Revista Arte
"La escalera." Collage 19 X 24 Cms; Autor: Víctor José Guindo Singh.
El plano plegado de las escaleras se me presenta agobiante, monótono, con todas esas pequeñas cataratas de aire con polvo que se derraman tantas veces desde una huella hasta otra huella, fluyendo pegajosas por cada contrahuella que las une; y así, por los descansos que giran y van enlazando las ramas hasta el piso… Cualquiera puede eternizarse en una escalera, sobre todo subiendo; el panorama es imponente con todo ese amontonamiento de franjas, planos y aristas tan bien articulados entre sí pero que amenazan con venírsele a uno encima… Esa disposición tan especial de los diferentes planos ortogonales de la plegadura en una escalera, cosidos para siempre en el canto de unión es lo que le confiere el aspecto de una ventana de tablillas cerrada… condenada… Es un misterio lo que ocurre durante tanto tiempo Dentro de una escalera… Me gustaría, alguna vez, enfrentar la alternancia de huellas y contrahuellas separadas por una delgada franjita de luz que provenga desde el Interior de esta escalera y atisbar por cada una de ellas, subiendo, para armar ese paisaje insólito que de seguro se ofrecería ante mis ojos…
Utilizando como pivote el canto del último cambio de planos, el espacio gira como una gran puerta-puente y retumba horizontal sobre la extensa huella del pasillo… Algunos trozos de planos, que fueron suelo antes de llegar yo aquí, se han levantado verticales y flanquean la galería cuyo techo amenaza con tocar el plano del piso allá, en una penumbra de la perspectiva donde hay que reducir la estatura si no se quiere quedar trabado de cabeza con el cielo de este mundo cúbico… Los arañazos de la llave en la cerradura, el estremecimiento de la hoja y su giro anuncian que pronto habrá una presencia extraña en el apartamento, así que otros entes que se solazaban en el silencio y la oscuridad del recinto se escurren hacia las grietas del tiempo que tuvieron disponible y acechan, desde allí, una nueva oportunidad… El aspecto inocente de local vacío que se muestra ante mí me provoca una sonrisa de picardía, es casi un guiño de complicidad de la boca… Coloco los pequeños bultos sobre la mesa, vacío mis bolsillos y voy desprendiendo, de esta forma, trocitos de cosas, tejido… los voy cambiando por otros… Y entonces llego a creer que pertenezco a este lugar, que estoy adaptado a él… Tengo una prueba irrebatible: la forma en que he entrado… Pero, no sé por qué, se me antoja que este sitio contrae sus paredes, se duele… me aborta… Voy hasta la ventana, de persianas, y la abro…: Un pincel caprichoso va dibujando por estratos el panorama de la ciudad… desde abajo: cintas grises, cajas y cajas de piel enferma… reverberación de puntitos sobre las cintas grises, derramándose desde dentro de las cajas… sorbidos por éstas… Verde impreciso… Azul brumoso… Vértigo estático… Cierro la ventana y voy a sentarme en una butaca… No estoy cansado; no tengo hambre, ni sueño… ni sed…
... El agua de esta breve lluvia doméstica se escurre por todo mi cuerpo… La toalla, como un plegadizo animal plano, se rosca a mis miembros y lame toda la humedad que estuvo sobre ellos con su lengua-piel de filamentos entretejidos…
... Esta butaca, lo sé, es la única que siempre me recibe gustosa, debo parecerle un enorme gato… En la ventana, entre las tablillas, se han formado barras fosforescentes… Una luz muy concentrada debe estar incidiendo sobre el plano de la ventana…, voy hasta ella y la abro…: La ciudad está a oscuras, los conos de luz de algunos automóviles deambulan como locos, torciendo su rumbo sin previo aviso… Cierro las persianas…: Nada… Desde la butaca, vuelvo a observar la invasión de brillo… al abrir la ventana, nuevamente, es ya de día… Cierro y regreso a la butaca esperando que se repita el efecto cuya causa desconozco… Las tablillas parecen desunirse, haciendo espacio para que escurra, entre ellas, el fluido luminoso… Me acerco despacio y aplico mis ojos tratando de atisbar por una de las hendeduras de luz… ¡Qué obsesión la de estar, siempre, escalando ventanas…!