En el Evangelio de Juan 10-9 al 1,3 Jesús nos dice: Yo Soy la puerta: el que por mi entrare, sera salvo: y entrará, y saldrá, y hallara pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye por que es asalariado, y no les importa las ovejas. Amen!
No permitamos que el diablo nos engañe haciéndonos pensar que hay otra manera de entrar al lugar que Dios nos tiene reservado. El diablo Satanás es el mentiroso rey de la mentira. Nos trata de engañar sutilmente con cosas que al final son vanas. Nuestro cuerpo solo es débil cuando nos alejamos de Jesús de sus enseñanzas. Recordemos las palabras que Dios dijo a Josué antes de entrar a la tierra prometida.
De la misma forma que Josué tuvo que prepararse, ser valiente, procurar de no desviarse a diestra ni siniestra, así es la vida que debemos de ejercer para entrar a la morada santa que nos espera. Los ángeles nos esperan. La única puerta es Jesús. Si creemos y confesamos que le reconocemos, lo mas seguro que la puerta este abierta a
una vida plena de felicidad por los siglos de los siglos. Amen.