Una de las razones por las que siempre he dado la preferencia al coaching por escrito (ya sea por email, mensajes o en mi propia plataforma) es la rapidez con la que puedes detectar tus propios creencias y prácticas limitantes. La descripción del problema muchas veces ya contiene la raíz de la solución y al tenerlo por escrito no se nos puedes escapar.
A partir de hoy, nunca más...
Un ejemplo típico son aquellas frases de cambio repentino como "a partir del lunes, nunca más picaré entre horas", "empezando hoy, siempre llevaré mi comida preparada desde casa." La intención detrás de estas frases es sincera, sin embargo el fracaso está casi asegurado: tu cerebro no sabe manejar el "nunca" y el "siempre" y en el momento de que se de cuenta que no estés cumpliendo, te juzgará como incompetente.
Dicho de otro modo: aprenderás a creer que tú no puedes cambiar sin tomar en cuenta el punto de partida y tu realidad del día a día. Es parecido con exigirte a ti misma de que vas a ganar las siguientes olimpíadas. Un sueño bonito y quizás hasta motivador... pero poco probable en la mayoría de los casos. Y peor aún: ¿cómo te quedas a nivel anímico cuando no consigues aquello que con tanto afán te propusiste?
No te enganches únicamente al resultado, analiza las raíces
El "nunca más" y el "siempre" suele hacer referencia (no siempre de forma explicita) a algún resultado: dejaré de fumar, me llevaré el tupper desde casa, perderé 10 kg. Tener estos objetivos es un buen inicio, sin embargo no es suficiente. Todo objetivo necesita su plan de actuación, caso contrario el objetivo se quedará en el estado efímero de un sueño o se convierte en una fuente continua de frustración.
Si "nunca más" vas a fumar, cualquier desliz se convierte en una muestra de tu fracaso personal, razón suficiente para abandonar el proyecto.
Si a partir de hoy "siempre" te levantarás a las 6h, el día que no escuchas tu despertador se convierte en el día de juicio que prueba que no eres capaz de hacerlo.
Así que despídete del "nunca" y del "siempre" y en su lugar cambia aquellos detalles en tu entorno y en tu día a día que te dificultan cumplir con tus propias expectativas. A veces aumentar el volumen del despertador es todo lo que te hace falta.
Reforzar las raíces, el objetivo florecerá por si solo
Es mucho más fácil hacer declaraciones impresionantes sobre todo aquel que partir ahora no harás "nunca más" o "siempre". De hecho es la base de cualquier lista de propósitos del año nuevo. Buscar aquellos detalles que te llevan a incumplir tus propios objetivos es más difícil, menos vistoso y sobre todo nada agradable. Significa mirarle a los ojos a tus propias debilidades, algo que requiere cierta autoestima.
Y también requiere creatividad: creatividad, porque no vale la pena quedarse atrapada en la auto-complaciencia y la lástima por los propios fracasos del pasado. Cuando hayas descubierto aquellas cosas que te cuestan, busca soluciones: ¿Cómo puedes adaptar tu entorno, tus rutinas, tu día a día para que te sea más fácil cumplir con tus objetivos? ¿Que tienes que cambiar? ¿Quién te puede ayudar?
Si aún no has conseguido tu objetivo la solución no es "probarlo con más ganas", sino de encontrar un camino más adecuado para tu personalidad. ¡Te atreves a cambiar?
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Foto original: unsplash