Revista En Femenino

"La verdad de la lactancia es que es una etapa importante en la sexualidad de la mujer"

Por Tenemostetas

"La sincronización corporal se hace evidente de manera abrumadora en la fisiología del amamantamiento. La composición de la leche que la madre produce no es siempre la misma, siendo la criatura apegada a la madre quien controla y determina las variaciones.
Sabíamos que la composición de grasas y proteínas de la leche no es la misma al principio que al cabo de quince minutos, o que final de una misma tetada (y este argumento nos servía para cuestionar las reglas mantenidas durante mucho tiempo por la pediatría sobre la frecuencia y duración de las tetadas); y que tampoco era la misma de una tetada a otra; ni la misma los primeros días que a los 15 o que a los tres meses del nacimiento. También se habían comprobado diferencias en las tasas de inmunoglobulinas y algunas otras variaciones. Pero ahora se han encontrado más de doscientas sustancias químicas (no quiere decir que sean todas las que hay) necesarias para la absorción del nitrógeno, del hierro, del calcio, etc., para la producción de diferentes enzimas, para la puesta a punto del intestino etc., que se producen en la leche materna y que se regulan a demanda de la criatura. En cuanto al sistema inmune, la leche materna no solo proporciona inmunoglobulinas en general sino también las inmunoglobulinas específicas requeridas en cada momento por la criatura. La cantidad de agua en la composición de la leche también varía con las necesidades de la demanda(humedad ambiente etc.). La leche materna es algo similar al suministro por vía del cordón umbilical. La diferencia es que el cordón umbilical supone un sistema que está físicamente integrado, mientras que la unión física en la exterogestación está prevista por la pulsión libidinal.
Desde el psicoanálisis, M.Mahler (4), ya había advertido que la libido es ‘una matriz extrauterina’, que mantiene o debería mantener unida a la madre y a la criatura, formando una díada funcional. Biológicamente no está previsto el desapego, ni la violación del deseo materno, ni la impasibilidad ante el llanto de la criatura.
En la vida intrauterina, la placenta hace de reguladora del intercambio, para acumular sustancias que podrían ser requeridas por el feto sin tener que cogerlas de golpe a la madre, y/o para inducir su producción a los sistemas de la madre.
En la exterogestación, son los sentidos, el contacto piel con piel, el latido unísono de un mismo ritmo y de unas mismas pulsaciones lo que garantiza la sincronización fisiológica. La verdad de la lactancia es que es una etapa importante en la sexualidad de la mujer, que al mismo tiempo es la sexualidad básica del ser humano: una sexualidad que produce una relación simbiótica, promovida por una fortísima carga libidinal; según algunos autores, la más alta de la vida humana. Esto se entiende puesto que es la relación corporal más fuerte de la vida de un ser humano: una relación simbiótica con intercambio de fluido fisiológico continuado durante la gestación intra y extra-uterina.
Bergman (1) pone de manifiesto lo inadecuado de las leches industriales, producidas a base de leche de otras especies, principalmente de leche de vaca, que como muy bien dice, es un animal que tiene cuatro estómagos, con un proceso digestivo muy diferente al humano –sin mencionar el estado inmaduro desde un punto de vista gestacional en el que nacemos-. El tipo de caseína, la diferente proporción suero/proteína de una y otra leche, o la proporción de nitrógeno no proteico que la criatura humana requiere, serían suficientes datos para llamar la atención sobre la inadecuación de la leche industrial.
La industria no puede crear la leche idónea, ni puede variar su composición a demanda de la criatura; la composición de la leche es el resultado de un fenómeno vital cambiante, fisiológicamente regulado, y el cuerpo de la madre es una fábrica que continuamente cambia la producción según el cambio continuo de la demanda fisiológica de la criatura. No somos máquinas, ni coches a los que se les echa siempre la misma gasolina.
Según otras investigaciones, en la leche industrial comercializada hay también una ausencia de ácidos grasos esenciales necesarios para el desarrollo de las criaturas; una ausencia que la industria no puede subsanar porque son sustancias muy biodegradables que no pueden ser sometidas a procesos normales de pasteurización (5).
¿Qué fábrica y que canales de distribución comercial pueden igualar la producción y ‘la distribución’ materna? Ninguno; ahora bien, aunque la industria y sus redes comerciales no puedan igualar a la madre, lo que las multinacionales sí pueden hacer es acabar con esa producción materna de diversas maneras, siendo la principal el impedir la simbiosis y la relación libidinal; porque impidiendo la relación libidinal, se frustra la regulación fisiológica que a su vez acaba frustrando la lactancia. Lo que sí pueden hacer es deshacer la unidad madre-criatura y organizar un ‘modo de supervivencia’ (survival mode).
Pero sigamos con la explicación de Bergman sobre la lactancia, porque fisiológicamente mamar no es sólo alimentarse; Bergman explica que cuando el bebé mama realiza un ejercicio que es diferente del que realiza para tomar el biberón; cuando mama y ordeña el pezón emplea un músculo de la cabeza que le permite al mismo tiempo realizar los movimientos necesarios para mantener el ritmo de la respiración y la oxigenación estables; en cambio para succionar la leche del biberón tiene que emplear los mismos músculos –que están por la garganta- que emplea para respirar, de manera que no puede tomar el biberón y mantener el ritmo respiratorio al mismo tiempo; en otras palabras, el biberón altera el ritmo respiratorio, y puede producir hipoxia, lo que altera a su vez el ritmo cardíaco, siendo todo ello evidentemente un factor añadido de stress (Restoring the original paradigm). Así pues, Bergman afirma que el biberón produce a la criatura stress.
Hay otra importante diferencia conocida en los dos tipos de succión: al mamar se
produce un determinado movimiento de la mandíbula y una estimulación del paladar que induce la segregación de hormonas tranquilizantes y del placer (endorfinas); esta estimulación del paladar tampoco se realiza al tomar el biberón. Según Bergman, el tono vagal necesario para mantener abierto el programa de nutrición -y cerrado el programa de defensa- tiene dos focos de estimulación y de regulación: el paladar de la propia criatura, con el movimiento de succión al mamar, y el torso de la madre, estando la criatura sobre él, en contacto piel con piel. Quizá no recordemos el deseo de estar cuerpo a cuerpo con nuestra madre, o el placer que sentíamos al mamar. Pero algunas mujeres que hemos parido podemos dar testimonio de haber sentido el deseo de tener el cuerpo de la criatura sobre nuestro cuerpo y de haber sentido placer al realizar ese deseo. La líbido existe y tiene razón. Tiene una razón de ser que es la de mantener la autorregulación fisiológica y realizar el bienestar humano.
El mejor indicador de ese bienestar es la ausencia de llanto en la criatura recién nacida.
Otra de las comprobaciones clínicas de Bergman, es que la criatura piel con piel con la madre llora muchísimo menos (very much less). Aparte de la sincronía térmica mencionada, y de la regulación sincronizada de la composición de la leche, Bergman también describe la sincronización del sueño; esto es un tema muy importante porque la alteración de la regulación simbiótica pasa una gran factura a las madres que enseguida después de parir quieren recuperar su actividad como antes de ser madres, lo que nos hace con frecuencia alcanzar estados de cansancio y de extenuación muy grandes.
De hecho, la unión madre-criatura en la etapa inmediata al parto/nacimiento ha sido hasta fechas relativamente recientes respetada en ciertos ambientes; era la famosa ‘cuarentena’, que incluso a pesar de todos los pesares se había mantenido bastante antes de la aparición del parto hospitalario (y que hoy todavía se respeta en zonas de América Latina, por ejemplo). Durante este periodo la lactancia es también especial; las tetadas tienen que ser muy frecuentes porque el sistema digestivo no está preparado para grandes ingestas. Para hacernos una idea del estado de inmadurez del sistema digestivo, hay que tener en cuenta el modo de alimentación en la vida intrauterina, que es semejante a cuando nos alimentamos por suero, un goteo lento y continuo. La puesta a punto del sistema digestivo en esta transición requiere por ello un acceso permanente a la teta materna para tetadas frecuentes; un ritmo también acorde con el tipo de leche de esos momentos, que tiene una alta proporción de suero con respecto al aporte proteico.
Estos aspectos de la transición de la vida intrauterina a la extrauterina nos sirven para comprender los estados de sueño y de vigilia, que han de ir parejos a la frecuencia de las tetadas y a la composición de la leche. En otras palabras, la sincronización madrecriatura también comporta una sincronización de los estados de sueño, de vigilia y de toda la gama de intermedios: lo que supone que la madre tiene que dormir cuando duerme la criatura, y pasar por estados de semisomnolencia mientras que la criatura sigue mamando o chupando también en estados intermedios entre el sueño y la vigilia.
Esta sincronización del sueño se regula mediante sustancias opiáceas que se secretan con la lactación y con el contacto piel con piel, y que, al compás del ritmo alimentario, producen el sueño y el descanso reparador para ambas. Pero esto es imposible si la madre pretende recuperar enseguida la actividad anterior y seguir con su anterior patrón de actividad y sueño, como suele suceder -puesto que ya incluso se ha perdido la noción de la cuarentena, durante la cual la madre yacía con la criatura sin ninguna otra ocupación; ahora incluso la madre que amamanta quiere ‘aprovechar el tiempo’ y ‘hacer cosas’ entre tetada y tetada, o ‘aprovechar mientras que la criatura duerme’ para
hacer la casa, etc..
La madre sincronizada podrá hacer de seguro muchas más cosas que la madre desconectada del cuerpo de su criatura -y de las pulsiones de su propio cuerpo. La mujer, como sucede actualmente en países no occidentalizados, y como ha sucedido en general durante milenios, puede recuperar su actividad, después de la cuarentena, llevando colgado y apegado a su cuerpo a la criatura, recogido con bandoleras al estilo de la madre canguro, como tan bien explica y muestra Bergman en sus documentales.
La actividad no se tiene que recuperar dejando a la criatura; ni siquiera cuando duerme.
El paradigma o la idea es que la actividad se debería recuperar poco a poco después de la cuarentena, manteniendo la unidad funcional, con la criatura apegada y sujetada contra el cuerpo con bandoleras o pañuelos. Para hacer esto posible, la madre debería recibir durante la cuarentena todo el apoyo que fuera preciso de su entorno.
La regulación fisiológica requiere un mínimo de descanso y de sueño para ambas, y si no se respeta puede producir el stress y la alteración del conjunto; por eso las futuras madres deben saber que en el periodo posterior al parto hay una transición en la que hay una sucesión de estados de sueño y de vigilia cortos, tanto para ella como para la criatura, que poco a poco se irán alargando. La transición (la antigua ‘cuarentena’), debería considerarse un período asociado al parto más que a la crianza, y ser socialmente asumido como tal. Este periodo es además básico para la formación y el rodaje de la unidad funcional de la díada extrauterina, y para que la criatura crezca de manera saludable física y psíquicamente."
(1) Los textos citados de Nils Bergman pertenecen a su comunicación en la VI ème Journée Internationale de l’Allaitment, Paris, marzo 2005. También se cita el documental Restoring the original paradigm que contiene una información muy completa sobre el paradigma maternal. Existe otro documental más corto (con menos datos y menos información): Rediscover the natural way, que está traducido al castellano y que se puede conseguir pidiéndolo a: [email protected].  En www.kangaroomothercare.com se puede pedir el Restoring the original paradigm y descolgar varios textos, los estudios clínicos de Bergman en el Mowbray Hospital de Cape Town, etc.
Rodrigáñez, Casilda: "El matricidio y la represión del deseo materno a la luz de la neurología y de la práctica clínica neonatal", 2006.


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