Revista Cultura y Ocio
LA UNIVERSIDAD DE LOS ESTUDIANTES QUE NO APRENDEN. Está en el centro de la ciudad, en el mejor sitio. Desde allí se pueden dar paseos o meterse en los bares, los billares, coleccionar horas muertas dentro de ellos y sus cigarrillos y cervezas, cultivar con libertad la soledad y también crecer y abandonarse en el calor de alguna charla. La juventud es para esto. La juventud persigue una verdad tras las palabras y sueña con que al mundo lo haga nuevo el arte, este arte que acaso luego se limita, resulta más cerrado, no consigue traspasar las fronteras de uno mismo y no tiene así tantos posibles caminos, tantos misteriosos sentidos. No es tan pleno ni tan rico. Es más pobre en su destino, como pobre es uno mismo. Esto se empieza a aprender en la Universidad de los estudiantes que no aprenden, quiero decir que no aprenden en ella, que a ella no van nunca, porque la vida es suficiente escuela y nada importa más que el arte y el arte no se aprende sino que sólo se siembra, germina, madura y se recoge. El arte anda ligero y también se hunde en el abismo. El único estudiante que él admite es aquél que en la Universidad no aprende y lo busca y lo persigue por los misterios oscuros de sí mismo y los vendavales imprevisibles de la vida.
De La poesía es un fondo de agua marina, El Bardo, 2011
Santiago Montobbio
