La investigación histórica ha podido fijar con cierta exactitud la fundación de la ciudad de Valencia en el año 138 antes de Cristo. La fecha ya la daba el historiador romano Tito Livio en sus célebres Décadas y ha sido confirmada por la arqueología. Pero otros historiadores se han ido más lejos al aventurar unos orígenes más remotos y legendarios para la capital del Turia. Casi sin excepción, todas las ciudades y pueblos valencianos con historia se reclaman fundadas por Túbal, nieto de Noé.
Pero fue el cónsul romano Décimo Junio Bruto quien, a modo de recompensa al coraje que sus tropas habían mostrado en las guerras lusitanas, les concedió tierras en el levante peninsular. La urbe romana sufrió una destrucción en el año 75 a.C. debido a la primera guerra civil romana que enfrentó a Pompeyo y Sertorio. Fue refundada en época de Octavio Augusto con el rango de colonia, similar a Ilici. Sagunto, a pesar de su importancia casi legendaria y urbe cercana a Valentia, se tuvo que conformar con el título de ciudad asociada. A partir de ese momento la población creció en importancia y se la dotó de foro, circo y abastecimiento de agua.
El Museo de la Almoina.
El centro cívico de la Valentia romana estaba alrededor del foro o plaza pública, que aglutinaba las funciones judiciales (basílica), políticas (curia) y religiosas (templo). En el foro se concentraban las estatuas y pedestales honoríficos a los dioses, la familia imperial o a ciudadanos notables. Otros importantes edificios ubicados cerca del foro eran el mercado, el santuario de Asklepios/ninfeo, el horreum y el collegium (casa gremial).
Próximas a las puertas norte y sur se situaban las termas. En su lado oriental se construyó un circo, donde se celebraban carreras de carros, el espectáculo más apreciado por los romanos. En la fachada urbana septentrional, junto al río Turia, se extendía una amplia área portuaria fluvial. No obstante, los atisbos de decadencia del Imperio en el siglo III le pasaron factura y se despoblaron barrios enteros de la Valentia romana. No volvería a recobrar fuerza hasta la llegada de los musulmanes.
Es en la Plaza de la Almoina, poco conocida y de menos tránsito peatonal que sus vecinas y espléndidas la Catedral, el Palacio Arzobispal y la Plaza de la Virgen, donde el viajero puede descubrir los cimientos secretos de la primitiva urbe ibérica-romana de Valencia, pues bajo ésta se encuentra el mayor yacimiento arqueológico de la ciudad, con 2.175 años de antigüedad, es la plaza más longeva.
Los restos de las antiguas termas romanas de Valentia.
A mediados de los años ochenta del pasado siglo las obras de excavación del metro descubrieron los restos del foro romano que engendró Valencia. Ahora, la plaza de la Almoina se ha convertido en un escenario público y de afluencia peatonal que luce un hermoso estanque de 300 metros cuadrados y suelo acristalado desde donde se puede contemplar la belleza de los restos de las antiguas termas.
Lo mejor está por venir. El espectacular Museo de la Almoina es un auténtico viaje al pasado romano de Valentia, una delicia para los sentidos. Ofrece, a lo largo de 2.500 metros cuadrados de superficie y de manera cronológica un itinerario para explicar al público la evolución urbana que ha experimentado la ciudad desde su fundación hasta nuestros días. Alberga, además, desde maquetas de bronce, monedas. vasijas, jarrones, elementos decorativos, armas, tumbas e incluso restos humanos.
Bajo el suelo acristalado y tras la Basílica, emergen las ruinas de la Valentia romana.
No es la única parada de este viaje al pasado. La misma plaza y museo también alberga restos de la Valencia árabe y visigoda. La parte oriental del museo está ocupada por lo que fue el antiguo alcázar islámico, y vista desde el hall de entrada, se presenta como el lugar idóneo para explicar el periodo musulmán de Valencia. La primera ciudad que pobló estas tierras, la republicana romana, bien representada por las termas, llama la atención del viajero al ocupar el centro del recorrido. La parte más occidental de la galería expositiva se centra en los vestigios arquitectónicos que permanecen de la época romana. Al sur, emerge la etapa visigoda, con la zona martirial y episcopal.
Muy cerca de la Almoina se encuentra el Almudín, término derivado del árabe almodi ‘casa almacén’, donde durante el dominio musulmán de la ciudad se almacenaba y vendía el trigo. El edificio que puede contemplarse hoy fue construido entre los siglos XIV y XV, y es un raro ejemplo de arquitectura utilitaria que, haciendo honor a este uso, acoge exposiciones de arte contemporáneo. No muy lejos de esta histórica zona el viajero puede caminar unos pocos pasos para disfrutar de la Lonja de la Seda, una joya del gótico civil con historia y declarada Patrimonio de la Humanidad.
Dónde dormir: Hotel Meliá Plaza; Plaza del Ayuntamiento, s/n; Valencia; teléfono: 902144440.
Dónde comer: L’Almoina; Almirante 3, 46003 Valencia; teléfono: 963921090.