Hubo una época en que los zumos de frutas se comercializaron como la última bebida 100% saludable. Un vaso de rayos de Sol lleno de vitaminas y energía. Sin embargo, una de las grandes estafas del cártel de los alimentos industriales son los llamados zumos “frescos” que se venden en los supermercados. Pues resulta que muchos de estos zumos “frescos” permanecen almacenados hasta un año antes de “enfundarlos” en esos maravillosos envases tan pintorescos y llenos de atrayente colorido. Así que… ¿frescos?¿directamente del árbol al tetrabrik?
Durante generaciones se nos ha empujado a la creencia de que el zumo de naranja combate los resfriados, estimula el sistema inmunológico, tonifica la piel y protege contra el cáncer –el zumo de naranja totalmente 100%, claro-. ¿Por qué resulta que el zumo de fruta es ahora un diablo disfrazado?¿Por qué nos habrán hecho creer que era tan saludable durante tanto tiempo?
La idea se remonta a la década de 1920, cuando el nutricionista estadounidense Elmer McCollum culpó a las dietas ricas en pan y carne de una condición llamada acidosis –exceso de ácido en la sangre- y su solución fue un montón de lechuga y, paradójicamente, cítricos. Por aquellos tiempos, el zumo de naranja no era muy popular, pero obtuvo un gran impulso gracias a la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno de los EE.UU. quiso una nueva forma de obtener un producto rico en vitamina C para las tropas que estaban en el extranjero. Se invirtió mucho dinero. En 1947 –en el momento justo del boom de consumo de la posguerra- los científicos inventaron una manera de eliminar el agua del zumo y congelar el concentrado en un producto agradable al paladar. Estos bloques de concentrado se podrían vender a los propietarios de los nuevísimos refrigeradores o podían ser almacenados por los propios fabricantes durante meses y, las ventas explosionaron.
Alguna vez te has preguntado por qué el zumo de naranja comercial –incluso los de primera calidad: “100% zumo” y no a base de concentrado- no sabe igual que una simple naranja recién exprimida… Resulta que hay mucho más detrás de la realización del zumo además del exprimido. Como parte del proceso de producción en masa, las marcas de renombre añaden potenciadores del sabor, evidentemente artificiales, con el fin de asegurarse de que su zumo sepa a naranja.
“La gente se queda pretrificada cuando se enteran de que la mayor parte del zumo de naranja no es un producto fresco”, dice Alisa Hamilton, autora de “Exprimidos: Lo que usted no quiere saber sobre el zumo de naranja”.
Pasteurizado, el zumo de naranja concentrado no ocupa mucho espacio de almacenamiento. Con el fin de evitar que se eche a perder, sin añadir conservantes químicos, las empresas “purgan” –quitan el oxígeno- del zumo. Otra sorpresa es que este zumo se suele guardar en grandes tanques durante un largo período de tiempo, casi un año, antes de que llegue a las estanterías de los supermercados. El proceso quita el sabor al zumo, que tiene que ser “añadido” después.
Mientras tanto, en el Reino Unido en la década de 1940, se les dio a los bebés grosella y concentrado de zumo de naranja por considerarlo un suplemento nutricional barato. En la década de 1950, la idea de que el concentrado de zumo era saludable estaba totalmente generalizada. Los que antes eran bebés ahora eran adultos consumidores con la idea totalmente arraigada. Para la década de 1980 el zumo de naranja se comercializaba no sólo como una bebida saludable, sino también como clave para una vida elegante y moderna. Pero, mientras que el zumo que se vende en el supermercado como “fresco” o “natural”, por lo general es todo lo contrario. La concentración de zumo no sólo elimina el agua, sino que también elimina el sabor.
Puedes pensar que un zumo “que no es concentrado” sea un producto más auténtico. Puedes estar equivocado ya que los mismos fabricantes dicen que “ayudan” a su producto a que tenga un sabor más consistente. La “naturalidad” del producto no es la única afirmación que se pueda contradecir. Helen Bornd, portavoz de la Asociación de Dietética Británica, dice: “la gente ha perdido la cuenta de la cantidad de azúcar en los alimentos que cada día va a más. Un vaso de 150 mL proporciona la quinta parte necesaria diaria y… los envases suelen ser de 250 mL”. Los médicos dicen que el enorme volumen de azúcar en nuestra dieta está contribuyendo a la epidemia de obesidad existente, causa enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes. Una investigación impactante también ha revelado que algunas de las más conocidas marcas de zumo de manzana contienen arsénico.
Concretamente, el zumo de manzana en EE.UU. está hecho a base de concentrado de manzana y el 60% de los cuales ha sido importada desde –adivinen- China. Recordar que hay países que pueden utilizar plaguicidas que contienen arsénico, un metal pesado que causa cáncer y enfermedades cardíacas. Los resultados de una investigación de Consumer Reports sobre el arsénico y el plomo en el zumo de manzana y en el de uva llevó a la organización a exigir al gobierno que cree ciertos estándares para limitar la exposición de los consumidores a estas toxinas.
La próxima vez que te sientes a desayunar recuerda: Hay más azúcar en un vaso de 250 mL de zumo que en un gran tazón de Frosties con leche. Después de todo, el azúcar no es muy natural tampoco.