Posada, Pozuelo Yvancos, Cebrián, Ignacio Echevarría, Paco-Cervantes Rico, Mainer, Basanta y los dos Villanueva, Santos y Darío.

No sin calzarnos la escafandra antiodorífera, hemos adquirido un ejemplar de la navile mariasna en la librería de Madrid-2 y/o La Vaguada. Aún no se sabe qué feroz se va a ocupar de ella, pues, desde que anunciaron su aparición, fieras y fieros se disputaron el honor. A decir verdad, relamiéndose y casi babeando con fruición. Cuando yo he dejado el Fierabuilding, hace un par de horas, el panel electrónico que refleja las votaciones encarnizadas señalaba un séxtuple empate técnico, aunque con una ligerísima ventaja a favor de Isidoro Merino, experto en Marías y Josés y apodado  El Implacable.

No he de decir que, entretanto, yo soy la depositaria del ejemplar, esto es, del volumen, es decir, de la nivelu del oxionense.  Ni que, en calidad de tal, me haya permitido echarle una ojeada mientras viajaba en el Circular.

Ante todo, he verificado que está escrita –es un  decir— en primera persona femenina, algo, como he podido comprobar, que ha entusiasmado hasta el delirio extático a los “críticos” del Círculo Polar, esos enanitos de Negranieves en el paro. Nosotros preguntamos que ¿y qué? Que el nene Marías haya echado mano de la fracción femenina de su personalidad (muy pequeña tiene que ser a juzgar por los resultados) no es una proeza literaria. Femenina o masculina, el relato es en primera persona, como en todas las nuvoles del nene. Algo de lo que no han extraído ninguna conclusión los del Círculo Vicioso, pero sí, y hace mucho tiempo, una importante, los del Círculo de Fuencarral.

Volvamos a la misma explicación que siempre tenemos que dar, dada la opacidad mental-literaria reinante. Aquí no niega nadie la legitimidad de escribir un relato en primera persona, como han dicho por ahí una tonta argentina y un capullo español. Aquí lo que sostenemos es que el hecho de que el virgen Marías escriba siempre en torno a su académico ombligo debería haber escamado a los críticos que, probablemente, los pobres, quizá no tengan ni escamas. Porque eso es señal inequívoca de que no se puede –sabe—levantar un mundo –en eso consiste novelar—con su tiempo, con su espacio, con sus habitantes, etc. En primera persona, lo que se puede escribir es un relato, no una novela, a menos que se posea el genio del Benito Pérez Galdós de Lo prohibido. Veamos. Novela es, decía Andrés Bosch (El Realismo y la novela actual, en colaboración con M. García Viñó, Publicaciones de la Universidad de Sevilla, 1973) “vida posible fingida”. Exigiendo “la necesidad de hacerlo creando universales por medio de los elementos novelísticos puros: descripciones, personajes, diálogos, monólogos interiores, etc.”, no mediante digresiones pseudoensayísticas, idea que estuvo en la base del movimiento de la Novela Metafísica. Atendiendo a lo puramente técnico –pero no adjetivo— García Viñó ha sostenido siempre que novelar consiste en hacer presente la “realidad” del segundo mundo en que consiste la novela, delante del lector, con el mayor bulto, consistencia y expresividad. El resultado, ha ejemplificado siempre, es como si la novela actuase lo mismo que una cámara oscura desde la que un proyector lanzase unos rayos que fuesen a dar en la mente del lector en el tiempo de la lectura. En resumen, que novelar es presentar, no referir ni contar.  Una idea, por cierto, expuesta por primera vez por Manuel García Viñó en su Teoría de la novela (Anthropos, Barcelona, 2005), que ha sido calcada en sendas críticas –guardamos los recortes–  por tres enanos nacionales sin citarle.

Javier Marías no ha novelado nunca. No está capacitado para ello. El relata, refiere (que lo haga rematadamente mal es un valor añadido), pero no presentiza las acciones que, en sus nuvulus, dice que realizan los que sus críticos lamelos consideran personajes, pero que no son más que nombres. ¿No se han dado ustedes cuenta, señores del Círculo de Artesanos, de que Marías no describe nunca ambientes ni acciones, ni hace vivir personajes pensantes, ni utiliza la elusión ni la alusión que tantas veces reclama el maestro Juan Ignacio Ferreras, ni el perspectivismo ni el contraste sobre los que nos aleccionó Mariano Baquero Goyanes, ni la extrañeza, ni, por supuesto, los valores estético-novelísticos, que no tienen nada que ver con el lenguaje florido (en su caso, para colmo, pésimo), pues el leguaje narrativo ha de ser, ante todo, funcional. Tienen que ver con la composición, con la forma de presentación de la “realidad segunda” que es, repito, la novela, de manera aun más primordial que en la pintura. Absolutamente todas la navales de Bebé Marías son descomposiciones. Y casi diría de vientre, si mis votos de castidad no me lo prohibiesen.

Si Javier Marías, esa criatura inocente –inocentona, mejor, y candorosa, pero negada para la literatura,– no hace nada de eso, no sabe nada de todo eso, ¿por qué decís los críticos del Círculo Infernal las cosas descomunales que decís en su glorificación? ¿Os pagan por decirlas? ¿O es que simplemente que sois idiotas?

Las innumerables paradas del Circular me han permitido, antes de llegar a la mía, que es la vuestra, hacer una cala  en la novile de Marías, que por mi seguridad ocultaba entre las páginas del “Marca”. El primero de éstos que llamaré parágrafos, ya que no son capítulos, lo he leído entero  –dos páginas y media–, y contiene tantas chorradas, es tan chorra en su conjunto, que me va a hacer perder la apuesta que tengo hecha con Manolo el del Bombo. Voy a analizarlo acompasadamente, como anticipo de lo que puede decir, en el próximo número, Isidoro Merino o su circunstancia. Recuerdo una vez más que estas infalibles críticas  que nos han hecho famosos es casi imprescindible leerlas con el libro criticado al lado, lo que convierte en inadmisible la imbécil acusación que nos hacen algunos filisteos, de que sacamos los párrafos o las líneas de contexto. No será así en este caso, pues voy a reproducir, facisililar y alicatadamente, los párrafos del nivilo mariasno o marisendo.

Pág. 11 (primera de texto).-

Vamos a ver, Marías: extraño ¿por qué? ¡Si estabas allí! ¿E injusto? No, hombre, no. Te lo mereciste, por estar allí cumpliendo con tu deber de mirón. Tranquiliza tu conciencia, criatura. Que tú no eras su mujer, lo admito. Pero hay cosas que escapan a la distribución de los bienes gananciales.

Completamente normal que no supieras su nombre. No es para alarmarse. Yo no sé el nombre de casi ninguno de mis vecinos, y no por eso me creo problemas de conciencia. Lo de que un fulano apuñalado estaba a punto de convertirse en un muerto me parece un aguda observación. Pero –no lo entiendo–, ¿cómo se presenta una conciencia? Por otra parte, si estaba siendo acuchillado y se dio cuenta de que lo acuchillaban es que era un lince, no lo dudes.

Acuchillar imbécilmente no es expresión propia de un académico, Javier.  Por otra parte –tan parco eres con lo importante como pelmazo con  las digresiones–, que el   lector tiene que aceptar bajo tu palabra de honor que lo ultimaron por confusión y sin causa. Luego vienes a decir, en el primer glorioso anacoluto de este libro –¡qué aficionado eres a ellos, muchacho!—que lo acuchillaron también sin salvación, como si ésta fuera una técnica moderna de acuchillamiento. En cuanto a que los acuchilladores  quisieran echar a tu amigo sin dilación de la tierra, me parece, por un lado, una prisa innecesaria, por otro, que no deberían haberlo hecho sin hablar previamente con la NASA.

Te temo, Marías. Temo tus incoherentes especulaciones plastafilosóficas. Todos no somos iguales, hombre. Ni pensamos lo mismo ni sentimos lo mismo. ¿Por qué tu costumbre de generalizar, como si fueses el eje ígneo del planeta? Yo no he llorado nunca a un allegado, ni lo llevo en la mente ni, mucho menos, lo echo de menos cuando pierdo las llaves del coche… En lo que sigue del párrafo, ¡qué ejemplos  más ñoños, más estúpidos! Con la cantidad de cosas que, cuando uno se muere, deja de hacer o dejamos de hacer nosotros con él, y a ti se te ocurre recordar sólo las del primer curso para párvulos occisos.

–Viste al finado muchas mañanas, “casi todas a lo largo de unos años”. Si te parece, lo ibas a ver todas las veces el mismo día…

–Que te volvieras parejaadicto y lo cuentes como lo cuentas es tan tontorrón como un artículo de Paquito Rico, perdona mi sinceridad, querido Marías. Superstición u obligación… Sendas, como tú dices, palabras son inadecuadas. Está demostrado que ni por obligación ni por superstición se llega a disfutar de ese placer que a ti te enerva. Por cierto, recodando otras navilas tuyas, creo que tú disfrutas de orgasmos por cosas bastante raras.

Por cierto que también se orgasman por extraños excitantes, como es descifrarte, tus panegiristas los Ignacio Echevarría, Posadas, Pozuelos, Juristos, Palomos, Azancotes, Santos Sanzes, Mainer, Daríos, Jambrinas, Basantas, Ayalas Dips, Guelbenzus, Juan Cruces, Muñoces Molinas, Ángeles Garcías, Rosas Moras, Benjamines Prados, Rodríguez Riveros, Goñis, Rojos –entre otros ordenanzas de Babelia– y, ¿cómo no?, Paquito Rico de Ceruantes y Sayauedra…

Sin  duda, con ese arranque, ese planteamiento pleno de memeces  y afirmaciones chorrentas quieres despertar el interés. Lo que despiertas es el llamado bostezo del cocodrilo, el más amplio que se conoce. Recuerda aquellos versos de un poema de nuestro compañero Pancho Capote, que dieron dos veces la vuelta al mundo y que decían: No hay nadie como Marías / para decir tonterías…

–¿No se da cuenta nadie de que eso de esperar al matrimonio feliz todos los días para compartir con él, a distancia, los porras y el café con leche es una pamplina?

–El inciso “no se me malentienda” es para echarle de comer en el plato de al lado. Eso no se le ocurre escribirlo a nadie que tenga un mínimo de respeto a la lengua de sus mayores. Y, en el plano del contenido, sólo a un seminarista jubilado

–El mundo se pone en orden si don Javier contempla el desayuno de sendos dos entrambos con unos prismásticos.

–¿Qué es eso de “fragmento o vida”, Marías de los cataplines, que me estás volviendo loca…? ¿Fragmento equivale a vida en tu diccionario de sinónimos y herramientas?

–“Vida pública o expuesta…” ¿Expuesta a qué, Marías, que nos dejas otra vez in albis? ¿Es lo mismo una cosa que otra? Lector agudo y expectante: ese “expuesta” equivale, luego de trabajosa especulación de San Marías Nonnato, a lo expuesta que son algunas vidas públicas en estos tiempos. La Fiera ha señalado varias veces un defecto común a las Grandes, las Lindos, las Montero, las Regás, las Lucía Etcheverría, las Espido, etc. Y los Muñoz, los Reverte, Millás, De Prada, Pombo, Cebrianco, etc. El defecto de escribir dando por sentado que el lector sabe lo que ellos han pensado, pero no escrito.

–Imaginen ustedes, mariasnistas lameculos, si todo el que tiene que cumplir una jornada laboral hace depender su propio buen funcionamiento del desayuno de otros, del paisaje en que se desenvuelven, del exquisito tacto y la discreción del memo que los mira. ¡Un tipo que se queda inerte y acojonado si no mira a otros dos!!!

–“Me conforta respirar el mismo aire..” ¿Cómo es posible que nadie advierta que todo esto es una gilipollez tan grande como el rollo de papel higiénico de King-Kong?

–Tanto meter el ojo y resulta que no sabe si aquella comida de sus observados es el almuerzo, la cena, el desayuno o la merienda.

–Como al hombre lo ultiman los navajeros, Marías deduce agudamente que los cónyuges ya no podrían cenar juntos.

Al igual que sabe cómo sienten y se comportan todos los habitantes del planeta, Marías sabe que la mujer está “extrañada pero sin temer nada”. Hasta con su pobre y simplona técnica narrativa hace trampas este desgraciado.

Bueno, no sigo, no sigo con este párrafo porque me va dar algo.

Cristina Aguilar

P. S.-En el mundo literario español actual, dominado por la industria cultural, la codicia de la Real Academia y la  política interesada del Ministerio,  todo es mentira. Pero los embustes de que esa abarcadora mentira se compone, son, como ciertos tipos de aceituna, aliñados, endulzados con agua y gordales. El embuste Almudena, aunque piensen ustedes que es gordales, es aliñado, como los de Muñoz Calzonazos Molina, el beato Juan Manuel de Prada, Jota Jota Millás, Cebrián, Cercas, Maruja Follamucho Torres, Rosita Montero, Eduardo Chistoso Mendoza, Álvaro Pombo, Rosa Regás y otras/tros. Endulzados con agua son los de Espido Languidez Freyre, Soledad Penitapena Puértolas, Elvira Lindo de Calzones, Lucía Tetas Etchevarría et alii. Gordales, gordísimos, inconmensurables, inexplicables, son los embustes sobre Pérez Reverte y Javier Marías, el primero, un mal relator, imitador desmañado de los entreguistas del XIX, dilapidador de tetosterona patriótica, chulo, gamberro y jactancioso sin gracia, creído, cateto, machista, maleducado, tonto de un lado y con el ego superhinchado por los biberones que le suministra su nodrizo particular José Belmonte, que le organiza un congreso cada semana. Y los del nene Marías, beneficiario de las más obesas y desconcertantes mentiras que se han acumulado sobre alguien que no sabe ni manejar el ordenador con un programa para torpes, peor escritor de todos los tiempos y lugares, incapacitado hasta para hacer la O con una galleta marías, desconocedor de la lengua española, productor excesivo de anacolutos y chorradas y memas digresiones interminables.

Pero dejémonos de  bromas y digamos a todos los hideputs nombrados que, con sus claudicaciones, sus faltas de honradez y su cobardía se están cargando, están convirtiendo uno de los dos más importantes patrimonios culturales de este país, la Literatura –el otro es la pintura—en un estercolero, en una cloaca, en el cuartel general de la corrupción de un país enteramente corrupto

La Fiera, el más importante acontecimiento cultural que se ha producido en España en los últimos siglos, como ha dicho más de un prócer neutral, es silenciada, ignorada, por esas Blancas, Marías Luisas, Fernandos y otras mamonas y mamones que denuncian corrupciones menos graves que las suyas. Nuestro correo es violado; nuestras oficinas, espiadas, nuestras fachadas, agujereadas por el impacto de balas asesinas; nuestras hijas, agredidas en el patio del colegio; nuestros bocadillos y nuestros chupa-chups, envenenados…

La victoria será de quien gane la batalla de la posteridad.

La Fiera seguirá empleando el arma que la ha hecho temible en el mundo entero: la reductio ad ridículum de los monigotes   que aquí pasan por escritores.

Igne natura renovabitur integra.

C. A.

ADDENDA

La Fiera Literaria, ese milagro, viene siendo acusada, por los mameculos a la carga, de envidiosa de los éxitos mariasnos y de antipatriota. Su declaración de principios –izquierdismo, republicanismo, laicismo, ateismo, feminismo y liberalismo—se ha interpretado torcidamente, como si dijésemos estotro e hiciésemos aquellotro. Se nos llama europeos, ciudadanos del mundo, maestros de la ironía, críticos independientes, malauvas, cachondos,  pringuezorras y fementidos. Se nos acusa ante los tribunales de orden público. Y se nos niega la existencia, sin tener en cuenta que, inexistentes, no podríamos presentarnos ante sus tribunales.  ¡¡Por los clavos de Cristo y los de su santísima madre en su advocación de la Bien Aparecida!! ¿Qué de malo hacen los feroces sino decir la verdad, trasladar al mundo, en bandeja de expresión áurea, lo que ve, huele, palpa, siente y mide”?

Veamos: los críticos del Círculo de Fuencarral han detectado y han publicado en este boletín y en nuestros Cuadernos de Crítica cerca de mil coces de Javier Marías a la gramática, el diccionario, el sano pensamiento, el buen gusto y el humor inteligente en sólo seis de sus nivelos  Bien, pues, a ver qué hijo de su madre, entre los lamemarías anteriormente nombrados, es capaz de justificar siquiera uno solo de ellos. Todos han sido extraídos, como digo, de seis noviles mariasnas que vosotros,  oh vendidos baratos, os sabréis de memoria… Menos la primera, que es de un artículo publicado por el genio en El Semanal. ¿Recuerdan ustedes aquel horrendo crimen de ETA, cuando asesinó a un concejal del Ayuntamiento de Sevilla y a su mujer que le acompañaba? El Nobel escribió que ETA había matado a un concejal “con su mujer incluida”.

Para abreviar, utilizarmos las siguientes siglas, referentes al título de la “novela” de la que proceda el ejemplo: TA = Todas las almas; TH = Travesía del horizonte; HS = El hombre sentimental; CB = Corazón tan blanco; MB = Mañana en la batalla piensa en mí; NE = Negra espalda del tiempo…

CB 188.- “Aun se entretuvo en la sección viril, ahora probó dos aromas en el envés de sus sendas manos, pronto no le quedarían zonas incontaminadas por los perfumes dispares”. Este párrafo constituye una tal monstruosidad, que bastaría por sí solo, como decíamos, para descalificar a alguien como escritor. Marías ignora lo que quiere decir “sendos”. Cree que significa “dos”. Otorga cualidades propias del varón a la sección de hombres de un gran almacén. Dice que prueba dos “aromas” cuando lo que prueba es dos “perfumes”. Dos perfumes “distintos”, pero él dice “dispares”. Finalmente, considera “contaminación”  el hecho de que el olor permanezca.

TA 26.- Varias veces, cree ver a una determinada mujer. Una vez, está seguro de que es ella. Lo dice mediante este torpe trabalenguas: “Pero esta vez que fue cierta –diez días después– fue todo muy rápido y además había viento”.

TA 142.- En un rato, un profesor ha establecido un relación cordial con una chica a la que acababa de conocer. Así lo expresa el académico: “El profesor del Diestro llevaba muy avanzado el conocimiento trabado de su desconocida”.

TA 143.- Ver o no ver a la mujer sigue planteándole enredosos problemas: “Como en aquella segunda oportunidad (si es que era ella en esta tercera: hacía más de un año que no la veía, y antes fue tan escaso), me di cuenta…” Aunque nadie lo diría, con lo de “y antes fue tan escaso” se quiere referir a que, antes de la segunda vez, la había visto poco. Sigue enredándose: “Yo me volví, como aquella otra vez, pero ella no, esta vez que no estoy seguro de que fuera ella”.

TA 235.- “Amablemente, como siempre lo era…”. ¡No! O “amable, como siempre lo era”, o “amablemente, como siempre se había comportado”.

TH.- Hay dificultades para llegar a los islotes a donde quieren ir los millonarios. Alguien propone ir a otro sitio y hacer creer a los viajeros que aquel es el que querían visitar. Marías lo escribe así: “[en vez de a los islotes], lo mejor sería llegarse a toda máquina hasta las islas Marianas y hacer creer a los millonarios que éstas se trataban de aquéllas”.

TA 71.- “… es la persona a la que voy a preguntar… y cuando esté sentada le preguntaré”.

TA 216.- “…supe más tarde que sucediera, sucedió cuando”… “Sólo cuando tuve edad para preguntar… pude preguntar.”

TA 220.- “Como si fuese yo quien las recordara… pero no es posible que las recuerde… me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo (además de la horrible repetición, obsérvese la contradicción: “me resulta imposible recordar. Sin embargo, recuerdo…”. Sigue el lío en la pág. 224: “y aunque no lo comprendiera entonces ni lo recuerde ahora, creo recordarlo ahora”.

TA 241.- “el cochecito de niño de mi niño nuevo”. La precisión de que el cochecito es “de niño”  sobra; en cuanto a lo que sigue: ¿es que tiene otro niño de segunda mano?

CB 50.- “…había pasado más tiempo del que yo pensaba, pensé”.

CB 53.- “…contemplando transcurrir el transcurrido tiempo”. En CB 213.- “se mira transcurrir el transcurrido tiempo”. (Aquí, aparte la espantosa repetición, hay que decir que el tiempo no se puede mirar.)

CB 60.- “traductor para traducir”. 61.- “interpretar a un intérprete”.

MB 154.- “La dignidad lo ha hecho dignificarse”.

TA 19.- “…fuesen falsos, auténticos o semiverdades”. La obligada concordancia le obligaba a escribir “falsos, auténticos o semiverdaderos”.

En TA 138, califica unos muslos de obesos.

En TA 139, a los parroquianos que suelen reunirse en la misma mesa de un bar los llama “correligionarios de mesa”.

TA 26.- “… “zapatos que se destruyen”, por que se rompen o se deterioran.

TA 31.- “su pelo consistía en una larga melena”.

TA 51.- [Los platos de la cena] “eran tres o cuatro (según la riqueza o tacañería del college)”. Aparte de que el paréntesis es superfluo, se advierte que, para Marías, tacañería es lo opuesto a riqueza y, consiguientemente, pobreza lo contrario a generosidad. En 145, escribe abundante como contrario a avaro.

MB 191.- “ la barrieron los barrenderos del suelo”, que hay que suponer distintos a los barrenderos del techo. Esto aparte, está la repetición: ¡barrenderos que barren!

TA 144.- Otra del género sublime: “¿Tengo la polla en su boca o ella tiene su boca en ella, puesto que ha sido su boca la que ha venido a encontrarla?”  Marías sabe lo que quiere decir, pero no sabe decirlo.

TA 145.- “Tengo la polla dentro de su boca, pensé al tenerla”. Hay que ser espabilado para pensar que alguien tiene en la boca lo que tiene en la boca.

TA 147.- Otra muestra de agudeza, por no hablar del buen gusto: “Ahora no bebe ni fuma ni mastica ni ríe ni dice nada, porque tiene mi polla en la boca, y sólo eso cabe”.

HS 161.- Un personaje se suicida, dice Marías, “con una pistola de su propiedad”. En CB 11, otro lo hace “con la pistola de su propio padre”. Piensa uno en lo diferentes que hubiesen sido los resultados si el primero se suicida con una pistola alquilada y el segundo, con la pistola del padre de un amigo.

TA 56.- Escribe “los siguientes vecinos” para designar a los comensales que ocupan la mesa de al lado.

TA 26.- “Y mientras dudaba la amiga le tiró de la manga”. Por falta de las imprescindibles comas, no se sabe si ella dudaba y la amiga le tiró de la manga o si era la amiga quien dudaba y ella le tiró de la manga.

TA 237.- “Me ha mandado los diarios del primer muerto”. Se quería referir al que murió primero.

CB 40.- “Nada impide tanto entender como la simultaneidad de dos o más personas…” Quería decir “simultaneidad de dos o más voces”.

CB 230.- “Cuantas cosas se van no diciendo”.

CB 244.- Otro ejemplo demostrativo de que no sabe decir lo que quiere decir: “…sus labios pulposos y húmedos (húmedos en sí mismos, pero bebió mucho vino”). Enésimo paréntesis inútil en la novela. Quiere decir, y lo intenta en el lenguaje menos novelístico posible, que, aunque los labios no hubiesen sido naturalmente húmedos, lo hubiesen parecido por causa del vino bebido.

CB 262.- “…mis ojos se hicieron a la oscuridad, la puerta de la alcoba estaba cerrada, debía de haberla dejado yo así, la costumbre nocturna, aunque hiciera ocho semanas que la había suspendido, en aquel cuarto”.

CB 272.- “después de acostarnos con el uno el otro”.

MB 26.- “un joven que arrastraría sus tacones altos por la costumbre aún no arraigada”. Dice que el joven arrastraba los tacones por la costumbre, pero lo que quería decir era que arrastraba los tacones porque aún no estaba acostumbrado a llevarlos.

MB primeras dos líneas del texto (9 del libro). Así comienza Marías una novela: “Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos y que no verá más su rostro cuyo nombre recuerda”. Quiere decir que recuerda el nombre de la mujer, pero dice “el nombre del rostro”.

¡¡CRITICOS LITERARIOS!! ¡¡SEÑORES RICO, BELMONTE, MAINER, DE LA CONCHA, !!!!!!!!!!

SOIS UNOS HIJOS DE LA MAGNA RUTA Y UNOS ENEMIGOS DE LA LENGUA Y LA LITERATURA ESPAÑOLA POR DECIR QUE ESTE DESDICHADO MEDIO LILA ES QUIEN MEJOR ESCRIBE EN ESPAÑA, CUANDO NI ESCRIBE, NI PIENSA, NI TIENE IMAGINACIÓN, NI SABE COMPONER NI TIENE GRACIA.

Cristina Aguilar


Volver a la Portada de Logo Paperblog