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“La vida de Pi”: Todos los caminos llevan a Dios

Publicado el 04 diciembre 2012 por La Mirada De Ulises

[7/10]   El prestigioso Ang Lee lleva a la pantalla la novela “La vida de Pi” de Yann Martel, y lo hace con la vistosidad que le proporcionan unos efectos especiales espectaculares, y con la posibilidad que le brindan las 3D para hablarnos de otra dimensión de la realidad… que no se puede demostrar pero que está ahí para dar sentido a la vida. Un escritor busca una buena historia para su libro, y acude a Pi para que le cuente su infancia en el circo que su padre tenía en la India, su naufragio en el Pacífico camino de Canadá junto a su familia, y su increíble aventura en la isla flotante… en compañía de un tigre de Bengala y de otros animales, supervivientes también de la tragedia. Pero más que esa odisea de lucha y supervivencia, lo que alienta y da fuerza al joven Pi es su constante búsqueda de Dios, su esperanza en que saldrá a su encuentro en medio del dolor, su fe en que siempre está velándole y ofreciéndole el consuelo de su mejilla. Y en ese terreno es donde el director recurre al cuento y a la parábola para explicar una realidad interior en donde la ciencia no encuentra respuestas.

  “La vida de Pi”: Todos los caminos llevan a Dios

“La vida de Pi” exige el asentimiento de un acto de fe y supone la afirmación en el poder de la razón, porque todo el relato podría verse como el proceso de aprendizaje y maduración de un chico que busca su propio camino en la vida (el aparente sincretismo inicial es buena muestra de ello), algo que va encontrando a partir de la reflexión sobre lo que es mejor en cada momento, del descubrimiento de lo que se encierra tras del dolor y la muerte, desde la experiencia de vivir en un espacio que es de todos y donde no debe imperar la ley del más fuerte. Ese es el consejo que su padre le da mientras están a la mesa, cuando el chaval se debate entre las distintas religiones y una ciencia que asoma por Occidente, y es también el agradecimiento que al final le tributa un Pi que ya ha superado la prueba del dolor.

“La vida de Pi”: Todos los caminos llevan a Dios

Un viaje interior de búsqueda y dos historias que son versiones de la misma realidad. Una de ellas permite creer y seguir esperando el momento de reencuentro con las personas queridas, y la otra se conforma con dejarnos inmersos en una aparente tranquilidad. Mirar al cielo (preciosos esos reflejos del firmamento sobre el mar) o quedarse lamentando la desgracia, defender el territorio con uñas y dientes (magnífica la metáfora de la barca como arca en medio de una selva) o convertirla en lugar para la convivencia, quedarse en una isla con aspecto de paraíso natural (encantador y fascinante ese pasaje de ensueño de la isla flotante) o salir de la soledad a la búsqueda del otro (muy sugerente esa imagen del tigre como el otro yo… que nos da miedo y protege al mismo tiempo). Esa es la alternativa vital que se ofrece a todos, para que cada cual elija la que más le convenza y prefiera: la cruda realidad, la fantasía creativa o la fe religiosa (en esto Ang Lee se separa de Martel).

 “La vida de Pi”: Todos los caminos llevan a Dios

La riqueza de la novela de Yann Martel queda reflejada en la espectacular escena del naufragio que metafóricamente nos hablaría del alma atribulada de Pi, o en el rico colorido de esos paisajes fantásticos que harían referencia a la paz soñada por el huérfano prematuro. Pero, sobre todo, es en el final del relato cuando la historia da un giro copernicano para cobrar un nuevo y trascendente sentido lleno de humanidad… con un Pi adulto desvela su alma de niño fraguada en el dolor y en la fe. Ciertamente, a la película le cuesta arrancar con la presentación realista de la situación, y también es verdad que se abusa de la voz en off de Pi como narrador de su vida, pero pronto se carga de contenido cuando el joven náufrago y el tigre se quedan a solas en un tira y afloja en el océano… hasta que se miran a los ojos y Pi contempla reflejada el alma humano y la esencia de lo divino. Hay cierta reiteración en ese mano a mano épico en alta mar y podría acortarse algo el metraje, pero el chico necesita tiempo para madurar, para descubrir al “tigre que no se despidió” y lo que se esconde tras la desgracia familiar. Además, la belleza de su diseño artístico y el conseguido realismo poético la convierten en una conmovedora y delicada película sobre el sentido de la vida y la muerte, sobre la creación literaria y cinematográfica, sobre el poder de la imaginación y la fe en la Providencia.

“La vida de Pi”: Todos los caminos llevan a Dios

Por eso, la película y el libro -el de Yann y el que escribirá el escritor canadiense- nos hablan de la continua salida de Dios al encuentro del hombre, ya sea a través de un cuento infantil y fantasioso, del amor romántico de una bailarina, del poder destructivo de una tormenta o de la placidez de una laguna dulce. Porque, en definitiva, todos los caminos conducen a Dios… y eso Pi lo sabía de pequeño y después lo confirmó de mayor. Sólo necesitó hacer suyos aquellos pensamientos y creencias juveniles, para saber elegir la versión que prefería su corazón porque le interesaba la verdad y no la realidad, y continuar con su vida ordinaria… sin otros tigres que los de su rica imaginación.

Calificación: 7/10

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En las imágenes: Fotogramas de “La vida de Pi”, película distribuida en España por Hispano Foxfilm © 2012 Fox 2000 Pictures. Todos los derechos reservados.

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Publicado el 4 diciembre, 2012 | Categoría: 7/10, Año 2012, Críticas, Drama, Fantástico, Hollywood

Etiquetas: amor, Ang Lee, familia, La vida de Pi, muerte, religiosidad, Yann Martel


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