Los seres vivos tienen que estar constantemente en movimiento, aunque sea por la presión de las necesidades más básicas o por evitar el dolor que da el agarrotamiento de las partes del cuerpo que no se mueven.
Hacia dónde dirigir el movimiento es la cuestión. Los animales se ven impelidos por las directrices programadas de sus instintos. Las personas, carentes de instintos totalmente deterministas, actúa en función de otro tipo de indicaciones.
La acción se interpreta como intencional si se le atribuye la composición de creencias y deseos. Las personas puede que actúen movidos por una intención, porque buscan algo que consideran que vale la pena el esfuerzo. Desean algo positivo (deseo) y realizan la acción que entiendan que es la mejor forma de acceder a ello (según sus creencias). Si las creencias e ideas muestran que un curso de acción es realmente positivo o deseable, además de eficaz para su logro, entonces llevará a cabo dicha acción.
Las acciones se realizan por algo, porque tienen "sentido", una razón de ser. Si cada acción tiene que tener un "sentido", entonces el conjunto de acciones que se hacen con miras a largo plazo, también puede ser objeto de atribución de razón de ser. Se puede buscar un objetivo para cada etapa de la vida o un objetivo en la vida.
Las personas nos contamos "relatos", tratamos de explicarnos a nosotros mismos por qué vivimos. La vida, así, se interpreta similar a la literatura, una narración con un comienzo (planteamiento de qué se va a hacer con la vida, sueños, ilusiones...), una trama (el desenvolvimiento de las acciones y el proceso de aprendizaje ensayo-error para corregir los planes a medio plazo para que ayuden al gran plan a largo plazo que es el objetivo en la vida) y un final (en la que se consigue cumplir con nuestras expectativas y supuestamente lleguemos a ser felices). Construimos nuestra vida en función de estos planteamientos, dentro de nuestras capacidades y limitaciones construimos nuestras propias vidas (dentro del margen de las posibilidades que permite la realidad).
Durante la vida, dotada de tantos años, pueden aparecer varios planes de vida, en función de cambios de parecer y replanteamientos; pero eso no implica que no se pueda buscar un gran relato vital y existencial. Nuestros aspectos físicos y biológicos también influyen sobre nosotros, las personas no viven puramente de sus ideales y pueden ser sacrificados en pos de necesidades más básicas (fisiológicas, afectivas, emocionales...).
La vida es más que nuestras ilusiones y nos afectan los avatares de la vida, llegando a la renuncia de los sueños, la resignación o la bajada de expectativas. Es muy difícil que personas, que son limitadas, puedan satisfacer los deseos humanos, que son potencialmente ilimitados (dada la imaginación y la capacidad de crear nuevos conceptos con el lenguaje). No siempre se vive en función de grandes objetivos e ilusiones. La realidad al final siempre se impone.
Sin embargo, la vida puede ser vista como una "historia", un "relato" que nos contamos a nosotros mismos, a pesar de que se es consciente que las cosas no tienen por qué pasar como pretendemos y que puede que no logremos el final esperado. La vida puede ser interpretada como literatura, una narración que procuramos que se cumpla.
La vida puede contemplarse estéticamente, se puede tener un momento de parada para observar lo que hemos vivido y lo que pretendemos hacer con nuestra vida, y ser tratado como una obra de arte, susceptible de ser objeto de juicios estéticos, tales como la belleza y la sublimidad. La vida puede ser vista como hermosa, horrible o tan sobrecogedora y apabullante que nos parezca sublime. La vida puede ser vista como una obra que se puede contemplar, que nos da una contemplación que nos puede deleitar (si no es especialmente dura y dolorosa). La vida puede ser vista como arte.
La existencia puede ser entendida como una tragicomedia, compuesta por igual por dolores y alegría, pero compuesta de una "trama" que se trata trágicamente de construir en función de nuestros objetivos, aunque no se sepa muy bien cuál será al final, dadas nuestras limitaciones. Puede ser contemplada desde fuera, estéticamente y enjuiciada en función de valores como la belleza y sublimidad. Esto permite un distanciamiento, muchas veces necesario por la crudeza de la vida.
Está claro que la vida se vive y se sufre, pero eso no quita que no pueda ser contemplada... y soñada.
-Bloch, Ernst 1977: El Principio Esperanza. Madrid: Aguilar.
-Elster, John 2007: Explaining Social Behavior. Cambridge: Cambridge University Press.
-Nehamas, Alexander 2002: Nietzsche. La vida como literatura. México, D.F. : Fondo de Cultura Económica.
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