Si hay una lección que los demócratas y la gente decente debe extraer de esta crisis es que la política es demasiado importante para dejarla en manos de políticos y que nunca jamás debemos votarlos. Castigar a un mal gobierno votando a la oposición no sirve para nada porque perpetúa el sistema y termina fortaleciéndolo. El partido que gana unas elecciones obtiene como premio el gobierno, pero los que la pierden también ganan porque el sistema está diseñado para que los políticos siempre vivan bien de él y de las arcas públicas. Los perdedores reciben dinero por sus votos, subvenciones como partido político, cuotas, espacios, cargos y puestos en consejos de administración, empresas públicas, instituciones y otros muchos privilegios autootorgados por el poder político.
El ciudadano, que ha sudo despojado de todo poder e ilegalmente marginado de una democracia en la que él, por definición, es el soberano, no tiene más poder que el de su protesta y su voto. Si emplea su voto entregándolo a un sinvergüenza, a un delincuente o a un tipejo más fiel a su partido que a la nación, es culpable del drama que ha apoyado. Por desgracia, no existen ya partidos fiables y los que todavía lo son (porque no han tenido tiempo de participar del festín y de corromperse) son tan pequeños y tienen tan escasas posibilidades de gobernar que votarlos significa desperdiciar el poder ciudadano.
Mantenernos eternamente en la protesta y descargar nuestra ira en Internet es estéril e ineficaz. No nos entretengamos en debates estériles y discutamos si es mejor el voto en blanco, el voto nulo con reproche o la abstención activa. Lo único importante es pasar a la acción y empezar de una vez a demoler el sistema que nos lleva, inexorablemente, a la injusticia y al fracaso. Nunca más alimentar el sistema, jamás votar a un partido que sabemos de antemano que nos va a expoliar y que va a continuar destruyendo la nación.
Es más que evidente que votar al PSOE significa apoyar EREs mafiosos como los de Andalucía, corrupciones a mansalva y políticos que anteponen sus intereses a los de la nación, como también es evidente que votar al PP significa apoyar el caso Gürtel y el sin fin de abusos que se dan en sus filas. El sistema tiene que ser cambiado porque los que lo dominan lo han desvirtuado y corrompido, convirtiendo lo que llaman "democracia" en una sucia dictadura de partidos, sin ciudadanos, sin controles, sin contrapesos y con una impúdica cobertura de impunidad e inmunidad que protege a los que desvalijan las cajas de ahorro, despilfarran, endeudan, se atiborran de privilegios, hacen pagar a los débiles la pesada factura de la crisis y, lo que es lo peor, siguen conduciendo al país y a la manada de ciudadanos borregos hacia el fracaso y la pobreza.
Cuando las urnas se abren es cuando el ciudadano puede ejercer su profunda y regeneradora venganza, boicoteando el sistema y demostrando al mundo que los polícos ineptos y corruptos gobiernan sin apoyo ciudadano, lo que les convierte, aunque ellos lo nieguen, en ilegítimos y usurpadores. Pero mientras las urnas permanecen cerradas, existen tareas importantes y eficaces que el ciudadano consciente y demócrata debe realizar. La principal es minar cada día el poder de los políticos criticándolos con argumentos sólidos, propagando ideas libertadoras, como las que difunde este blog, por todo el ciberespacio, expandiendo a través de nuestras conversaciones y escritos, la cultura de la rebeldía indignada, la verdadera democracia y la libertad, abucheándoles y pitándoles en los actos públicos, afeándoles siempre sus abusos de poder y arbitrariedades, siendo con ellos implacables, sin entregarles jamás aquello que es sagrado e indelegable: la voluntad política de cada ciudadano.
Millones de españoles castigaron a UCD votando a Felipe González, un tipo que abrió de par en par las puertas de la corrupción en España, hasta el punto de terminar con ministros encarcelados y con un país casi en la ruina total. Otros millones se vengaron de Felipe votando a José María Aznar, un tipo arrogante y manipulador que, aunque creó bases prósperas, lo hizo apostando por sectores que terminaron llevándonos hasta la ruina, como el ladrillo.
La venganza contra Aznar elevó hasta el poder a uno de los peores dirigentes políticos del mundo, a un José Luis Rodríguez Zapatero que destruyó la economía, la moral, la esperanza, la ilusión, la confianza y la dignidad de España y de los españoles, conduciendo al país, con mano firma, hasta el despeñadero.
¿A quién vamos a elevar hasta el poder para vengarnos de Rajoy? ¿A un Rubalcaba que es cómplice y corresponsable, junto con Zapatero, de la mayoría de nuestros males presentes?
La única forma de solucionar los problemas de España es sustituyendo esta sucia y corrupta dictadura de partidos por una verdadera democracia y esa tarea, terriblemente compleja y difícil, no van a realizarla los mismos que nos han llevado hasta esta España presente casi destruida, arruinada y mundialmente desprestigiada. Serán los ciudadanos los que, con su presión y actitud rebelde, los que instauren de una vez una verdadera democracia, con una ley electoral equilibrada y justa, con separación de poderes, con una ley igual para todos, con castigo para los canallas, sin impunidad para los políticos, con un Estado racional, sin enchufes, sin EREs mafiosos, con igualdad de oportunidades, con una ética democrática que lo presida todo, con justicia, dignidad y esperanza.
La mejor forma de avanzar hacia ese objetivo es castigar a los actuales políticos, culpables principales del hundimiento de la patria, sin uno solo de nuestros votos. Votarles es hacernos cómplices del desastre y de su nauseabunda conspiración contra España.