Talavante al natural. Foto: Juan Pelegrín (Las Ventas.com)
Escribe Agustín Hervás en su crónica que en San Isidro se ha producido un "estado sidril", capaz de emborrachar al más pintado o volverlo catatónico en favor de Manzanares. Otros llamarán a partir de hoy a todo este teatro, manzanarismo. Yo creo que el público de Madrid, ha entrado de lleno en la dinámica del "Mundo feliz" y se emborracha con cualquier tipo de bebida peleona, que hace ver por toreo lo que es destoreo, lo que es accesorio por fundamental y como resultado se premia al demérito todas las tardes. Los taurinos lo han logrado, ya han conseguido las figuras del G10, con la inestimable colaboración de los veterinarios que aprueban perritoros y con el consentimiento de la autoridad que, por no ser menos, también se ha sumado al “estado sidril” haciendo que Las Ventas ya se parezca más a la Malagueta. Así que no todo es malo, la plaza de Málaga no es menos de primera que la de Madrid. Enhorabuena señor Puche, cada vez se lo ponen más fácil.
Los cuatro rumiantes de Parladé han sido un compendio de falta de presencia, de fuerzas, de casta, de todo. Con ellos las figuras han propiciado la consabida faena para hacer ver al docto público que con ellos no había nada que hacer, y que han estado por encima de su condición. Luego las quejas ante los micrófonos. ¿De qué se quejan?, si ellos con sus exigencias son los principales culpables de tanto borrego que infecta la dehesa española. Ellos son también culpables de que otros encastes estén al borde de la desaparición, porque no son aptos como pilares para la arquitectura del toreo moderno. Esos para los gladiadores, para los pobres y para los novilleros, que oiga usted, nosotros somos artistas, faltaría más y ¡los toros a cultura!
Castella, está hecho un vulgar pegapases, de muleta retrasada, abusador de pico muleteril y del toreo despegado. Valor, si, pero sigue siendo un torero vulgar, con muchos altibajos en sus faenas. El francés si es maestro en enfervorecer a sus "istas emperdenidos" con su destoreo encimista, del arrimón y del mantazo por doquier. Eso sí, mato de una buena estocada al cuarto, que le valió una oreja muy protestada otorgada por el que dicen que es el presidente "más duro" de Las Ventas, y que también ha entrado en ese estado sidril.
El toreo bueno, el de verdad, es el que da las ventajas al toro. Manzanares baja mucho la mano es cierto, lo que hace, hasta lo que no está bien, está lleno de estética, empaque, gracia. Anda mucho a los toros con donosura y, además, todo eso lo vende muy bien. Pero su toreo es lineal porque descarga la suerte retrasando excesivamente la pierna de salida, y así físicamente es imposible hacer el toreo circular, el bueno, el de fuera a adentro, ni torear pasándose cerca al toro. Mucho cite fuera de cacho, con la muleta muy oblicua y toreando al hilo del pitón. Y eso, perdónenme no es torear, es destorear. Y ese defecto lo acusa principalmente al natural. Sin embargo hubo una serie en la que sí hubo naturales buenos, ajustados, templados, exponiendo. También es cierto que los cambios de mano y los pases de pecho en él adquieren una gran belleza y plasticidad. Todo ello quiere decir que es capaz de torear y, con las cualidades que atesora, es de esperar que siga evolucionando en este sentido. Por cierto, con el capote, como se dice ahora, progresa adecuadamente. Toreó muy bien por delantales, templados y ajustados. Suerte que inventó Joselito "El Gallo" proveniente del clásico pasarse al toro por el pecho. En lo que es un maestro Manzanares es con la espada. Un magnífico estoqueador, perfilándose de lejos, donde es más factible pinchar, y con su peculiar forma de coger el estoque. Sin embargo la estocada al quinto, de impecable ejecución, quedó caída. Oreja de poco peso, otra más, en esta feria que ha tomado el sendero del hogaño triunfalismo y la falta de exigencia de antaño. A destacar la magnífica cuadrilla de Manzanares, sin duda la mejor del momento.
Talavante, no ha sido torero de mi gusto hasta esta feria. Llevaba toda la razón el amigo José María Vallejo, el decano de los críticos malagueños, que siempre ha apostado por este torero. Porque el que ayer toreó fue Talavante en el último toro de la tarde, un burraco de Parladé de correcta presentación, manso de libro que se salía de la suerte, con una embestida descompuesta, a la defensiva y con peligro. En el tercio se quedaba en la muleta y en una tanda le arranca la muleta. Cuando ya nadie concebía esperanzas, en la querencia del toro, junto a chiqueros, Talavante a base de aguantarle, de tesón, entrega, firmeza y valor, consigue darle varias tandas de naturales ligados, profundos, con mando y exposición. Toreo del bueno, de mucha verdad, ante un toro brusco que embestía dando tornillazos. Sobraron las manoletinas finales, en las que el toro le engancha por la espalda en la chaquetilla y le propina un voltereta de la que milagrosamente salió sin cornada. Se equivoca al citar para matar en la suerte de recibir, pues el burel no era propicio para ello. Entra al volapié y logra una estocada casi entera defectuosa. Lástima que no pudiera rematar una faena de tanta importancia, pero aún así, el público le obligó a dar una vuelta al ruedo, esta vez sí de mucho peso, como lo fue su pasada salida por la Puerta Grande.
Paz y salud
