Como muchas de vosotras ya sabéis, mi bebé gigante ya tiene casi tres años y medio. Para mí es el más guapo de todos, qué queréis que os diga. Pero, siendo objetiva, se está volviedo un poco demasiado tiarrón, en sus propias palabras.
Hace nada era un niño dulce, entrañable, amoroso, que cogía a su osito y le hacía muuuunchas estimadetas (muchos abrazos). Pero de repente, un día, me viene y me suelta algo así como ¡Mamá, venga, lucha que soy un Gormiti!. ¿¡Un qué!? Vamos, le salió lo que yo le llamo la vena tío
Vamos, que el bebé-oso-amoroso se esfumó de un plumazo. De repente tuve como una regresión a aquellos momentos en que mi pequeñajo aun ni hablaba y corría por la casa intentando coger su coche del Mickey Mouse y me agobié cantidad.
Pero también me doy cuenta de que mi hijo ha de estar en el mundo, tiene que saber quienes son los Gormitis, aunque no sean precisamente de mi agrado.
Las mamás que aún tenéis niños-pequeños-no-contaminados-por-los-gormitis, disfrutad de ellos, que pronto se acaba.