La ventilación natural permite la renovación del aire interior sin la instalación de sistemas mecánicos. Ya que la inyección de aire exterior hace variar la temperatura de nuestra casa, la ventilación natural debe ser controlada para evitar pérdidas térmicas considerables. Las ventanas deben tener los elementos necesarios para poder controlar el flujo de aire de renovación, considerando las siguientes situaciones típicas:
• Un flujo de aire muy elevado y durante pocos minutos, cuando el aire exterior tiene una calidad y una temperatura aceptable (parecida a la interior) durante algún momento del día o cuando la ausencia de actividades internas lo permiten. Para ello las ventanas deben tener una sección muy amplia y favorecer el paso del aire sin obstáculos.
• Un flujo de aire muy reducido pero constante, cuando las condiciones del aire exterior son adversas y la ocupación continua, la carpintería tiene que tener aberturas reducidas que permitan regular el flujo a voluntad, dispuestas de forma que el movimiento del aire no perjudique el confort térmico en la habitación. Considerando que normalmente la presión del aire en el interior de los edificios es mayor que al exterior, debería ir combinada con mecanismos de extracción de cierta potencia de succión, que permitan regular los flujos en el sentido deseado.
• Un flujo de aire elevado y constante, cuando en épocas de calor la corriente de aire deba favorecer la evaporación sobre la piel. Se necesita para ello unas ventanas con una sección tal que permita liberar aire interior sin que produzca incomodidades de uso, así como disponer de otras situadas en disposiciones opuestas para producir la corriente del aire.
¿Cómo incide la ventilación natural en el gasto energético?
La ventilación natural es el mejor sistema de climatización cuando la temperatura del aire exterior es aceptable para el confort de los habitantes de la vivienda. Incluso en los días calurosos de verano, la capacidad de evaporar del aire en contacto con nuestra piel hace que la corriente de aire sea aceptable aunque su temperatura sea algo más caliente de lo deseable.
El problema es ajustar la oportunidad de confort que nos ofrece el ambiente exterior durante algunas horas con las necesidades interiores. Este ajuste que viene determinado por un efecto denominado ‘inercia térmica’ y proviene de la capacidad de los materiales para almacenar calor y cederlo al ambiente progresivamente. Así, los materiales que constituyen nuestras viviendas son capaces de almacenar calor y cederlo, con lo que actúan de reguladores de la temperatura del aire mediante el intercambio térmico con él.
Si conseguimos que un flujo de aire a una temperatura adecuada caliente o enfríe nuestros muros, tabiques, techos y suelos, éstos cederán o absorberán luego lentamente el calor, moderando el aumento o disminución de la temperatura del ambiente y haciéndolo confortable durante bastante tiempo.
Para lograr este efecto, la corriente debe circular rápida, amplia y extensamente por la superficie de esos paramentos, enfriándolos o calentándolos, y para que ocurra de forma natural debe existir una diferencia de presión del aire en dos puntos opuestos de la vivienda que produzca una corriente de aire.
Los patios interiores, en condiciones distintas de temperatura y humedad que el aire próximo a las fachadas, aportan una diferencia de presión y ocasionan, si la existencia de ventanas y la distribución interior lo permiten, una ventilación que cruza la vivienda. Si la salubridad del aire lo permite, el patio puede colaborar a un importante ahorro energético mediante el aprovechamiento de la ventilación cruzada en la vivienda.
Mejoras en la ventilación natural
Para poder realizar una ventilación adecuada a veces es necesario adaptar las carpinterías. Las ventanas oscilobatientes permiten la apertura parcial de la hoja, impidiendo el ingreso de agua de lluvia, las corrientes de aire excesivas y el paso de personas o niños.
También existen ventanas con rejillas de aireación que permiten ventilar levemente manteniendo la hoja cerrada.
La mayoría de los patios son aptos para la ventilación cruzada, aunque la degradación (presencia de humos y olores, ruidos y calor de las unidades de aire acondicionado, la suciedad, etc.) hace que se aproveche. La utilización de pantallas captadoras de viento a través de la deflexión de las corrientes de aire o el uso de aspiradores puede ayudar a garantizar los flujos de aire necesarios, evitando la entrada de aire insano a los hogares.
Repercusión energética de la ventilación natural
La utilización adecuada de la ventilación cruzada puede implicar hasta el 60% de la demanda de energía de refrigeración. Una comparación aproximada entre el valor de tal ahorro según la facturación de energía y el precio de la instalación de posibles elementos de refuerzo de esa ventilación permitiría estimar su repercusión económica en un caso concreto.