Revista Filosofía
Un niño iba caminando junto a su padre y le preguntó: “papá, ¿qué es la utopía? El padre puso un extraño gesto y guardó silencio. “Papá, ¿qué es la utopía?”; volvió a preguntar el niño. El padre resignado contestó: “La utopía es como el horizonte. Lo miras, te gusta, y comienzas a andar hacia él para alcanzarlo. Cuando llevas un rato andando, alzas la vista y te das cuenta que el horizonte ha caminado lo mismo que tú, y está igual de lejos. Vuelves a andar, esta vez más deprisa. Cuando levantas la vista vuelves a constatar que el horizonte se ha vuelto a alejar. Lo intentas de nuevo, esta vez de espaldas para engañarlo, pero cuando miras, el horizonte ha vuelto a alejarse. Así la es la utopía, igual que el horizonte. El niño preguntó: “Entonces, papá, ¿para qué sirve la utopía?” Y el padre respondió: “Para avanzar, hijo, para avanzar”.