Revista Cine

‘La vida de Pi’: aún queda esperanza para el cine

Publicado el 04 diciembre 2012 por Despiram @FrikArteWeb

Ang Lee: trayectoria y estilo

Desde su primera aparición en la gran pantalla en el año 1992 con la película Manos que empujan, Ang Lee ha ido dando tumbos por el cine taiwanés y por Hollywood, y se ha desmarcado como un realizador de lo más polifacético. Con Tigre y Dragón dio un fuerte golpe sobre la mesa, una producción de magnitudes épicas con la que regresaba al cine taiwanés tras tres producciones en Hollywood. Y además esta película comenzó a marcar el que puede ser considerado como su estilo artístico, un estilo que ya dejó claro en el musical de 2009 Destino: Woodstock, y que ahora consolida con la que puede ser considerada su obra cumbre: La vida de Pi.

No me gustaría dejar de lado el detalle de que nos encontramos ante el realizador que se hizo cargo de Hulk en 2003 y Brokeback Mountain en 2005, dos producciones de mediocre calidad si lo comparamos con lo que nos presentó el viernes pasado en las salas de cine españolas. Y también tengo que decir que mi sorpresa fue doble, ya que no solo me la llevé contemplando su trayectoria, sino que también habiendo estado atento a los materiales promocionales de la película. En este sentido tengo que decir que lo han hecho francamente mal o magistralmente bien, porque en los tráilers se han centrado en el aspecto visual de la película, pero es que hay más, muchísimo más bajo La vida de Pi.

[CRÍTICA] ‘La vida de Pi’: aún queda esperanza para el cine

Técnica y tecnología

Muchas son las voces críticas que se han alzado hablando de esta película como la sucesora del legado de Avatar, a pesar de que James Cameron aún no ha dicho su última palabra respecto a su revolucionaria creación. Pero esas voces no van muy desencaminadas, porque desde el punto de vista tecnológico La vida de Pi es abrumadora. Tras haberla visto es fácil entender por qué es una de las candidatas al Oscar a los Mejores Efectos Especiales, y es que Ang Lee y su equipo técnico han echado los restos en la recreación de la ferocidad y la belleza del océano.

Sin embargo decir que este filme pasará a la historia por la tecnología y los efectos empleados en ella sería una tremenda injusticia, porque si buenos son estos no menos buena es la técnica, tanto visual como narrativa, que ha empleado Ang Lee. Respecto a la primera hay que destacar el colorido fantástico y maravilloso que acompaña al espectador durante toda la película, el control y el manejo de la luz por parte del director de fotografía chileno Claudio Miranda y la composición de los planos. Sumando estos tres aspectos nos situamos ante una de las más bellas producciones de los últimos años. Y respecto a la segunda, la técnica narrativa, sin duda hay que destacar el ritmo que el director ha imprimido en su obra y le genial adaptación del guión.

De una película en la que el 80% de la trama discurre en alta mar podríamos esperar poco menos que tedio y aburrimiento, sin embargo es tal la creatividad y la variedad que nos ofrece su realizador que no somos conscientes de ello en ningún momento. No hay dos escenas seguidas en las que se nos presente la inmensidad del océano de forma similar, y eso permite al espectador meterse de lleno en el argumento. Y por otra lado la historia tan rica y emocionante, y tan fiel a la novela original, que en ningún momento se tiene la sensación de estar enfrascado en un género cinematográfico. Es por ello que La vida de Pi puede ser considerada una película de supervivencia, pero también de aventuras, de fantasía, de reflexión, de amor, un drama y en ocasiones una comedia.

Después de haber dicho todo esto creo haber dejado claro que una superproducción de estas dimensiones es para verla en una pantalla de cine, porque es ahí donde su grandiosidad luce al cine por cien.

[CRÍTICA] ‘La vida de Pi’: aún queda esperanza para el cine

La religión como pilar fundamental

Que nadie tenga la tentación de cerrar su navegador y prender fuego al ordenador tras leer el título de este apartado, porque aunque es indudablemente cierto que la religión es un pilar fundamental en La vida de Pi, su mensaje no es doctrinario. Y además la religión se enfoca desde un punto de vista sorprendentemente variado.

Quizás haya que empezar por la naturaleza politeísta del protagonista, un niño hindú que abraza el budismo y su universo de deidades, que queda cautivado por el mensaje de amor del catolicismo y se adscribe voluntariamente a él, que llegada una etapa de su vida descubre el islamismo y también se pone al servicio de Alá, y que ya en su madurez se siente atraído por el judaísmo y se instruye en el. Bajo este perfil hay un mensaje de tolerancia, de respeto a las creencias religiosas, de valoración del humanismo y del mensaje de amor que conlleva cada una de ellas, pero también un claro manifiesto de las diferencias entre oriente y occidente.

Otro campo que podemos incluir en este apartado es el del conflicto entre la ciencia y la religión, personalizado en el padre y la madre del protagonista. Cada uno educa a Pi desde su creencia, y gracias a ello es capaz de sobrevivir al reto que la vida le pone por delante. Sus conocimientos y su esperanza en Dios son las claves del éxito de su desenlace.

Y por concluir este punto diré que en varias ocasiones se puede hacer un paralelismo entre la película y la historia del Arca de Noé, tanto por los animales como por el mensaje subyacente. Incluso al final la película se puede entender como una fábula o una parábola.

[CRÍTICA] ‘La vida de Pi’: aún queda esperanza para el cine

Último apuntes

Para despedir esta reflexión debo destacar algunas cosas. Por un lado la fantástica labor del compositor de la banda sonora de La vida de Pi, Mychael Danna, cuyo trabajo complementa al de la dirección artística para engatusar al espectador. Por otro la interpretación de los dos actores que dan vida al protagonista, Suraj Sharma e Irrfan Khan, pero en especial la del primero, y acordaos de esto que digo en cierto monólogo al final de la película.

Y por último el hecho de que esta película se presente como el soplo de aire fresco que desde hace tanto llevamos aclamando para el cine. Es un ejemplo de cómo las nuevas tecnologías aplicadas al cine no siempre tienen que traducirse en una horda de espectaculares efectos especiales, sino que pueden servir para sorprender al público con un producto renovado y esperanzador. Y es por esto que espero para La vida de Pi muy buenos resultados en Los Oscars, porque si The Artist cautivó a la crítica por su valentía, esta debe hacerlo por su originalidad y renovación.


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